Más allá del oro negro

Más allá de solo pensar en extraer gas y petróleo, o frotar la lámpara maravillosa del shale gas, la reforma energética debe generar valor agregado en el sector industrial.

No hacerlo, sería tanto como negar el desarrollo que ha tenido el país cuando no dependía solo del oro negro.

Y esa premisa, advierte el académico José de la Cruz Gallegos, debe estar por encima de los intereses partidarios.

Georgina Howard Georgina Howard Publicado el
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Más allá de solo pensar en extraer gas y petróleo, o frotar la lámpara maravillosa del shale gas, la reforma energética debe generar valor agregado en el sector industrial.

No hacerlo, sería tanto como negar el desarrollo que ha tenido el país cuando no dependía solo del oro negro.

Y esa premisa, advierte el académico José de la Cruz Gallegos, debe estar por encima de los intereses partidarios.

El director académico del Instituto para el Desarrollo Industrial plantea la necesidad de que la reforma que está por discutirse “despetrolice” las finanzas públicas en un periodo de diez años.

Lo que se debe buscar de fondo, dice, es que las inversiones privadas en el sector generen menores precios de los energéticos.

Pensar solo en generar más energía eléctrica o extraer más petróleo o gas será insuficiente para promover el desarrollo productivo de las industrias transformadoras, asegura.

Para De la Cruz Gallegos la reforma energética se debe vincular con el desarrollo económico e industrial del país y llevar la inversión a donde se requiere.

Si Petróleos Mexicanos obtuvo rendimientos en exploración y producción por 52 mil millones de pesos entre 2006 y 2012, las alianzas estratégicas deben darse en las áreas de refinación y petroquímica, indica.

Aumentar la oferta de insumos intermedios y derivados energéticos de calidad y bajo costo, también es prioritario, refiere el especialista, porque solo así podrán disminuir los costos de producción para la industria nacional.

José de la Cruz Gallegos no duda en proponer “una nueva política de desarrollo industrial” bajo la cual se puedan vender energéticos -y parte de sus derivados- a precios nacionales, y no tanto a los que prevalecen en el mercado internacional.

Esto sí contribuiría a que el petróleo y el gas bajen los costos de producción, afirma, y la productividad y competitividad industrial del país.

El economista aconseja establecer un marco de transparencia y eficacia en el manejo de sector energético que permita eliminar la corrupción.

Recomienda crear una agenda de políticas públicas que garanticen la consecución de los objetivos de las reformas presentadas por el presidente Enrique Peña Nieto y un sistemas de información que permitan evaluar y dar seguimiento al avance alcanzado.

Pero las acciones que buscan reformar el modelo económico, aclara, deben ser acompañadas por estrategias a nivel estatal que generen sinergias con las empresas locales.

Hoy, dice, muchas compañías han emprendido acciones individuales para mejorar su productividad ante los desafíos propios de la competencia.

Las otras ganancias

Para Arnulfo Rodríguez, del Observatorio Económico de BBVA Research, los contratos de producción compartida que se incluyen en la reforma energética, permitirán obtener ingresos adicionales.

Sus estimaciones van de 22 mil a 30 mil millones de dólares del 2015 al 2018.

Esos capitales representarían un 23.3 por ciento del valor de la producción petrolera que se registró en 2012.

Solo en 2015, explica, con los contratos de producción compartida se elevaría la producción en 200 mil barriles diarios.

En 2016, ese mismo esquema le daría al país 300 mil barriles diarios, hasta llegar al 2018 con 500 mil barriles de petróleo al día.

Augura que si se toma como referencia un precio promedio del barril en 100 dólares, y una repartición equitativa entre el gobierno y la empresa, ingresarían al país 22 mil 156 millones de dólares en los próximo cuatro años.

Bajo ese supuesto, el especialista supone que el 65 por ciento de esos flujos serían para el gobierno y 35 para las empresas petroleras privadas. 

Considera, sin embargo, que la asignación de esos contratos, de ser aprobados en la reforma, deben regirse bajo criterios de eficiencia operativa para fortalecer los ingresos del gobierno.

Los contratos de producción compartida, a diferencia de los de utilidad compartida, ofrecen flexibilidad comercial y costos de operación bajo un control único, lo que podría ser un atractivo para las empresas, dice Rodríguez.

Ingresos adicionales

>23.3% del valor de la producción petrolera que se registró en 2012 habría de ganancias

>200,000 barriles diarios podría llegar la producción en 2015 con los contratos de producción compartida

>300,000 barriles diarios sería el estimado de producción para el 2016

>500,00 barriles de petróleo al día podrían conseguirse para el 2018 con ese esquema

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