Un doble discurso o una percepción distinta tienen las autoridades financieras que no concuerda con la realidad.
Si bien la calificadora Moody’s elevó la calificación de la deuda pública del país al nivel A3, eso no se traduce en un mejor nivel de vida para todos los mexicanos.
La mejora da garantía a los acreedores, pero en nada mejora la situación de endeudamiento que hoy enfrenta el país.
La propia Secretaría de Hacienda admite que al cierre del 2013 se alcanzó un nivel histórico de endeudamiento, en el primer año de gobierno de Enrique Peña Nieto, de 6.5 billones de pesos.
Con ese nivel de endeudamiento México logra el aval de las calificadoras para ser un país inversor confiable.
Pese a que logró un crecimiento menor al prometido por la nueva administración priísta, sin empleos generados, con un aumento en el número de pobres y un poder adquisitivo que se pulveriza.
Eso sí, con un secretario de Hacienda, Luis Videgaray, que fue nominado como el mejor secretario de Finanzas del Año.
Los motivos de la calificadora para mejorar el nivel de la deuda de México, según su comunicado, tienen que ver con las reformas que se dieron el año pasado, especialmente en los sectores de telecomunicaciones y energía.
Sobre todo porque admite la empresa que reformas generaron un mejor marco fiscal que permitirá al gobierno lograr ahorros y contar con mayores reservas para afrontar contingencias.
No es una calificación a la gestión económica del gobierno mexicano, sino una mejora para que sigan viniendo los inversionistas al país y la deuda siga creciendo.
Solo para este año los legisladores aprobaron la contratación de 650 mil millones de pesos adicionales en deuda federal (interna y externa), aunque una gran parte de esos recursos se destinarán al pago de los intereses que genera ese mismo pasivo.
En los últimos 13 años, el débito aumentó 440 por ciento y en el primer año del nuevo gobierno la deuda pública alcanzó la cifra histórica de 6.5 billones pesos, cantidad que representó 38.5 por ciento del PIB de ese año.
Más de una tercera parte de ese incremento obedeció a la inversión de extranjeros en bonos emitidos por el gobierno federal que llegó a 204 mil 200 millones de pesos durante 2013, de acuerdo con la propia SHCP.
Del monto total, a deuda interna correspondieron cuatro billones 847 mil 642.3 millones de pesos, que representaron 28.6 por ciento del PIB de 2013.
En tanto, el saldo de la deuda externa valuada en moneda nacional cerró el año pasado en un billón 649 mil 378.4 millones de pesos, 25 por ciento del débito total del sector público y 9.7 por ciento de la dimensión económica del país.
Las cifras de la propia dependencia revelan, en este sentido, un incremento de los requerimientos financieros del sector público registrado en 2008.
A pesar de dicho endeudamiento, la economía no creció 3.5 por ciento como lo prometió Peña Nieto, apenas se alcanzó el 1.3 por ciento.
Solo en el sexenio de Felipe Calderón, la deuda pública se incrementó 141 por ciento al pasar de 2.22 billones de pesos en 2006 a 5.35 billones en 2012.
Por aquellos ayeres, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) ya documentaba que 70 por ciento de la nueva deuda contratada por el gobierno se destinó a pagar intereses.
Amas y señoras en los mercados
Como Reporte Indigo lo dio a conocer hace más de un año, Standard & Poor´s, Moody´s y Fitch son las calificadoras que marcan el rumbo de los gobiernos y definen si un país es confiable o no para invertir.
Hoy, son amas y señoras en los mercados, solo falta que levanten el pulgar para avalar si un país es confiable o no ante los inversionistas del mundo.
No tienen menoscabo, incluso, en bajar la calificación a 10 bancos mexicanos o desacreditar a las instituciones crediticias de España o Grecia, en detrimento de los propios países.
Así, mientras las autoridades se replantean las fallas de regulación y supervisión que ocurrieron y desataron la crisis internacional, las denominadas “big three” –Standard & Poor´s, Moody´s y Fitch- dictan las reglas del mercado de manera unilateral.
Para pagar el servicio de la deuda interna y externa del gobierno en 2014, cada mexicano deberá poner su granito de arena.