México, país sin donadores de sangre

La falta de políticas públicas y de concientización respecto a la importancia de la donación frecuente y altruista en México, coloca al país en el último lugar de América Latina
Ernesto Santillán Ernesto Santillán Publicado el
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A pesar de que recibir sangre segura y en cantidad suficiente para satisfacer las necesidades clínicas se considera un derecho humano, muchas personas en México y el mundo aún mueren o sufren innecesariamente por falta de acceso a una transfusión de sangre segura.

De acuerdo con cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), a nivel mundial se realizan más de 118.5 millones de donaciones de sangre año con año; sin embargo, alrededor del 40 por ciento se da en países de ingresos altos, en los que vive sólo el 16 por ciento de la población internacional.

En contraparte, la OMS afirma que México cuenta con 556 bancos de sangre, de los cuales, 81 por ciento recolecta menos de 5 mil unidades por año, cifra insuficiente para satisfacer la demanda nacional.

Además la mayoría de las transfusiones se hacen con donación de reemplazo, lo cual tiene un mayor índice de infección y un costo más alto.

Ante la falta de políticas públicas y de conciencia respecto a la importancia de donar sangre de manera frecuente y altruista, el país ocupa actualmente el último lugar en donación de sangre voluntaria en América Latina con una tasa del 5.19 por ciento.

“La cultura de la donación de sangre es esencial en cualquier sociedad. Es un recurso limitado y la demanda es constante, por lo que es necesario que se concientice sobre la importancia de donar sangre de forma regular, ya que puede salvar vidas en situaciones de emergencia, así como en tratamientos médicos para enfermedades que requieren de cuidados de largo plazo”,  dice Paulina Mejía, Químico Farmacéutico Biólogo de Kabla, empresa líder en distribución de pruebas diagnósticas.

Ante el miedo que la donación puede causar para algunas personas, la especialista en la materia asegura que esto trae beneficios para quienes lo hacen, “ya que ayuda a reducir los niveles de hierro en el cuerpo, lo que mitiga el riesgo de enfermedades cardiovasculares. También estimula la producción de células sanguíneas y mejora la salud en general”.

Desigualdad, factor determinante

Existe una gran diferencia en el grado de acceso a servicios de transfusión de sangre entre los países de ingresos bajos y los de ingresos altos.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la tasa total de donación de sangre es un indicador de la disponibilidad general de sangre en un país.

La tasa mediana de donación de sangre en los países de ingresos altos es de 31.5 donaciones por cada 1000 habitantes.

En comparación, en los países de ingresos medianos altos, la tasa es de 16.4 donaciones. En los países de ingresos medianos bajos es de 6.6 donaciones y en los de ingresos bajos (como México) es de 5 donaciones por cada 1000 habitantes.

Los ingresos entre países también se ven reflejados en los procedimientos de calidad.

En los países de ingresos medianos y altos se analiza el 99.8 por ciento de la sangre donada de acuerdo con los procedimientos básicos de calidad.

En los de ingresos medianos se comprueba el 83 por ciento y en los de bajos únicamente el 76 por ciento, por lo que la prevalencia de infecciones transmisibles por transfusión en la sangre donada en los países de ingresos altos es muy inferior a los del resto.

Paulina Mejía, Químico Farmacéutico Biólogo, dice que la diferencia se encuentra en la posibilidad de adquirir pruebas diagnósticas.

“Otra causa es la falta de pruebas diagnósticas adecuadas. Las instituciones de salud deben contar con ellas para garantizar que la sangre donada sea segura y de alta calidad, algo que no siempre sucede. Esto incluye pruebas para detectar enfermedades transmisibles como VIH, hepatitis B y C, sífilis y malaria. Sin ellas, existe un riesgo de que se transfiera una enfermedad a un receptor de sangre, lo que puede tener consecuencias graves”, explica la experta en la materia.

 

Trabajar rumbo a la autosuficiencia

La transfusión sanguínea salva vidas y mejora la salud, pero muchos pacientes que la necesitan no tienen acceso oportuno a sangre segura.

De acuerdo con la OMS, suministrar sangre segura y adecuada debería ser parte integral de las políticas e infraestructuras nacionales de atención de la salud de todos los países.

Por eso, la Organización Mundial de la Salud recomienda que todas las actividades relacionadas con la recolección, el análisis, el procesamiento, el almacenamiento y la distribución de la sangre se coordinen a nivel nacional.

“El sistema nacional de sangre debería regirse por un marco legislativo y una política nacionales en materia de sangre para promover la aplicación uniforme de normas y la coherencia en la calidad y la seguridad de la sangre y los productos sanguíneos”, asegura.

Sin embargo, nada de esto es posible sin una sociedad con donantes altruistas.

“Es imposible asegurar un suministro adecuado y fiable de sangre segura sin una base estable y regular de donantes de sangre voluntarios y no remunerados. Estos donantes también son el grupo más seguro de donantes, ya que son los que menos prevalencia de infecciones transmitidas por la sangre presentan”, dice la OMS en su estudio titulado “Disponibilidad y seguridad de la sangre” publicado el 2 de junio de este año.

En los países de ingresos bajos, hasta un 54 por ciento de las transfusiones sanguíneas se realizan a menores de 5 años, mientras que en los de ingresos altos, el grupo de pacientes transfundidos con mayor frecuencia son los mayores de 60 años. Foto: Especial
En los países de ingresos bajos, hasta un 54 por ciento de las transfusiones sanguíneas se realizan a menores de 5 años, mientras que en los de ingresos altos, el grupo de pacientes transfundidos con mayor frecuencia son los mayores de 60 años. Foto: Especial

Varían las edades

Las edades y el sexo de los donadores, así como el de los pacientes que reciben la sangre varían drásticamente de país a país.

De acuerdo con los datos sobre el sexo de los donantes de sangre, las mujeres efectúan el 33 por ciento de las donaciones.

Por su parte, el perfil de edad de los donantes de sangre, revela que son proporcionalmente más jóvenes en los países de ingresos bajos y medianos que en los países de ingresos altos.

En cuanto a su uso, en los países de ingresos bajos, hasta un 54 por ciento de las transfusiones sanguíneas se realizan a menores de 5 años, mientras que en los de ingresos altos, el grupo de pacientes transfundidos con mayor frecuencia son los mayores de 60 años, que reciben hasta un 76 por ciento del total de las transfusiones.

Revertir la caída en la donación de sangre tras la pandemia de COVID-19

Entre el 2008 y el 2018, cifras de la Organización Mundial de la Salud, revelan que 119 de los 169 países que brindan información a esta organización internacional, aumentaron considerablemente las donaciones de sangre voluntarias no remuneradas.

“El aumento más pronunciado de las donaciones voluntarias no remuneradas se ha registrado en la Región de Asia Sudoriental (127 por ciento), seguida de las regiones de las Américas y África (ambas 81 por ciento).

“Mientras que el incremento más acusado en cifras absolutas se notificó en la Región del Pacífico Occidental (4,15 millones de donaciones), seguida de la Región de Asia Sudoriental (3,05 millones de donaciones) y África (1,53 millones)”, informa la OMS.

La pandemia de COVID-19 afectó los avances que se lograron una década antes en materia de recolección de sangre, por lo cual, ahora más que nunca, es importante hacer de esta práctica un hábito. Foto: Especial
La pandemia de COVID-19 afectó los avances que se lograron una década antes en materia de recolección de sangre, por lo cual, ahora más que nunca, es importante hacer de esta práctica un hábito. Foto: Especial

Sin embargo, estos avances se vieron seriamente afectados con la llegada de la pandemia de COVID-19, especialmente en regiones como América Latina y el Caribe, donde los países que la conforman son en su mayoría de ingresos medios bajos y bajos.

Según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la caída en la donación de sangre en esta parte del mundo fue del 20 por ciento en comparación con las cifras de 2018.

En América Latina y el Caribe, se recolectaron 8.2 millones de unidades de sangre en 2020, las que beneficiaron a más de un millón de personas que necesitaban una transfusión, sin embargo no es suficiente.

“La necesidad de sangre es universal, pero el acceso a ella no lo es. Tal como se evidenció durante la pandemia, el aporte de los donantes de sangre es esencial: sin donantes no son posibles las transfusiones que ayudan a salvar millones de vidas cada año, afirmó el Subdirector interino de la OPS, Marcos Espinal, a través de un comunicado.

Para prevenir su escasez y garantizar su seguridad, la OPS recomienda que el 100 por ciento de las donaciones de sangre y componentes sanguíneos provengan de donantes voluntarios y regulares, y no se necesite recurrir de urgencia a familiares o amigos de pacientes para reponer este recurso que puede salvarles la vida.

Sin embargo, la región todavía está lejos de alcanzar esa meta. En 2020, el 48 por ciento de la sangre recolectada provino de donantes voluntarios, apenas un 2 por ciento más que en 2017.

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