[kaltura-widget uiconfid=”38728022″ entryid=”1_x1mgnizb” responsive=”true” hoveringControls=”false” width=”100%” height=”75%” /] El partido del presidente electo Andrés Manuel López Obrador celebrará este fin de semana su primer congreso nacional luego del histórico triunfo en las elecciones del 1 de julio. La reelección de Yeidckol Polevnsky como dirigente será el principal tema a discutir, pero no será el único.
En tan sólo 4 años Morena pasó de ser el refugio de López Obrador, tras su ruptura con el PRD, a convertirse en la primera fuerza política del país, ganando la presidencia, la CDMX y controlando el Congreso federal.
Hay un plus: el financiamiento público que recibirá Morena el próximo año tras la elección del 1 de julio se estima que será de hasta mil 600 millones de pesos por año; tres veces más de lo que obtuvo la última vez.
No sólo es dar el ‘salto’ de la oposición al poder. El PAN, por ejemplo, cuando llegó a la presidencia en el año 2000, dando paso a la alternancia, ya tenía detrás de sí un largo recorrido institucional. Incluso el PRD en 1997 cuando ganó en la Ciudad de México ya había formado su propia estructura interna y externa.
En el caso de Morena, surgido en el 2012 como un movimiento de defensa del voto y después convertido en uno político en 2014, tendrán que organizarse internamente y estructurarse después de haber accedido al poder.
Aunque con los actuales estatutos de Morena no se contempla que la actual dirigente, Yeidckol Polevnsky, pueda reelegirse para un nuevo periodo, en el V Congreso Nacional Extraordinario se discutirán algunos cambios estatutarios, lo que podría favorecer a la morenista.
A pesar de que hay algunos grupos que están en contra de que Polevnsky se mantenga como presidenta nacional de Morena, el consenso general entre los principales liderazgos es apoyar la continuidad de su mandato para evitar el desgaste que significaría una contienda interna.
Lo único que quedaría por acordar es si la actual dirigencia se mantendría por un periodo completo de 3 años, o sólo por un año para preparar una transición más tersa y con reglas claras para los interesados.
Precisamente por ello, en uno de los puntos del orden del día del Congreso, está la propuesta de creación del Instituto de Formación Política de Morena, una instancia que permitirá formar y capacitar a sus dirigentes, representantes y operadores políticos.
Otro de los temas que se tratarán durante el encuentro será el fortalecimiento de los cuadros de Morena y de la militancia en todo el país, una base sobre la que esperan construir los futuros triunfos electorales.
Sin embargo, conscientes de que las exigencias serán muy altas debido a las promesas de campaña y al mandato de un cambio que recibieron en las urnas, los liderazgos de Morena saben que el reto que tienen por delante no es menor, por eso preparan, de forma paralela al fortalecimiento del partido, un plan de acompañamiento al programa de gobierno federal y a la agenda legislativa, todo ello será abordado el domingo aunque la discusión se prolongará después del Congreso.
“Lo que tenemos que lograr es que la esperanza se mantenga arriba, lo que tenemos que provocar es que Morena no sea simple y sencillamente un partido más, tenemos que lograr que Morena se convierta en el instrumento para la transformación del país”, señala Ricardo Monreal, Senador electo de Morena.
A diferencia de otros partidos como el PRI, el PRD y el PAN que viven sus muy particulares procesos postelectorales internos, Morena lo hace desde la victoria, desde el impulso que le da el triunfo en la elección presidencial, desde su mayoría en el legislativo federal y desde sus cinco gubernaturas.
Pero no por ello el partido está exento de las intrigas y de la lucha interna del poder.
El proceso electoral que culminó ya dejó entrever algunas diferencias entre distintos personajes y grupos de poder internos en Morena, las cuáles fueron muy visibles por las pugnas de las distintas candidaturas.
Hoy, la principal lucha es por el reacomodo de fuerzas al interior del partido, no sólo en los órganos de dirección nacional, sino también en los Consejos Estatales, donde ya se han registrado algunas diferencias entre quienes aspiran a encabezar al partido en las distintas entidades.
El gran reto, después de proclamarse como el nuevo partido dominante en la política mexicana, es fortalecer la estructura del partido a nivel nacional para que le permita a Morena dominar el escenario político-electoral en los próximos años.
Para ello tendrá que sortear las luchas internas por el control del partido e intentar cerrar las puertas a las prácticas que hicieron caer en el desprestigio a partidos como el PRI, el PAN o el PRD.
En diversos momentos, algunos de los principales liderazgos de Morena han coincidido en que este movimiento no puede convertirse en el ‘nuevo PRI’ o en el nuevo partido de Estado, sino que debe convertirse en una institución política que cuente con su propia agenda, organización y autonomía.
“Es fácil mantener la sana distancia. Cada uno se dedica a su actividad: el partido a hacer política y el gobierno a gobernar”, advierte Monreal.
La sucesión
Yeidckol Polevnksy tomó la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional de Morena en diciembre de 2017 en sustitución de Andrés Manuel López Obrador, quien dejó el cargo para contender por la Presidencia de la República, aunque de manera informal ya había estado encargada del manejo del partido desde mucho tiempo antes, dejando al tabasqueño enfocarse en su tercera candidatura.
El periodo de Polevnksy como dirigente nacional culmina este 2018 (el término que correspondía a López Obrador era de 2015 a 2018) y estatutariamente está establecido que no podría ocupar nuevamente la dirigencia en un periodo inmediato, sino que tendría que esperar al menos 3 años para volver a buscar la presidencia del partido.
Entre los puntos de la agenda del Congreso del próximo domingo está una propuesta de modificación al estatuto y procedimientos para la renovación de los órganos de dirección de Morena, lo cuál previsiblemente abriría la puerta para un periodo consecutivo de Polevnsky con el respaldo de López Obrador.
Se espera que de confirmarse la intención de Polevnsky para continuar en la dirigencia, ésta sea respaldada por el grueso de los consejeros con derecho a voto en el Congreso, aunque existe alguna resistencia por parte de algunos liderazgos internos que estarían a favor de una renovación.
Sin embargo, quienes están en desacuerdo por un nuevo periodo de la actual dirigente no cuestionarían abiertamente los cambios estatutarios y la posibilidad de reelección debido al control que aún ejerce López Obrador en el partido.
Fuentes al interior de Morena confirman que el consenso mayoritario es que Yeidckol continúe al frente del partido, aunque aún queda por determinar el tiempo. Hay quienes sugieren que su mandato se extienda a un año solamente y otros quienes apoyan un periodo completo de 3 años.
Sea cual sea la determinación que se tome en el Congreso, la apuesta es por la continuidad de una dirigencia que en general cosechó buenos resultados. Lo único que queda abierto es la posibilidad que el próximo año pudiera convocarse a una elección interna.Todo dependerá de los cambios en los estatutos y de los acuerdos entre los distintos grupos.
En lo que sí hay una coincidencia es que una elección interna con dos o más aspirantes sería contraproducente y generaría un desgaste innecesario en el partido, pues consideran que hay asuntos más importantes en la agenda de Morena, tanto de acompañamiento al gobierno como a nivel interno.
Además el partido tendrá que resolver el tema de la renovación de las dirigencias de los Comités Estatales, sobre todo tomando en cuenta que han habido conflictos en algunas entidades por las dirigencias locales.
En San Luis Potosí, por ejemplo, algunos militantes han señalado malos manejos por parte de la actual dirigencia y acusan el secuestro del Comité Estatal, cerrando la posibilidad de que otros cuadros de Morena puedan optar por la dirigencia.
En otras entidades como en Puebla hay inconformidad también por parte de las bases ante la posibilidad de que personajes que recién se incorporaron al partido para el ya concluido proceso electoral puedan llegar a las dirigencias estatales por encima de otros aspirantes que han estado desde el inicio del partido.
De igual forma hay molestia porque estos personajes recién llegados a Morena pudieran ocupar puestos en la administración pública federal o en los gobiernos estatales y municipales encabezados por este partido por encima de otros militantes con más trayectoria.
Sin embargo se espera que la presencia de López Obrador en el V Congreso Nacional Extraordinario disminuya considerablemente la posibilidad de los reclamos de manera abierta, aunque mientras vaya alejándose de las decisiones internas del partido, los conflictos más temprano que tarde podrían salir a relucir.
Morena no será un partido de Estado
Para el Senador electo, Ricardo Monreal Ávila, es imperativo que Morena pueda consolidarse como partido político manteniendo una sana distancia del gobierno.
El Jefe Delegacional con licencia de Cuauhtémoc señala que la institución deberá ser un acompañante en la ejecución de las políticas públicas que ha venido proponiendo el presidente electo Andrés Manuel López Obrador, pero conservando su autonomía y construyendo su fortaleza interna.
“Les garantizo que Morena no será un partido de Estado, les aseguro que no será un partido del gobierno, sino que será un partido que actuará de manera independiente, autónoma y que el propio gobierno desea que transite con su propia organización dentro del régimen de partidos que existe en el país.
Morena tendrá que ser muy reflexivo en torno al mandato popular y tendrá que ser también una organización que pueda provocar cambios profundos en el país. Morena sabe muy bien como partido el papel que le corresponde y no sucumbirá, no cederá ante las tentaciones de convertirse en un partido de Estado, ni lo queremos, ni lo deseamos”, recalca.
Monreal destaca que Morena llega a su Congreso muy fuerte, muy sólido y con una muy alta expectativa de un buen gobierno que cumpla sus compromisos, por lo que una de las tareas fundamentales del partido será delinear los mejores mecanismos para coadyuvar al éxito del próximo gobierno.
“Nosotros tenemos que innovar las estrategias de participación política y generar condiciones de mayor confianza para que Andrés Manuel camine aplicando sus políticas públicas de manera consensuada, de manera abierta y de manera firme”, señala.
Por último, el exgobernador de Zacatecas resalta la importancia de que Morena siga un rumbo claramente diferenciado de los partidos políticos tradicionales, y que a pesar de los triunfos, continúe siendo un instrumento en beneficio de la población.
“Lo que tenemos que lograr es que la esperanza se mantenga arriba, lo que tenemos que provocar es que Morena no sea simple y sencillamente un partido más, tenemos que lograr que Morena se convierta en el instrumento para la transformación del país”, detalla.
No perder el piso
Morena llegará como un partido muy sólido, crecido por el triunfo y hasta ‘presumido’ a su Congreso Nacional, pero no por ello debe de eludir la responsabilidad histórica que tiene después de los resultados del 1 de julio, además tiene que ser consciente de la exigencia que tendrá por parte del electorado, afirma José Francisco Vázquez, coordinador del grupo legislativo de Morena en el Congreso del Estado de México.
Vázquez, uno de los líderes del partido en el Estado de México señala que los dirigentes, militantes y candidatos electos de Morena están obligados a no ‘perder el piso’ y mantener su compromiso y su integridad.
“Tenemos que entender que se deben acabar esos festejos. Tenemos que actuar cumpliendo con nuestro decálogo y con nuestra política de austeridad. Que no perdamos el piso, porque hay que decirlo, es de humanos, pero debemos tener muy claro que la gente votó porque vieron a los candidatos de Morena comprometidos a cumplir la expectativa”, apunta.
Asimismo, advierte que uno de los principales retos para el partido será transitar de partido opositor a partido gobernante, y al mismo tiempo fortalecer la estructura interna, es decir, no descuidar la vida democrática del partido.
“La distancia no se puede negar, es parte de esa dualidad de ser partido-gobierno, que nunca habíamos tenido. Tenemos que dejar de decir que el gobierno está fallando, porque nosotros somos el gobierno. En cierta medida ya dejamos de ser Morena y ahora somos gobierno.
Pero tampoco podemos olvidar que para poder ocupar un cargo, para poder llegar a donde llegamos se necesitaba un partido y se necesita estructura”, concluye.