Aunque por primera vez en su historia México ha logrado mantener un tipo de cambio fijo, tasas de interés en niveles moderados y una inflación controlada, aún no puede cantar victoria.
El economista José Carlos Díez, asegura que si bien el país se ubica hoy como uno de los más atractivos para la inversión extranjera, no todo es miel sobre hojuelas.
El autor de “Hay vida después de la crisis” aconseja conducir los flujos financieros hacia una inversión real y a sectores reales que generen empleo, riqueza y mejoren las percepciones salariales.
En entrevista con Reporte Indigo Díez califica de buenas las reformas estructurales de Enrique Peña Nieto, pero aclara que aún hace falta mejorar la situación de la pobreza, las percepciones salariales y la educación.
México, dice, debe fortalecer sus sectores más competitivos e implementar un plan tecnológico como lo hizo Corea. Es decir, digitalizar la economía.
El economista asegura que la banca en México ofrece uno de los créditos más caros del mundo a pesar de que hay competencia, por lo que se requiere implementar una buena regulación.
Lo que se necesita, sostiene, es cambiar el sistema financiero internacional, y México tiene voz en el G20 para proponerlo.
Díez habla de la reforma energética sin cortapisas y asegura que los cambios en Pemex están justificados, pues la paraestatal había abandonado las inversiones y no tenía ya capacidad de gestión empresarial.
Pero en cuanto a la apertura eléctrica, considera que la regulación tiene que ser dura, exigente y cambiante.
“Si un político te dice que la liberalización eléctrica va a bajar el precio de la luz, desconfía porque en España lo único que ha hecho es subir las tarifas”, remarca.
Europa sigue en crisis
Académico y asesor de múltiples firmas financieras, José Carlos Díez detalla que por la crisis financiera que azotó Europa en 2010, el euro estuvo en riesgo de colapsarse en tres ocasiones.
Y los problemas no están resueltos, agrega. En Grecia la deuda, el desempleo y la pobreza han empeorado, y no la tienen fácil tampoco Portugal e Italia, confiesa.
Y aunque España ha dejado de sangrar “la cicatriz no está cerrada” porque el efecto de la crisis de 2010 fue brutal, señala el experto.
