El 16 de julio de 1969 el mundo presenció uno de los hechos históricos más importantes de todos los tiempos en el campo espacial. En Cabo Cañaveral, Florida, tres astronautas estadounidenses, Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins abordaron el cohete Saturn V, bajo la misión Apolo 11, para ir a la Luna.
En esa época, los riesgos a los que se enfrentaban los tres astronautas, todos menores de 40 años, eran altos. La Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA) sabía que si el cohete llegaba a volcarse, probablemente sus tripulantes no llegarían a la Tierra en el tiempo que se tenía previsto o, incluso, no regresarían jamás.
Sin embargo, tres días después del despegue, en el Centro Espacial John F. Kennedy, Armstrong, Aldrin y Collins aterrizaron en la Luna, el satélite natural que, de acuerdo con el astrónomo Laurent Loinard, del Instituto de Radioastronomía y Astrofísica de la UNAM, es un desprendimiento de la Tierra que se originó por un choque con un objeto desconocido.
Los tres astronautas aguardaron en el cohete Saturn V por un día entero. El 21 de julio, Neil Armstrong, decidió aventurarse y salir a explorar. Fue el primer hombre en la historia en pisar el satélite natural de la Tierra.
“Un pequeño paso para un hombre, un gran paso para la humanidad”, dijo el astronauta ante el momento que protagonizó junto a sus compañeros y que, a 50 años de distancia, sigue siendo uno de los logros más importantes de la humanidad.
Tres días después de que los astronautas pisaron la superficie lunar, donde plantaron la bandera estadounidense y sacaron múltiples fotos del hecho, volvieron a Estados Unidos, donde cientos de personas los esperaban, entre ellos el entonces presidente Richard Nixon.
La cápsula que los transportaba de regreso cayó en el mar a unas 812 millas náuticas al suroeste de Hawai, donde personal de rescate acudió a ellos con trajes de aislamiento biológico para evitar la contaminación que pudieran portar los astronautas.
A cinco décadas del suceso, el académico Laurent Loinard confiesa que es impresionante cómo el fenómeno sucedió tan deprisa, pues, según comenta en entrevista, no había pasado tanto tiempo desde que la aviación apareció, y en menos de un siglo la humanidad pasó de no poder volar a llegar a la Luna. “Fue un avance muy rápido y sorprendente”.
Para el especialista en los sistemas solares, la Luna es un satélite con el cual los seres humanos se han desarrollado, ya que la han utilizado históricamente de distintas maneras, incluso como reloj, gracias a sus fases de periodicidad, cada 28 días.
Por su parte, Ramsés Sánchez, doctor en Sociología de la Universidad La Salle, asegura que este logro ha sido una muestra perfecta de motivación, ya que fue, y sigue siendo, un modelo a seguir para las nuevas generaciones.
“Representa también el hecho de que Estados Unidos es la nación de la bandera de la libertad, de la democracia, e incluso el lugar donde se cumple un sueño; sin embargo, la llegada del hombre a la Luna le dio más empoderamiento a ese país”, señala Sánchez.
El sociólogo platica que la llegada del hombre al satélite natural también fue un ejemplo de cómo, a pesar de las dificultades que un proyecto de tal magnitud pueda tener, los retos sólo enriquecen a quienes trabajaron por ello.
Por otra parte, de acuerdo con el astrónomo Laurent Loinard, el segundo paso del hombre es llegar a Marte, no sin antes haber pisado de nuevo la superficie lunar, donde se prevé poner una base que les facilite llegar al planeta rojo.
El académico de la UNAM detalla que Marte tiene importancia porque quizás es posible que se vuelva habitable, debido a que tiene atmósfera, vientos en la superficie, e incluso tormentas de arena.
Según el astrónomo, no falta mucho tiempo para que la humanidad vaya a la Luna de manera regular, ya que las tecnologías de todo el mundo han avanzado de manera acelerada, y los intereses internacionales, especialmente de gente billonaria, están puestos en este objetivo.
“Creo que no falta mucho para que el hombre vaya a la Luna. China está muy interesada y Estados Unidos está volviendo a tener este interés, hasta podría decir que puede que haya misiones comerciales a la Luna. Hay varios billonarios en el mundo que están desarrollando lo que ellos llaman ‘turismo espacial’, tener cohetes y naves que vayan al espacio y se paguen 50 mil dólares para eso”, cuenta Loinard.
Tanto el académico de la Universidad La Salle como el de la UNAM, aseguran que en México no hay un interés en el campo espacial, porque el trabajo en común parece que no existe; además de que los gobiernos, a lo largo de estos 50 años, siguen sin entender la importancia de invertir en ciencia y tecnología.
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La alianza de la NASA con México
Durante estos 50 años, México ha estado al margen del tema espacial, si bien tiene satélites en órbita, han sido manufacturados, diseñados y lanzados por otros países.
“Desgraciadamente, el desarrollo espacial propiamente mexicano está en pañales, de hecho se tuvo hace 20 años algún intento por parte de la UNAM y pusieron un satélite en órbita con apoyo de Rusia, pero nada más”, asegura Eugenio Urrutia Albisua, director general del proyecto AztechSat-1 y vicerrector de Investigación de Posgrados de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).
El Ingeniero Andrés Martínez, gerente de Proyectos de Vuelos Espaciales en el Centro de Investigación Ames (ARC) de la NASA, opina que México tiene la oportunidad de iniciar una nueva era espacial con proyectos como el nanosatélite AztechSat-1.
La NASA firmó un convenio de colaboración con la Agencia Espacial Mexicana (AEM) en el 2015, y entre las cláusulas estaba que la dependencia estadounidense apoyaría probando y poniendo en órbita un satélite diseñado y construido en México, para esa tarea fue escogida la UPAEP, que concluirá la labor en octubre próximo.
“Es un nanosatélite de forma cúbica que hará pruebas de interconexión intersatelital con la finalidad de poder brindar la posibilidad de bajar información a la Tierra sin necesidad de estaciones terrenas, porque ahora se hace a través de módulos; entonces, cuando el satélite pasa arriba de ellos, lo que ocurre sólo durante cuatro minutos, pasa la información desde el espacio, por lo que es muy complicado, a menos de que se tenga una red muy amplia de estaciones terrenas, pero eso tiene un costo alto”, explica el ingeniero de la UPAEP.
Los protocolos de la NASA, comenta Urrutia Albisua, no son simplemente seguir una metodología, sino que están conformados por una serie de procesos de evaluación. Los ingenieros mexicanos ya han pasado por cuatro de ellos, más unas pruebas que se desarrollaron en Estados Unidos, en las instalaciones que la agencia que tiene en California.
“La gente de la NASA con la que hemos trabajado ha mostrado una gran satisfacción, ahora que estuvimos haciendo las pruebas se asombraron porque el satélite las pasó a la primera, algo que no es tan usual, generalmente no pasan y hay que hacer ajustes y volver a probar, a nosotros hasta nos sobró tiempo”, cuenta el líder del proyecto.
Los resultados de esta colaboración han generado cierto entusiasmo tanto en México como en la NASA, sentimiento que se ve reflejado en la planeación de proyectos a futuro, por ejemplo, en una reunión que sostuvieron en Zacatecas el pasado 24 de junio del año en curso, se platicó de la posibilidad de lanzar una constelación de satélites diseñados y construidos en México para hacer estudios ambientales; en concreto, para el seguimiento de animales marinos desde el espacio.
“Gran parte de los mentores o asesores que tenemos en la NASA son mexicoamericanos, por lo que creo que talento hay, por ejemplo, algunos de nuestros estudiantes que han formado parte de este proyecto han recibido elogios enormes de la gente de allá, así que diría que no se les contrata simplemente porque no son americanos, pero si lo fueron, ya los tendrían trabajando con ellos”, opina Urrutia.
El próximo 5 de agosto, los ingenieros mexicanos estarán en la NASA para realizar una última revisión y así cumplir con todos los protocolos necesarios para que se le dé la oficialidad al lanzamiento que ocurrirá en octubre.
La necesidad de invertir en el campo espacial
Como en toda área de ciencia y tecnología, es importante dar los recursos necesarios en el sentido estricto de la palabra; es decir, destinar dinero a sabiendas de que el retorno no será inmediato, pero que ayudará a generar en el futuro una ganancia económica importante.
“México tiene necesidad en temas de telecomunicaciones, que si los quiere resolver tendrá que invertir, que comparar, para que en el futuro no dependa de un tercero y ahí se verá el retorno adecuado de los recursos; pero no sólo eso, sino que también es la oportunidad de hacer investigación y estudios de todo nuestro territorio nacional, de la riqueza que tenemos y de las problemáticas, que desde el espacio se facilitan mucho esos procesos”, considera Eugenio Urrutia Albisua.
Por su parte, el doctor Laurent Loinard, del Instituto de Radioastronomía y Astrofísica de la UNAM, asegura que históricamente nunca ha habido un verdadero interés de México por estos temas y menos en este momento donde el apoyo está disminuyendo significativamente para la Agencia Espacial Mexicana.
De acuerdo con el Presupuesto de Egresos de la Federación para el Ejercicio Fiscal de 2019, el organismo dependiente de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes recibió 62 millones 246 mil 743 pesos, lo que representa 14 millones 753 mil 247 pesos menos que el año pasado; es decir, sufrió una reducción del 19 por ciento.
Sin embrago, 2018 no fue el mejor año para este organismo, ya que perdió más del 15 por ciento de su presupuesto con relación al 2017, donde pasó de contar con más de 92 millones de pesos a 77 millones, lo que muestra que el interés de los gobiernos por la AEM es nulo, ya que no la consideran una prioridad.
“Creo que difícilmente México podrá poner un artefacto propio en la Luna o en Marte, pero sí es posible que dentro de estos nuevos proyectos que tienen la NASA y otras agencias espaciales para el futuro estén involucrados mexicanos como parte de las misiones; por ejemplo, algunos sistemas pudieran ser diseñados y construidos en el país, entendiendo que esos proyectos son muy complejos y se arman como verdaderos rompecabezas”, señala el investigador de la UPAEP.
Reporte Índigo solicitó entrevista con la AEM para hablar sobre este tema y aunque mostraron interés en realizarla, hasta el cierre de esta edición el equipo de comunicación del organismo gubernamental no resolvió la petición.
El amor por la Tierra
Para Eugenio Urrutia, la mayor repercusión que tuvo la llegada del hombre a la Luna fue el poder ver a la Tierra desde el espacio, porque a raíz de la foto tomada por el Apolo 8, aquella famosa imagen donde se va al planeta saliendo en el horizonte del satélite, nació un movimiento de protección al ambiente, ya que fue cuando la humanidad se dio cuenta de que estaba junta en un mismo barco que se podía hundir.
“Es curiosos cómo a partir de esa foto, al poco tiempo, se empezaron a generar movilizaciones en todo el mundo a favor del ambiente y se comenzaron a regular tantas cosas, por ejemplo, el contenido de plomo en la gasolina, las emisiones de gases y el tratamiento de las aguas. Siento que eso fue lo más importante. El haber visto desde la Luna a la Tierra cambió nuestra perspectiva como especie”, asegura el investigador.