Aunque ha logrado superar, hasta ahora, el fantasma de la recesión que ronda las economías europeas, la desaceleración de Estados Unidos cobra sus primeras facturas.
Lo más preocupante es que este freno en el ritmo de crecimiento ya contrajo al sector industrial y tiene implicaciones serias en las manufacturas.
Para México, esa es una advertencia clara porque el efecto ya pegó en el dinamismo de sus exportaciones con el principal socio comercial, juzga el director del Centro de Investigación en Economía y Negocios del TEC de Monterrey, Campus Estado de México, José de la Cruz Gallegos.
Poco a poco han disminuido las ventas de manufacturas y la compra de bienes de capital; la maquinaria y equipo que arriba a México se encuentra en franco retroceso.
El sector industrial del país comenzará a resentir esa desaceleración: “las cifras de septiembre lo confirmarán”, avizora el también investigador.
Las luces amarillas prenderán y el gobierno tendrá que preparar un programa de crecimiento sustentado en el mercado interno y donde el sector laboral será pieza clave, opina.
“Si bien podría dar una competitividad ficticia y de corto plazo por la disminución de costos para algunas empresas, sólo legalizaría la precarización del mercado laboral vigente en este sexenio”.
El reto para México es entender que el motor del desarrollo se encuentra en el mercado interno, las exportaciones lo complementan.
Pero ante la debilidad de Estados Unidos, explica, no son viables en este momento.
Si bien el sector de la construcción sostiene este dinamismo, podría ser insuficiente para mantener una potencial contracción en manufacturas.
A partir de agosto, las manufacturas y el rubro de electricidad registraron crecimientos menores.
En cambio, la minería y la construcción tuvieron un repunte moderado, respecto al observado en 2011. La construcción incrementó en los rubros de edificación (5.6 por ciento) e ingeniería civil (5.0).
En cuanto a manufacturas, el rubro de alimentos muestra un incremento de 2.1 por ciento; bebidas y tabaco, en cambio, pasaron de 6.2 que reportaron en agosto de 2011 a 2.5 en el mismo periodo de este año.
Insumos textiles creció 2.3 por ciento, pero confección, textil y vestido presentan tasas negativas de -4.4 y -0.6 por ciento, respectivamente.
La FED, al pie del cañón
La pérdida de dinamismo en la producción industrial de Estados Unidos se da al mismo tiempo en que su sector inmobiliario sigue anclado en el fondo al que llegó en 2008.
Por ello la Reserva Federal ha decidido mantener la inyección de recursos a un sistema financiero y económico que se encuentra en vilo.
La falta de empleo es signo del delicado entorno bajo el cual se desenvuelven las familias estadounidenses, con tasas de desocupación superiores al 8 por ciento.
Además, la elección presidencial de noviembre definirá la política económica de los siguientes cuatro años.
En caso de ganar la presidencia, el Partido Republicano ha dejado en claro que no apoyará el programa de salud pública de Obama.
Esta situación podría agravar la precariedad en la que viven los más pobres, algo delicado cuando la economía está en franca desaceleración, dice De la Cruz Gallegos.
Es por eso que la Reserva Federal intenta dar oxígeno a golpe de dinero, recursos destinados al sector financiero, no al productivo, por lo que su efecto difícilmente llegará al bolsillo del ciudadano.
“Se intenta mantener estable a un sector altamente especulador, y frenar su caída aunque se haga con dinero que no está sustentado en crecimiento económico”, explica.