Médico de la risa, un arma contra la pandemia
Las medidas de sana distancia y de limitación de acceso a hospitales no detienen a los médicos de nariz roja. Estos expertos en risoterapia se adaptan a las condiciones de la pandemia realizando actividades en línea y shows con distanciamiento necesario para que los pacientes no dejen de sonreír
Montserrat SánchezCompartir alegría con cada persona que conoce e intentar sanar su alma es la motivación por la cual Mireille Bahena porta orgullosa su nariz roja y su bata blanca. Para ella, ser médico de la risa es su forma de luchar contra la pandemia que aqueja a miles de personas en el país en la actualidad.
Mireille, también conocida como la “Doctora Michelada” en la organización Raúl Cristo, Clown con Corazón, comenta en entrevista que la emergencia sanitaria que se vive a nivel mundial por el Covid-19 vino a demostrar la importancia de su labor en tiempos difíciles.
De acuerdo con la Secretaría de Salud, la risoterapia es un método complementario de sanación que consiste en provocar risas y una forma positiva de mirar la vida a pacientes de alguna enfermedad. Lo básico, dicen los especialistas, es reírse por lo menos tres veces al día, considerando esta práctica como una medicina preventiva sin contraindicación.
De acuerdo con Bahena, aunque por el momento no se puedan realizar las visitas a hospitales en las que convivían y presentaban su espectáculo a pacientes y familiares, la organización optó por otras maneras de ayudar.
“Tuvimos que adaptarnos a los cambios y hábitos de prevención pero sin olvidar que queremos darle la mano a la gente. Por ejemplo, suspendimos visitas a asilos por ser población vulnerable, pero hemos ido a casas hogar y hacemos show para los niños sin que se nos acerquen a menos de dos metros, les llevamos despensa y estamos por dar talleres en línea para seguir con la capacitación de más personas que quieran ser médicos de la risa”, explica.
A finales de marzo, cuando comenzaba la Fase 1 de la pandemia, Mireille no olvida que junto a sus compañeros de la organización empezaron a ir al pie de la ventana de los hospitales que atendían casos de coronavirus y desde ahí echarle porras no solo a los pacientes sino también al personal médico que está en la primera línea de batalla.
“Nosotros quisiéramos resolverle los problemas a la gente, de verdad, pero muchas veces las cosas están fuera de nuestras manos. Por eso lo que más podemos ofrecer es un poco de contención emocional y recordarle a las personas que sonrían aún dentro de la tormenta”, expresa Bahena.
Curar, tarea del médico de la risa
A raíz de la lucha contra el cáncer que enfrentó su hijo de 19 años, Raúl Cristo decidió crear clown hospitalario para enfrentar las adversidades con su mejor arma que es la risa.
“Desde hace 10 años nosotros hicimos Clown con Corazón porque a partir de que un día yo estaba en el hospital y me la pasaba jugando y cantando; decidimos ver las enfermedades lo más positivo que se pueda”, relata.
Sentado en la sala de su hogar, Raúl detalla que para ser médico de la risa es necesario tomar un taller de ocho semanas en el cual se trabajan conceptos de psicología, tanatología, clown, risoterapia, improvisación, sketch, teatro y técnicas para de modulación de voz.
Al fundar la organización, Raúl admite que no pensó en el éxito que tendría pues desde que está en funciones se han capacitado a 15 generaciones, lo que suma alrededor de 400 “clowns”.
“Algo que es sanador en el taller es que todas las personas que vienen con nosotros no son de las ‘Lomas’ ni de Polanco, son de ‘Neza’, Tecámac, Iztapalapa, es decir, de alcaldías y municipios abandonados o con mucha violencia y es admirable que vengan, que no se quieran quedar solo con esa realidad. Acá el 75 por ciento de las personas son gente que ha llegado con muchos dolores y pérdidas y el 90 por ciento son mujeres. Es inspirador que quieran superarse y sobre todo que quieran ver por los demás”, asegura.
Para Raúl está claro que la labor de los médicos de la risa es divertirse desde sus virtudes y defectos, ser capaces de perder el miedo al ridículo que a la larga llevará a un proceso de sanación.
Al quedarse sin las visitas a hospitales, el fundador de la organización tuvo que recurrir a una nueva forma de ayudar no solo a la gente sino también a los voluntarios.
“Creamos un grupo de apoyo entre nosotros para acompañarnos, si alguien dice que un familiar ha fallecido hacemos trabajo de contención, oramos, mandamos chistes o audios con comentarios graciosos, incluso estamos presentes si es cumpleaños de la hija de una compañera o si se sienten tristes o enfermos. Por último, se creó un banco de alimentos para la familia clown y se hace entrega para ayudar por lo menos una semana a quien lo necesite”, detalla.
La importancia de no dejar solo a ningún médico de la risa para Raúl es recalcar la importancia de estar bien uno mismo para así poder procurar a los demás.