Libros acercan a la libertad a mujeres en reclusión

Mujeres en reclusión se acercan a la libertad a través de los libros

La activista Tatiana Ortiz promueve la colocación de bibliotecas en centros de reclusión para mujeres, los libros son donados por ciudadanos quienes escriben dedicatorias a las internas en forma de libros

La libertad se acerca a las mujeres internas en el penal de Santiaguito, en el Estado de México, a través de las letras y los libros. Y es que en este Centro de Prevención y Readaptación Social, ubicado en el municipio de Almoloya de Juárez, se gesta una revolución cultural.

Ahí, la activista Tatiana Ortiz Monasterio, en alianza con la iniciativa española “A las olvidadas”, construye una biblioteca con libros donados para las mujeres privadas de su libertad en esta prisión mexiquense.

Pero no cualquier ejemplar puede formar parte de esta colección: deben de ser textos pensados especialmente para ellas que incluyan una dedicatoria y no aquellos de los que las personas se quieran deshacer.

“¿Qué libro le regalarías a una mujer que está en la cárcel?”, es la premisa que debe responder quien se quiera sumar a esta propuesta.

“Yo no me voy a limitar en los temas, no voy a acotarlos, pero lo que sí pido es que piensen de qué tema pueden aprender, de qué tema pueden empoderarse, liberarse, entretenerse, reflexionar.

“Queremos que el donador haga reflexión. Y que si considera que la Enciclopedia Británica puede ser liberadora y puede ayudar a reinsertar a esta persona (la done).

Estamos buscando bajar el índice de reincidencia delictiva en este país”, explica Tatiana.

Uno de los principales problemas es que un porcentaje muy alto de las mujeres que salen de centros de reclusión reinciden porque en las cárceles no hay actividades, dice, y esto se debe a que en estos lugares no hay dinero.

Por ello, asegura que en vez de quejarse del gobierno y del mal funcionamiento en estos centros ella decidió actuar.

Iniciativa Plan B

Tatiana relata que las mujeres que están en reclusión sufren un abandono brutal, debido a que ellas son el tejido social de sus familias; y este se descompone cuando entran a la cárcel. A través de su iniciativa Plan B ella busca reconstruirlo.

A dos semanas de haber iniciado la convocatoria, ya se reunieron más de 3 mil libros; mismos que serán administrados por dos mujeres privadas de la libertad, a quienes se les capacitará como bibliotecarias.

El proyecto de Ortiz incluye además actividades como costura, bordado o manualidades en las que puedan crear con sus manos productos para autoemplearse y ser proveedoras de sus familias.

“Esta iniciativa se llama Plan B, es muy importante porque está creciendo mucho a nivel nacional, lo que hemos hecho en el último año es capacitar, educar y emplear a mujeres en prisión”, explica.

A estas tareas que buscan incidir en el cien por ciento de las mujeres en reclusión en el país ahora se suma la creación de esta biblioteca.

“Nos interesa muchísimo el apoyo, porque parte de la filosofía de Plan B es que nosotros somos un equipo de mujeres que contagiamos de entusiasmo, de hacer las cosas, a la demás gente.

“Creemos en la sororidad, y que la solidaridad y el apoyo entre mujeres va a cambiar este mundo. Necesitamos del apoyo de todos los mexicanos que quieran impactar y que entiendan la necesidad de este país por tener sus manos actuando por solucionar los problemas”, dice.

Los libros se pueden entregar hasta el 4 de octubre en un coworking de mujeres que se llama MIA Co-Growing, ubicado en la avenida de la República 157, piso 5, en la Colonia Tabacalera.

Este trabajo se realiza desde hace tiempo en países europeos como España, Francia y Polonia, explica.

“Lo más importante es que nuestra misión en este proyecto, y es muy importante subrayarla, es vincular a la sociedad civil con la sociedad penitenciaria, vincular a las personas con los problemas reales.

“Entonces no somos un espacio para deshacerte de tus libros, no recibimos cualquier libro, lo que hacemos para lograr este vínculo y esta emoción de entender lo que vive una mujer en reclusión es una dedicatoria”, agrega.

De acuerdo con el Censo Nacional de Gobierno, Seguridad Pública y Sistema Penitenciario Estatales 2017, del Inegi, al cierre del 2016 en el país se registró un total de 188 mil personas privadas de la libertad en los centros penitenciarios de las entidades federativas.

De esa cantidad, el 95 por ciento eran hombres y el 5 por ciento restante mujeres. El documento indica que para ese año los gobiernos locales reportaron que 111 mil personas en prisión, es decir, el 59 por ciento, ejercieron alguna actividad ocupacional durante su tiempo en reclusión.

De estos, 71 mil 779, el 38 por ciento, estudiaban o recibían alguna capacitación, y 16 mil 73 realizaban otro tipo de actividad.

Esto es importante, pues Tatiana destaca que la falta de oportunidades en prisión provoca la reincidencia, además de que las mujeres sufren más al estar tras las rejas.

“Los casos son muy extremos y muy complejos porque las mujeres sufren una doble condena o un doble castigo: que es el legal y el moral”, dice Ortiz Monasterio.

Aunque el proyecto busca llegar a todas las prisiones del país, por ahora en el penal de Santiaguito se inaugurará la primera biblioteca antes de que termine el año, promete Tatiana.

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