Más oportunidades, menos desperdicios en la agricultura
Para que los trabajadores del campo puedan desarrollar sus labores al máximo de sus capacidades, no solo se necesitan de mejores herramientas, también se les debe garantizar una educación de calidad
Ernesto SantillánMéxico cuenta con una población económicamente activa de aproximadamente 54.9 millones de personas, de las cuales, el 21 por ciento labora en el sector primario. De ellos, 5.9 millones se dedican a la agricultura y 841 mil a temas relacionados con la ganadería.
No obstante, las malas condiciones en las que se encuentra la población que trabaja el campo, limitan mucho sus posibilidades de tener una mejor vida.
Datos del Banco Mundial revelan que del total de personas que se dedican a esta actividad, el 28.7 por ciento tiene la secundaria como grado máximo de estudio, mientras que una tercera parte no concluyó la primaria.
“Pues provocan desconocimiento e incertidumbre sobre las nuevas herramientas y las ventajas que pueden traer en las cosechas, ya que resulta difícil demostrar resultados inmediatos (hasta que haya pasado al menos un ciclo de siembra), lo que hace que el proceso de adopción implique un gran esfuerzo en tiempo y recursos, creando fricción comercial entre el usuario y el vendedor de tecnología”, explica Enrico Robles del Rio, Intelligence Director en Endeavor.
Aunado a la falta de preparación de los campesinos, existe otro factor que debe mitigarse cuanto antes, de lo contrario, la seguridad alimentaria del mundo se podría ver severamente afectada.
Cada año entre un 33 por ciento y 50 por ciento de todos los alimentos producidos a nivel global se desperdician, lo cual tiene un valor equivalente a cerca de 1 billón de dólares.
“La principal razón de este desperdicio y uno de los grandes retos que enfrenta la industria es que la cadena de valor se encuentra desalineada, ya que existe flujo deficiente de la información del mercado hacia el productor y viceversa.
La cadena de valor en la agroindustria es muy extensa, con actores muy diversos y en diferentes niveles, de tal manera que el proceso se vuelve ineficiente. Esto provoca que la producción reaccione muy lento a las señales del mercado, o que el mercado no pueda leer a tiempo las condiciones de la producción, ya que el sector agrícola es una red global en donde las cosechas de otro país impactan directamente al mercado local y, como consecuencia, a la producción del país”, explica Enrico Robles.
Ante estos retos, hay diferentes acciones tecnológicas que se pueden implementar como digitalizar los procesos de la cadena de suministros o conectar a los productores con los consumidores directamente a través de una plataforma electrónica, dice el especialista.
Adaptarse a las necesidades de la agricultura
Existen muchas estrategias y herramientas para mejorar el sector agrícola en México, sin embargo, la clave del éxito, está en que sean las adecuadas para la región en la que se están buscando implementar.
“Muchos de los emprendimientos surgidos en el país importan o replican tecnologías muy exitosas en otros países, pero cuando las introducen al mercado local no tienen éxito, muchas veces por una falta de sensibilidad comercial al querer ofrecer una solución sin poderla adaptar por completo a los retos que existen en México”, explica el estudio “Panorama Agtech en México” desarrollado por Endeavor.
Otro obstáculo, es convencer a la gente de sustituir muchas de sus prácticas, las cuales, suelen ser heredadas de generaciones atrás y se encuentran muy arraigadas.
“Por el otro, el talento joven que es contratado para trabajar en las producciones muchas veces está limitado en la toma de decisiones para la implementación de tecnología”, señala el documento.
Revertir el daño
Hoy en día se estima que sería necesaria una inversión de al menos 160 mil millones de dólares en conservación de suelos y control de alimentos para reducir el actual impacto de la agricultura en el medio ambiente.
Al mismo tiempo, se requerirían al menos un billón de dólares, tan sólo en los países desarrollados, para implementar sistemas de irrigación que maximicen el uso y la gestión del agua de riego en los cultivos.