Un factor que ha abonado a la crispación de Morena, es el mantener las puertas abiertas a figuras y estructuras enteras provenientes de los partidos antagónicos a la llamada cuarta transformación.
En un buen número de casos, dándoles espacios en puestos de elección popular, así signifique dejar de lado a la militancia de base.
Desde que en 2017 y 2018, cuando se vislumbró la oleada que aún continúa, miembros de los partidos hoy opositores comenzaron a buscar espacios en Morena, se levantaron voces en contra.
A las críticas de los militantes del partido se sumó la entonces dirigente Yeidckol Polevnsky, quien en 2019 dijo que “son muchas las sabandijas que se nos han infiltrado”.
Además de casos durante las últimas elecciones que han llegado hasta gubernaturas, como Miguel Barbosa en 2018 o Lorena Cuéllar en 2021, en el proceso interno de Morena también se vieron ejemplos similares.
Está Julio César Moreno, experredista y excrítico de López Obrador que logró más de cuatro mil votos para ser delegado por la alcaldía Venustiano Carranza.
Otro es Luis Fernando Salazar, antiguo panista vinculado al grupo de Felipe Calderón, incluido en la contienda por la candidatura a gobernador de Coahuila. Aunque se han presentado otros similares como el de José María Martínez, coordinador en el Congreso de Jalisco, y Cruz Pérez, alcalde de Ciudad Juárez, también salidos de Acción Nacional.
El profesor Javier Santiago Castillo, académico de la Universidad Autónoma Metropolitana, explica en entrevista con Reporte Índigo que estos grupos no solo se han sumado a Morena, sino que buscan mantener los cotos de poder que lograron consolidar como parte de otras fuerzas políticas.
Por otro lado, también plantea que “dada la debilidad de los partidos, esto ha llevado a que se creen grupos políticos horizontales que cruzan diversos partidos. Son grupos políticos de personas que unas militan en un partido, otras en otro, pero en cuanto llegan al poder se ayudan entre ellos. También se da el caso que a veces tienen hasta negocios comunes”.
El académico recalca que “no son gratuitas estas alianzas, son cuestión de intereses. O están pagando una deuda política, o hay otro tipo de intereses económicos también. No nos sorprendería tampoco”. Siendo una posibilidad que la dirigencia de Morena esté pagando por el apoyo que estas estructuras dieron al partido en determinado momento.
Para sustentar el comentario del profesor Santiago Castillo, basta recordar las polémicas en torno a los cargos diplomáticos que López Obrador otorgó a los exgobernadores priistas de Sinaloa, Quirino Ordaz, y de Campeche, Carlos Aysa. Ambos estados ganados por Morena en 2021, lo que desató una serie de señalamientos sobre su operación en las elecciones.
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