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Ese día decidí –por fin– agregar a mis contactos del teléfono a mi especialista en columna vertebral.
Tan solo en un par de semanas, cuatro o cinco conocidos me platicaron de sus dolencias de espalda, sobre todo, de la parte baja.
El patrón se repetía. Llegaba algún amigo a contarme cómo su vida había cambiado súbitamente gracias a un sorpresivo y agresivo dolor en el área lumbar.
Yo sabía perfectamente de lo que hablaban… meses antes había pasado por una situación similar.
Dos hernias entre las vertebras L3, L4 y L5 me mantuvieron cerca de la inmovilidad durante meses. Casi un año lo pasé entre terapias, inyecciones, medicinas y un dolor insoportable.
La información la traía fresca y no dudaba en recomendarles al doctor que me ayudó a mantenerme lejos del quirófano.
Lo que me describían mis dolientes amigos no eran las molestias comunes de espalda, esas que te dan después de estar varias horas parado –o sentado–.
Su situación se comenzaba a tornar grave.
Mario tuvo que dejar de hacer ejercicio. Vicente permaneció varias semanas en cama con un dolor que le impedía moverse. A Cristina ya no le creían en el trabajo que no podía levantarse de la cama. Marta vio truncada su afición por el crossfit y Daniel un día se quedó tirado mientras jugaba futbol y ya no pudo pararse.
Lo sorprendente era que todos ellos, al igual que yo, rondaban entre los 34 y los 40 años de edad.
Sin saberlo, todos ya formábamos parte de una estadística poco conocida en el país sobre una condición que poco a poco adquiere notoriedad.
En el mundo, el dolor de espalda baja –o lumbalgia– es el segundo padecimiento más común después del resfriado. Pero no solo eso. Según datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en México es la a primera causa de incapacidad laboral.
Es decir, debido a este misterioso achaque los contribuyentes pagan millones de pesos al año para cubrir cientos de miles de ausencias laborales.
¿Qué está provocando esta “epidemia” que ataca las regiones lumbares nacionales?
“Es el precio que pagamos los seres humanos por ser bípedos”, me explica el doctor Roberto Vallecillo, especialista en traumatología y ortopedia.
“Imagínate que entre las costillas y la pelvis solo hay 5 vértebras que cargan todo el peso del cuerpo… Es un sistema mecánico de cambios de fuerzas que recibe mucha presión”.
Lo cierto es que hoy la lumbalgia no es solo una excusa para faltar a la chamba, es un problema de salud pública que –a decir de los especialistas– no está recibiendo la atención adecuada. Y no solo del gobierno sino de la población misma.
Si no me creen. Pregúntenle a mi doctor, yo les paso su teléfono.
La amenaza del ‘cuchillo’
Comenzó con un dolor en el trasero.
Al día siguiente no podía sentarme, tampoco pararme.
Un par de radiografías y resonancias después surgió el diagnóstico. Dos hernias entre dos discos que sirven para separar vertebras estaban presionando nervios que llegaban hasta el talón de los pies.
Probé de todo: acupuntura, compresas frías, compresas calientes, fajas de lodo, aguas sulfuradas, vitaminas, dietas antiinflamatorias, terapias energéticas, masajes, chochos y tés. Todo con tal de evitar el atemorizante “cuchillo”.
Fue hasta casi un año después cuando encontré la fórmula que –hasta ahora– mantiene controlado el dolor; terapia física y ejercicio constante.
Se puede decir que he tenido suerte.
Y es que la lumbalgia es una condición que hoy inunda las salas de espera de los centros de salud mexicanos.
De acuerdo a la Revista Mexicana de Anestesiología aproximadamente 30 por ciento de los portadores de lumbalgia en México requieren incapacidad.
Sin embargo, para algunos especialistas los datos pueden ser engañosos. Hasta la fecha no existe en México un aparato que pueda medir el dolor por lo que las incapacidades se dan en automático.
¿Cómo negarle el certificado a una persona que jura que no aguanta el dolor?
“Hay ‘simuladores’, con ellos no puedes determinar si realmente es cierto o no… van y dicen que les duele pero no es así”, explica Rogelio Santos, cirujano de columna.
Pero esa es solo un lado de la moneda. Hay miles de mexicanos que requieren tratamiento, terapia y hasta operaciones. Y hoy apenas comienzan a sonar las alarmas de un problema de salud pública al que no recibe la atención adecuada.
¿El problema va en aumento?
El debate está en la mesa y las opiniones son contrastantes. Por un lado están los que aseguran que el estilo de vida actual ha servido para disparar este tipo de enfermedad.
“Existe el sedentarismo, más peso, más flacidez muscular”, explica Roberto Vallecillo. “La mala higiene postural, trayectos largos, los escritorios, algunas profesiones tienden a sufrir más”.
Sin embargo, acota, los números de cirugía sí se han disparado y no siempre por las razones correctas.
“Llegas con una contractura, y sales con operación de la columna”.
Para el traumatólogo, los doctores modernos hoy tienen acceso a diagnósticos que antes no se hacían, además cuentan con más herramientas “para convencer de operaciones como las de la columna”.
“Las escuelas de medicina antes eran muy clínicas, a mí me enseñaron a tocar al paciente, a revisarlo. Los chavos nuevos abusan de la tecnología, ya no ven tanto al paciente”.
El doctor Rogelio Santos coincide con Vallecillo: “antes no existían tantos métodos diagnóstico, no estaban al alcance de la gente”.
Y suelta un dato revelador: En la consulta diaria en el departamento de traumatología el 80 por ciento de los pacientes acuden por algún padecimiento en la columna.
¿Y las vacunas para el dolor de espalda?
En México la información para prevenir enfermedades está por todos lados.
En un día cualquiera, uno puede encontrarse con datos clave para no ser contagiado por infecciones, gripas, influenzas y todo tipo de afecciones. Hoy existen vacunas para un sinfín de enfermedades.
Pero nadie te vacuna para una lesión en la espalda.
“La información de higiene postural a la mayoría se la dan cuando llega ya con un dolor insoportable”, platica Cristina.
Ella fue sometida a una operación de la columna después de que le diagnosticaron un disco deslizado. Pasó un año antes que pudiera volver a manejar.
Hoy su dolor es crónico, pero no se compara al que sentía cuando llegó al doctor por primera vez.
“Antes de operarme me dolía desde la oreja hasta la punta del pie”, rememora.
El ejemplo de Cristina da en un factor clave de esta condición: no hay quien te diga que te “vacunes” contra un padecimiento que, según estadísticas, lo van a sufrir 8 de cada 10 personas en algún momento de su vida.
Mientras en países como Estados unidos abundan los sitios donde se puede encontrar información sobre la lumbalgia, en México no existe una cultura de la higiene postural.
“Incluso en el medio del personal de salud no tenemos esa cultura de higiene da columna vertebral; cómo agacharte, pararte, cómo no debes estar más de dos horas sentado, o parado… Las posturas son muy importantes”, explica Santos.
De acuerdo al especialista incluso disciplinas que están de moda como el crossfit y otras técnicas, al no hacerse con cuidado terminan lastimando a muchos. De hecho, sugiere, quizá por eso últimamente recibe más gente joven entre los 30 y 50 años.
“Yo siempre pongo un ejemplo muy claro. Los ingenieros meten más columnas accesorias para sostener una estructura. Si tú fortaleces tus músculos vas a tener tu columna bien toda la vida”.
Y en el país con más obesos en el mundo, esa es una tarea titánica.
Para Iván Almazán, coordinador de una clínica de terapia Física, los mexicanos no sabemos cómo cuidarnos la espalda.
“No tenemos nociones, no pasa nada ahorita pero con el paso de los años es cuando repercuten las malas posiciones”.
De acuerdo al terapeuta la mitad de la gente que asiste a una terapia es por dolor de espalda baja. La mayoría de ellos padece de hernias discales y buscan evitar una operación a como dé lugar.
Sin embargo reconoce que debido a la demanda de información en relación a este problema, la clínica para la que trabaja ya comenzó a ofrecer pláticas en oficinas para la gente que pasa sentada gran parte del tiempo.
El IMSS se ha limitado a recomendar abatir el sedentarismo, mantener un peso adecuado, no permanecer largos periodos sentado y no cargar objetos de manera inadecuada.
¿Estaremos listos para apuntalar a ese pilar preciado que es la columna vertebral?
Higiene postural
> La pantalla debe estar frente a sus ojos a unos 45 centímetros de distancia.
> Mantén los brazos y codos apoyados frente a la computadora.
> Siéntate apoyando la columna firmemente contra el respaldo (puedes utilizar un cojín en la parte inferior de la espalda).
> El respaldo de la silla debe mantener las curvaturas normales de la columna especialmente la región lumbar.
> Mantén la espalda erguida y en línea recta con talones y puntas de los pies siempre apoyados en el piso.
> La altura de la silla debe permitirte apoyar los pies y mantener las rodillas a nivel de la cadera, en ángulo de 90 a 120 grados.
> La silla debe estar cerca al escritorio para evitar inclinarse hacia adelante y no encorvarse.
> El teclado debe estar al mismo nivel de sus codos.
> Si tu trabajo te exige permanecer sentado, cada 50 minutos levántate,
camina, estírate y relajarte durante 5 minutos.