Maternidades neurodiversas: la doble batalla por la igualdad

Madres que padecen distintos trastornos mentales se enfrentan a una serie de estigmas que desemboca en el rechazo de la sociedad, lo cual se añade a las expectativas en torno a la maternidad
Elizabeth González-Manrique Elizabeth González-Manrique Publicado el
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Madres autistas, bipolares, o que poseen cualquier trastorno mental se enfrentan a un mundo donde incluso la maternidad neurotípica es menospreciada y cuestionada. Las madres neurodiversas deben luchar con su entorno, el cual no las considera aptas para ejercer el cuidado de sus hijos.

Mariana, una madre con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), que radica en la Ciudad de México, relató cómo es el día a día con su familia, compuesta por ella, sus dos hijos, de dos años y tres meses de vida, y su esposo, quien tiene autismo.

“Vivo en una familia neurodivergente. Mi pareja es autista, me he atendido el TDAH con terapia conductual, aunque eso fue hace muchos años, actualmente tengo estrategias para lidiar con la falta de funciones ejecutivas neurotípicas. Al final de cada embarazo, en el posparto me ha costado mucho concentrarme. Me he adaptado y siento que ya estoy en un buen momento”, comenta.

Sin embargo, aunque ha logrado encontrar armonía en su vida familiar, Mariana y su esposo se han enfrentado con las personas de su entorno, quienes creen que no tienen la capacidad para cuidar a sus hijos y cuestionan cada una de sus decisiones.

“Nuestros papás están en completa negación de la situación. Mi mamá piensa que soy una terrible madre por no forzar a mi hijo a tener hábitos. Por mi parte, he tenido que empezar a tener hábitos que nunca imaginé. Mi pareja, igual. Antes de que nacieran nuestros hijos, vivimos muchos problemas de organización doméstica y llegamos al punto en el que o nos organizamos o descuidamos a nuestros hijos, razón por la que han cambiado mucho nuestras dinámicas”, explica.

Andrea García Hernández, doctora en Ciencias de la Salud por la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), asegura que si bien es común que las mujeres que ejercen la maternidad se enfrenten a críticas, estereotipos de género, entre otras dificultades, cuando se trata de una madre neurodiversa, el entorno es aún más adverso.

“La maternidad es un proceso que está influenciado por aspectos macrosociales, lo que contribuye a la creación de experiencias emocionales diversas, a partir del género. Hay muchos cuestionamientos debido a las expectativas culturales que a menudo se ponen sobre las mujeres, así que los estigmas que rodean a las maternidades son vistos de muchas maneras, como la forma de control social, delimitación a la libertad, delimitación a la autonomía de las mujeres, la forma de la crianza y cómo conjugar la vida personal con la vida profesional.

“Entonces, existen muchos estigmas o mitos acerca de lo que debe ser la maternidad, hay una presión fuerte sobre este ideal de la madre perfecta, o la madre suficientemente buena o la madre ideal, lo que se relaciona directamente con los ideales impuestos a las mujeres. La sociedad cree que las madres deben sacrificarse por los hijos, ser amorosas, dulces, entre otras características. Por ello, las madres neurodiversas pueden tener muchas dificultades, porque de inicio tienen que cuidar a un infante teniendo un padecimiento, por lo que en ocasiones se les considera madres que no poseen la capacidad de maternar”, menciona García.

Además de las dificultades propias de su condición, Mariana tiene otros problemas. Su hijo mayor presenta características que indican que es una persona neurodiversa, lo que supone un reto mayor.

“Es probable que mi hijo tenga alguna neurodivegencia congénita. Ha tenido crisis de autolesión y tiene retraso en el habla. Ser papás neurodiversos ha hecho que abordemos distinto las problemáticas de nuestros hijos y que busquemos cómo crear un mundo diferente al que nosotros vivimos; sin embargo, mi mamá dice cosas como que ‘ya me tomó la medida’ por los momentos en los que se lesiona”, comenta.

Aunque Mariana ha recibido atención para su condición, su tratamiento se ha visto limitado por su maternidad, debido a que ofrece lactancia materna a su bebé más pequeño.

“Mi pareja no se ha atendido de forma profunda, yo quedé con tratamiento para el dolor crónico, la depresión y la agorafobia. Además de TDAH tengo TEPT y como estoy lactando, únicamente estuve con un tratamiento con pocos medicamentos, los cuales son compatibles con la lactancia”, comparte.

Por su parte, Viviana Rangel Juárez, la especialista del Instituto Jalisciense de Salud Mental, expone que la maternidad neurodiversa suele ser más compleja, debido a sus características, las cuales las condicionan a actuar de manera diferente.

“Para ellas siempre representa un reto el poder ayudar a sus hijos, especialmente si se tratan de hijos neurotìpicos, a que tengan un proceso de desarrollo adecuado, cuando ellas tienen su propios procesos los cuales se han llevado de manera distinta, neurodivergente, lo que hace que su maternidad se complique en la mayoría de los casos”, expone Rangel.

Los días vienen llenos de desafíos

Jennifer, una joven madre de dos niños que reside en Pachuca, Hidalgo, padece Trastorno de Bipolar Tipo 2. Se ha enfrentado a numerosas dificultades antes y después de su diagnóstico, la mayoría relacionada con su maternidad.

“Soy madre de una niña de cinco años y un niño de tres años. Estoy separada desde hace casi tres años debido a que mi expareja era adicto al cristal. Hace menos de un año me diagnosticaron con Trastorno de Bipolaridad tipo 2. Desde que mi expareja fue internada, por un año, toda carga y responsabilidad de mis hijos recayó sólo sobre mí, recién me había quedado sin empleo, por lo que emprendí un negocio de comida y el horario era desde las tres de la mañana a las tres de la tarde.

“Por razones de comodidad, horarios, seguridad, entre otras cosas; mis hijos se quedaron al cuidado de mi mamá, en el enfoque que le di a mi vida en ese momento priorizando el lado económico, me perdí a mí misma. Me volví una máquina para el trabajo, mi familia lo entendía en un principio por mi situación, pero después claramente exigían que viera, cuidara, y demás, a mis hijos. Yo empecé a estar exhausta, agobiada, solo veía deudas, cuentas por pagar, rentas, comencé a enfermarme, literal todo me dolía, a veces piernas, rodillas, cuello, cabeza, dientes. Era el estrés”, expresa.

Viviana Rangel Juárez, médico psiquiatra del Instituto Jalisciense de Salud Mental, sostiene que las madres neurodiversas como Jennifer, tienen el doble de riesgo de padecer ansiedad y depresión. “Es importante que empecemos a visibilizar estas maternidades, para que en cuanto este tipo de madres comiencen a sentir que algo no está bien, que se sientan tristes, que se sientan deprimidas, ansiosas, que sientan que algo no está funcionando en algún aspecto de su vida, sea en ese momento cuando pidan nuestra ayuda, la atención de un médico especialista en salud mental”, asegura Rangel.

El agobio de Jennifer, aunado a su condición, la llevaron a alejarse de sus hijos, a quienes sostiene económicamente y ve de manera diaria, aunque no viven juntos, pues es su familia quien se hace cargo de ellos. “Me tuve que ir a vivir a un cuarto yo sola, estuve así un año en lo que mi economía y salud mental mejoraron un poco, veo a mis hijos casi todos los días, por las tardes, yo me hago responsable de ellos económicamente, pero su crianza y cuidado aún es agotador, estresante y un factor de riesgo para mí y para ellos”, menciona.

Andrea García Hernández, doctora en Ciencias de la Salud por la Facultad de Medicina de la UNAM, también enfatiza que las madres neurodiversas requieren de más apoyo debido a la tendencia que tienen a sumar padecimientos mentales a los ya preexistentes.

La tendencia a sumar padecimientos mentales es uno de los riesgos de las madres neurodiversas, de acuerdo con especialistas. Foto: Especial
La tendencia a sumar padecimientos mentales es uno de los riesgos de las madres neurodiversas, de acuerdo con especialistas. Foto: Especial

La especialista sostiene: “Estas madres experimentan síntomas como ansiedad, depresión, psicosis, manías, y si ya de por sí se está idealizando a las mujeres que deciden tener hijos, las madres que caen en esta definición, de ser neurodivergentes, la cual está cargada de estigmas, hay todo un choque entre lo que se espera de ellas por ser mujeres y madres, al que se suma el de ser mujeres, madres que tienen un padecimiento mental”.

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