El hallazgo de un joven muerto de un disparo de arma de fuego en la cabeza en la Prepa Tec campus Valle Alto al sur de Monterrey, Nuevo León, se suma a otras tragedias suscitadas en centros de estudio de la capital de Nuevo León que han enlutado a la sociedad regiomontana.
A reserva de la investigación oficial, la información preliminar acerca del incidente de esta mañana en el plantel educativo del Tecnológico de Monterrey apunta hacia un suicidio.
La mañana del 18 de enero de 2017, Federico Guevara un estudiante de 15 años de secundaria, disparó un revólver en contra de sus compañeros de clase y de su maestra y después se disparó en la boca, dejando una sociedad conmocionada que no había presenciado un acto de esta naturaleza.
Tanto el agresor como la profesora Cecilia Solís perdieron la vida, ésta última más de dos meses después del ataque. En las imágenes captadas por una cámara del plantel, se observa como el estudiante saca de su mochila el arma y comienza a disparar, ocasionando que la mayoría de sus compañeros huyan del salón de clases. Otros tres alumnos que resultaron heridos pudieron recuperarse, aunque la tragedia dejó marcas profundas en la sociedad nuevoleonesa.
Posteriormente se supo que Federico sufría cuadros de depresión, y que el arma con que perpetró el ataque era parte del arsenal de su padre, con quien practicaba la caza deportiva.
La noche del 19 de marzo, dos estudiantes del plantel ubicado en las avenidas Eugenio Garza Sada y Luis Elizondo fueron asesinados por miembros castrenses, quienes además intentaron criminalizaran a los alumnos Jorge Antonio Mercado Alonso y Javier Francisco Arredondo Verdugo.
En las primeras versiones se indicaba que los jóvenes, de quienes se dijo eran presuntos sicarios, iban fuertemente armados y que habían atacado a los militares, siendo esa la razón por la que fueron abatidos. Incluso los soldados modificaron la escena del crimen para darle verosimilitud a la teoría.
Sin embargo, pronto esta teoría terminaría cayendo, pues los presuntos delincuentes eran estudiantes destacados del Tec, quienes habían sido asesinados por las Fuerzas Armadas, sus cuerpos manipulados, golpeados y rematados con el tiro de gracia. Una tragedia que mancharía a la Sedena.