La manera en la que se preparó Ricardo Anaya para el primer debate presidencial rindió frutos.
El candidato de la coalición Por México al Frente, supo utilizar a su favor el formato del ejercicio democrático para lograr atacar, evitar que sus rivales le respondieran y conseguir dar a conocer sus propuestas.
En materia de violencia e inseguridad, el panista habló de una estrategia a partir de dos ejes en concreto.
Por un lado dijo que se debe actuar en materia de prevención impulsando la educación, la cultura y el deporte.
Por otro lado explicó que estos problemas se deben atacar de raíz y propuso desmantelar a los grupos del crimen organizado mediante la utilización de inteligencia y no sólo acabando con sus cabecillas.
El aspirante planteó la necesidad de duplicar el número de policías en el país y certificarlos para garantizar que puedan llevar a cabo su trabajo, seguir utilizando a las Fuerzas Armadas hasta que las policías se puedan hacer cargo y, por último, garantizar un Fiscal General independiente y autónomo.
En cuanto a sus propuestas para el combate a la corrupción y la impunidad, el expresidente nacional del PAN dijo que en caso de llegar a Los Pinos reformará el artículo 108 constitucional para que el presidente de la República pueda ser juzgado, además de proponer cárcel y “muerte” civil (inhabilitación) a los funcionarios corruptos.
Al ser cuestionado sobre su escándalo de lavado de dinero, Anaya aseguró que no existen acusaciones formales contra él y que el Tribunal dio a conocer que la PGR fue utilizada de manera facciosa por el Estado para descalificarlo.
Para lograrlo, cuestionó a algunos de los personajes que ahora forman parte de su campaña de López Obrador como a Napoleón Gómez Urrutia, ex líder del sindicato de los mineros que se encuentra en el exilio.
Por último, en el mensaje que dio después del debate, Anaya aseguró fue el ganador de este ejercicio y que también ganará los comicios del 1 de julio.