México rulfiano
No pasa el tiempo en el pueblito de Sayula de Juan Rulfo y tampoco en las historias que forman parte de una obra que lo consagró quizás como el mejor escritor mexicano; por eso hoy, en su aniversario luctuoso, lo recordamos
Azaneth CruzNo pasa el tiempo en el pueblito de Sayula de Juan Rulfo y tampoco en las historias que forman parte de una obra que lo consagró quizás como el mejor escritor mexicano.
Con tan sólo dos novelas, “El llano en Llamas” y “Pedro Páramo”, el escritor, fotógrafo y excursionista por pasatiempo y pasión, lograría convertirse en un autor obligado de la literatura mundial.
La obra de Rulfo –a 100 años de su nacimiento y 31 años de su muerte- hoy está más vigente que nunca generando polémica incluso entre la nueva generación de narradores mexicanos.
“Su obra es inagotable y magnífica, además, es como si te hablara la voz más íntima del campo mexicano cuando él cuenta sus historias”, dice el escritor y cronista mexicano, Juan Villoro, entrevistado por Reporte Indigo.
Entre sus lectores lo que provoca la obra de Rulfo es una sensación de evocación generada por sus personajes fantasmales más vivos que nunca.
¿Quién no recuerda el primer encuentro con una obra de Rulfo? ¿Quién no puede sentir la confusión –para quienes lo leyeron a una edad temprana- que les producía la primera lectura de “El Llano en llamas”?
¿Quién no recuerda la magia de sus letras y esa atracción irresistible que provocaba?
“Cuando leí en el último año de secundaria ‘Pedro Páramo’, no logré comprenderlo, sin embargo, dejó una sensación de fascinación en mí que hizo que en la prepa, al encontrarme de frente con ‘El Llano en llamas’, lo tomara y lo decidiera leer.
“Yo creía que ‘El llano en llamas’ era una novela, que, al igual que ‘Pedro Páramo’, poseía de una estructura un tanto rara. Un día, saliendo de la biblioteca, mi profesor al verme con el libro en la mano me explicó que no entendía ‘El llano en llamas’ por una simple razón, pues una era una novela y la otra un libro de cuentos”, recuerda el escritor Eduardo Parra.
Para otros escritores como Alberto Vital, autor de ‘Noticias sobre Juan Rulfo’, la última biografía del escritor le causó, desde su primera lectura, una enorme fascinación.
“Cuando era adolescente comencé con la lectura de la obra de Rulfo, primero ‘El Llano en Llamas’, luego ‘Pedro Páramo’. Yo ya había leído literatura de niños como ‘Los tres mosqueteros’ y a Julio Verne que, aunque eran mundos fascinantes, me parecían muy lejanos, dejándome la idea de que la literatura sólo podía ser lejana, y con Rulfo no”, dice con un toque emoción en su voz el también coordinador de Humanidades de la UNAM.
El mundo literario de Rulfo
Los retratos de un pueblo marginado y relegado formaron parte importante de los impulsos de Juan Rulfo a la hora de escribir, pues su obra retrata en gran medida la injusticia que sus ojos percibían con los olvidados de una sociedad que decidía a quién se le debía escuchar.
Investigadores de la obra del escritor jalisciense describen que es la perspectiva crítica del autor de “Pedro Páramo” ante la pobreza, la injusticia y la violencia lo que da a su obra, dentro un realismo mágico, un contexto de verdad.
“Es cómo logra llevar al lector, sea cual sea su edad, sea cual sea el momento de su vida, a darse cuenta de que la realidad es un asunto difícil que todavía no hemos asimilado como sociedad”, opina Jorge Zepeda, considerado uno de los especialistas en la obra rulfiana.
Para el narrador originario de Tijuana, Heriberto Yepez, es la perfección formal en su obra, lo incorregible de su prosa y lo poético de sus letras, lo que pone a Rulfo en un nivel de genio literario.
En torno a Rulfo, hay decenas de leyendas como la que asegura que no era de este planeta por su perfección literaria.
“Alguna vez me contaron que cuando Juan Rulfo cambiaba una palabra o frase de lo que escribía, la encerraba y luego pensaba con qué palabra la iba a sustituir, pues tenía que tener exactamente las mismas sílabas y las mismas acentuaciones que poseía la anterior. Ese instinto por esa musicalidad, era algo que no deseaba perder”, dice Eduardo Parra, autor de la novela ‘Juárez, el rostro de piedra’.
De acuerdo con expertos y escritores, eran las descripciones del paisaje lo que hacía de la literatura de Rulfo algo especial, pues la utilización de los verbos en sus textos hacía parecer que nada se detenía y que incluso sus muertos gozaban de una vida que los hacía reflexionar.
“Desde el punto de vista técnico, en sus cuentos existe una confrontación entre la vida interior de sus personajes, la cual ocurre con enorme lentitud, con una gran densidad y con una reflexión profunda sobre lo que está pasando, mientras que en el mundo exterior, ‘el mundo de los sucesos’, se caracteriza por ser vertiginoso y por lo que ocurre todo el tiempo de una forma trepidante”, explica Juan Villoro, ganador del Premio Herralde de Novela 2004.
“Entonces, queda siempre ese contraste tenso entre lo que nosotros percibimos y la manera en que transcurren las cosas. Un sello de Juan Rulfo muy especial”.
Fotografía, su otra pasión
De paisajes urbanos, de personas, o arquitectura, Juan Rulfo demostró en la fotografía una de sus grandes habilidades creativas, y aunque ‘aficionado’, como se autodenominaba, logró una amplia distinción por fotógrafos internacionales como la estadounidense Susan Sontag, quien lo describió en 1996 como uno de los fotógrafos más importantes de América Latina.
Pocos conocían esta faceta fotográfica del autor de los cuentos “Luvina” y “¡Diles que no me maten!”, sin embargo, fue parte de esta pasión lo que lo llevó a publicar sus primeros trabajos en la revista América en el año de 1949.
En 1980, el Palacio de Bellas Artes albergó la primer exposición fotográfica de Juan Rulfo.
De acuerdo con el libro del investigador Alberto Vital, “Noticias sobre Juan Rulfo”, en la fotografía, el también escritor captaba y sugería la vida, la permanencia y las posibilidades futuras del México indígena y rural, aunque, no sin exponer los augurios y los peligros que se encarnaban.
Como los mitos y leyendas, se habló de la existencia de más de 6 mil negativos que formaron parte de su amplio legado en la fotografía.
Más actual que nunca
Juan Rulfo era un escritor que nunca fue indiferente a temas que tenían que ver con la población indígena y las personas marginadas de su país, por lo que en su obra se haya plasmada la realidad con un tono, que, de acuerdo con el escritor mexicano Heriberto Yepez, nos dice: “tú que estás al otro lado de la página, aún puedes hacer algo. ¿Lo haces o no lo haces?”.
Expertos mencionan que sus temas, aunque plasmados en el contexto socio-cultural y político de otro tiempo, cobran mucha relevancia en situaciones de nuestra actualidad.
“Una de sus obras que me remite a nuestros días es ‘El llano en llamas’, pues era la violencia retratada en la historia de unos paisanos que intentan cruzar el Río Bravo para llegar a los Estados Unidos, y que son acribillados al final, contexto literario, que nos demuestra que nada ha cambiado. Llevándome a pensar en el tiempo de Trump o en los tiempos de Obama”, cuenta Juan Villoro, autor de ‘Los Culpables’.
Introvertido, de una timidez notable, como algunas personas describen a este genio de las letras, Rulfo lograba transportar a sus lectores a todo tipo de temas y situaciones, entre ellos, el amor.
Otra de las grandes inquietudes que plasmaba en sus libros, además del sentir del pueblo mexicano, era su preocupación literaria.
¿Por qué dejó de escribir?
Aunque muchos de los autores literarios no son de otro mundo, son sus historias, mitos y vida lo que los convierte en una leyenda.
Por ese motivo los escritores mexicanos nos remontan a anécdotas y mitos que tuvieron la oportunidad de presenciar o escuchar.
“Recuerdo que una de las experiencias que más me marcó ocurrió cuando vivía en Berlín, ahí, el escritor Juan Rulfo tuvo una lectura con Günter Grass, un escritor alemán. En dicho evento, que ocurrió a principios de los años 80, Grass había olvidado sus lentes, sin embargo, era compatible con la graduación de Rulfo, por lo que el escritor mexicano se los prestó. Al colocarse los lentes de Rulfo para dar inicio a su lectura el escritor Günter Grass dijo: ‘Al fin voy a poder leer con los ojos de Juan Rulfo’. Fue un momento muy especial para mí”, recuerda Villoro.
Uno de los mitos que ha trascendido con el tiempo y de generación a generación ha sido la razón por la que el escritor de Sayula dejó de escribir o mejor dicho, de publicar.
“José Emilio Pacheco decía que cuando Juan Rulfo dejó de beber, fue obligado a internarse en una clínica, una especie de manicomio en Tlalpan en donde recibió electroshocks. De acuerdo con lo que José Emilio me contó, yo sitúo como una probabilidad que a consecuencia de esos electroshocks dejó de escribir. Las versiones son muchas, incluso el mismo Rulfo era lo suficientemente listo para cambiar su versión cada vez que le preguntaban”, dice Parra.
¿Marca registrada?
A días de la celebración del centenario del escritor mexicano Juan Rulfo, la controversia ha alcanzado su obra con el problema ocurrido entre la Fundación Juan Rulfo y el último libro publicado por la escritora Cristina Rivera Garza titulado “Había mucha niebla o humo o no sé qué”, en el cual arma su propio retrato de Rulfo en el que resalta todo lo que es peculiar y relevante de un hombre que pasó grandes dificultades para mantener a su familia, según la investigación de la autora.
“Los herederos de Juan Rulfo tienen el derecho de decidir cómo administran el legado”, opina Villoro.
Jorge Zepeda opina de manera similar a Villoro sobre el trabajo de Rivera.
“Rivera Garza apela a su estatuto de académica, sin embargo, tiene muchas fallas que para un discurso así son graves, por otra parte, es poco original en su reivindicación de lecturas más recientes de su obra”.
Sin embargo, para Parra la actitud de la Fundación Rulfo está ahuyentando el interés de investigadores en la obra del escritor mexicano.
“Se está impidiendo que se acerquen especialistas que no son bendecidos por la fundación a una figura como Rulfo, que más que a los escritores, pertenece a su pueblo”.
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