A la par de la pandemia del Covid-19 ocurre otra tragedia silenciosa, la de los migrantes indocumentados, que al igual que el virus de Wuhan no reconoce fronteras, y si no se atiende a tiempo podría ocasionar una crisis humanitaria.
Por la frontera norte de México todos los días ingresan camiones de indocumentados deportados, muchos de ellos son connacionales y otros tantos migrantes centroamericanos, que al llegar a territorio nacional se quedan en el limbo debido a que sus países cerraron sus fronteras por la crisis de salud y no pueden ser repatriados.
En la frontera sur, en las Estaciones Migratorias y Estancias Provisionales del Instituto Nacional de Migración (INM) la crisis se agravó, las personas que se encuentran en esos lugares viven en hacinamiento, sin atención médica y sin las condiciones mínimas de higiene.
Esta situación provoca miedo de contagio entre la población detenida, temor que detonó un motín el 31 de marzo en la estación de Tenosique, Tabasco, en el que murió un ciudadano guatemalteco y 15 personas más resultaron lesionadas.
Mientras tanto, en Estados Unidos las políticas antimigratorias del presidente Donald Trump no cesan, incluso se han intensificado durante la pandemia.
El magnate neoyorkino anunció que ningún migrante indocumentado será beneficiario de los programas sociales para mitigar la crisis económica, además, debido a la pandemia, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) anunciaron que prohibirán la entrada de extranjeros considerados como un “peligro grave” para la propagación de la enfermedad.
La medida emitida el 21 de marzo pasado también anula las leyes de inmigración existentes, lo que agiliza los procesos de deportación.
Según datos del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos (ICE por sus siglas en inglés), desde que entró en vigor la medida han deportado a 6 mil 300 personas por su frontera sur, pero según cifras de la asociación Pueblo Sin Fronteras, cada día llegan a México alrededor de mil personas a quienes no se les verifica su nacionalidad y no les dan atención médica, solo les toman la temperatura y los dejan del lado mexicano.
“Está difícil la situación aquí en la frontera, los americanos están deportando las 24 horas del día y de este lado no se encuentra nadie recibiendo ni a los mexicanos, ni a los centroamericanos.
“Nadie los recibe, por lo mismo no sabemos cómo está su salud. Supimos de dos personas repatriadas de Guatemala que tenían coronavirus, pero no sabemos más, la situación no se está tomando con seriedad por ningún gobierno”, advierte Irineo Mujica, defensor de los derechos de los migrantes y quien actualmente dirige dos albergues, uno en Sonoyta y otro en Caborca, Sonora.
Ante el abandono de las autoridades por la cabeza de Irineo nunca cruzó la idea de cerrar los albergues, pese a que en conjunto tienen una población de más de 250 personas y que las carencias cada día son mayores.
El activista sabe que si cierra nadie más va a ayudarlos, ya que es imposible para los migrantes indocumentados quedarse en casa porque no tienen una.
“No tenemos los recursos para poderlos ayudar a todos pero vemos la manera. Por ejemplo, el otro día para mantener esto más limpio pedimos a todos que se bañaran antes de dormir y cuando entran y salen del albergue hay botes con agua”, narra.
Debido a la falta de filtros en ambos lados de la frontera, Irineo cuenta que todos los días llegan decenas de migrantes, varios de ellos con síntomas de Covid-19, a quienes tratan de ayudar improvisando con lo que tienen y cómo pueden.
“Aplicamos las medidas sanitarias recomendadas, les pedimos que se laven las manos y hacemos mascarillas con la ropa ya desgastada. Tratamos de mantener lo más que se pueda la buena salud de los migrantes porque decidimos no cerrar los albergues en la frontera, porque si cerramos la gente se va a quedar afuera y si alguno está infectado no habrá manera de que los atiendan. Aunque sea peligroso queremos seguir atendiéndolos, no les vamos a dar la espalda”, sentencia.
Ayer, el ICE informó al Congreso que 11 nuevos migrantes dieron positivo por coronavirus, sumando en total a 72 personas, población que de ser deportada sin los debidos cuidados ni el seguimiento médico podrían infectar a muchos individuos más.
Para Irineo, el principal problema es la indiferencia de las autoridades mexicanas, quienes ni siquiera le han ofrecido jabón para continuar ayudando a los migrantes indocumentados.
“El Gobierno federal así como los estatales y municipales brillan por su ausencia, no tienen ningún plan de contención para los albergues y la verdad es que de la salud de los migrantes también depende la salud de los mexicanos.
“Nos preocupa también que el Gobierno federal no haya elaborado un plan para la protección de los migrantes, ha sido sordo a todas nuestras peticiones.
“No sabemos en dónde va a terminar todo esto, pero sí pedimos al presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, y al licenciado Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración, que no pongan más en riesgo la vida de los mexicanos ni la de los migrantes”.