Mantener en operación el actual Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) y habilitar la Base Militar de Santa Lucía como una segunda terminal aérea, no solo puede poner en riesgo la seguridad de las personas por el cruce en la ruta de descenso de las aeronaves, sino terminaría demorando aún más el tráfico aéreo en la capital del país.
Fue la conclusión a la que llegó MITRE, el organismo sin fines de lucro —con origen en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés)— que entregó la madrugada del 15 de agosto un análisis de la propuesta de Andrés Manuel López Obrador de construir dos pistas más en la Base Militar de Santa Lucía.
Desde antes del inicio de la campaña electoral, López Obrador propuso tener en operación dos aeropuertos y poder cancelar así la construcción del aeropuerto en Texcoco.
MITRE, sin embargo, concluye que ese proyecto no es viable por
“El Plan Alternativo (de dos pistas en Santa Lucía) no es considerado viable por MITRE desde una perspectiva aeronáutica bajo los estándares actuales, la tecnología y las metodologías de diseño. No hay soluciones obvias que no se hayan explorado y, por lo tanto, existe un riesgo claro y actual de que el objetivo de ampliar la capacidad operativa global para la Ciudad de México no se logre en una de las iniciativas.
“El Plan Alternativo resultaría en la creación de un sistema de espacio aéreo severamente congestionado y complicado que probablemente incrementaría las ya importantes demoras del tráfico aéreo y problemas operativos, que impedirían satisfacer la demanda futura de aviación en el área metropolitana de la Ciudad de México”, concluye el informe.
El mayor problema de esta opción es que las rutas de descenso hacia los aeropuertos Benito Juárez (actualmente en operación) y Santa Lucía (la Base Militar) se encuentran en San Mateo, en el Estado de México, donde se crearía una zona de interferencia.
Para solucionar esa interferencia, lo que debería suceder es que se espaciarán los vuelos, lo que provocaría demoras en ambos aeropuertos.
Eso, o permitir que las aeronaves realicen su descenso a una altitud más baja de lo que se necesita, sin que los controladores aéreos puedan detectar los vectores, guiándose solo por satélite, lo que no sucede en ningún aeropuerto de gran escala en el mundo.
“Los controladores no pueden rastrear aeronaves vectoriales fuera de la ruta debido al terreno. Se debe proporcionar la separación mínima requerida entre las aeronaves sucesivas desde el inicio del procedimiento PBN (potencialmente una distancia mucho más larga que la que ocurre hoy desde San Mateo).
“Las aeronaves deben configurarse para aterrizar distancias largas con aletas y tren de aterrizaje hacia abajo, lo cual es extremadamente ineficiente y quema grandes cantidades de combustible. El mal tiempo, incluidas las turbulencias, tormentas eléctricas y el viento, a lo largo de la ruta PBN podría cerrar esa ruta por razones de seguridad y potencialmente cerrar la pista de llegada si no hay rutas alternativas disponibles”, expone el informe.
Además, el Plan Alternativo (propuesto por López Obrador) no explicó cómo sería el trazo de las pistas en la Base Militar de Santa Lucía, por lo que MITRE las trazó y concluyó que serían muy cortas para el tipo de aeronaves que aterrizarían ahí.
Esto, sin contar con que se tendría que demoler el edificio de la Base Militar; y se contaminaría la zona con el ruido de los aviones.
MITRE señala como única opción —después de haber explorado varias— la de la construcción del aeropuerto en Texcoco, donde hoy se construye el Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM).
“Texcoco ‘2’ (NAICM) ofrece una mayor capacidad de tráfico aéreo en un solo aeropuerto, que las capacidades potenciales combinadas (‘capacidad global’) de un AICM combinado con una ampliación de Santa Lucía”, sostiene el informe.
La única otra opción viable sería demoler una gran cantidad de viviendas para dejar un terreno disponible en la Ciudad de México, señala MITRE, lo que es irrealizable a todas luces.