Nadie pierde de vista la importancia política y económica del Distrito Federal: sede de los poderes y fuente de riqueza. Enrique Peña Nieto y Miguel Ángel Mancera Espinosa, presidente y jefe de gobierno electos, lo tienen bien claro. En la reunión del pasado 24 de octubre ambos acordaron que Luis Videgaray sea el hombre responsable para que los temas entre el gobierno federal y local fluyan.
Así se abrió la puerta para las llamadas reuniones bilaterales entre el equipo de transición de Enrique Peña y el de Mancera en la capital del país para tratar en principio el tema fundamental del presupuesto.
La reunión marcó sin duda lo que será la relación entre la Federación y el gobierno de la capital de la República, que hasta ahora se vislumbra cordial, a diferencia de la suerte que corrió hace seis años el todavía jefe de gobierno, Marcelo Ebrard Casaubón, quien estuvo “impedido” de siquiera mencionar a Felipe Calderón Hinojosa.
Aquel pleito de Andrés Manuel López Obrador, quien calificó a Calderón como el presidente “espurio”, sí marcó y por mucho la relación federación-gobierno de la ciudad de México.
Hoy, pese a las turbulencias y la advertencia que hizo el tabasqueño a los gobernadores del PRD para que no se dejaran robar por Enrique Peña Nieto, sus palabras no hicieron mella.
“Me he reunido en representación de lo que implica ser el jefe de gobierno del Distrito Federal, el compromiso que tengo con los ciudadanos y es estrictamente en ese carácter como me reuní con (Peña Nieto)”, hizo hincapié Mancera al término del encuentro y siguió adelante.
Ya sin la demoledora sombra de AMLO, el ex procurador dejó en claro que la prioridad, en este momento, es responder a la expectativa que depositaron más de 3 millones de ciudadanos que esperan les responda sobre empleo, agua, vivienda y transporte, entre otros.
Y es que mientras las turbulencias provocan olas entre las tribus en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) y el pleito por el botín; así como el reparto de las secretarías y direcciones del Gobierno del Distrito Federal (GDF), Mancera intenta avanzar.
En la ALDF, el coordinador de la bancada perredista, Manuel Granados, no ha logrado la cohesión de sus propios diputados, quienes se encuentran inconformes y molestos con el papel que el “maestro” ha desempeñado en la negociación de comisiones y demás cargos en el recinto.
La acusación es directa, viene del también diputado perredista Víctor Hugo Lobo, quien acusa a Granados de responder solo a los intereses de la corriente de René Bejarano. Molesto, Lobo podría dejar el PRD y sumarse al PRI. Incluso Miguel Ángel Osorio Chong, coordinador general de Diálogo Político y Seguridad del Equipo de Transición de Peña Nieto, ha dicho que las puertas están abiertas para el perredista contrariado.
Manuel Granados, mientras tanto, intenta negociar en la ALDF con la frase que usa con mayor frecuencia: “Mancera te lo va a agradecer”.
Brugada, a MORENA
Sumado a esa fractura, uno de los personajes polémicos del perredismo local, Clara Brugada Molina, delegada saliente de Iztapalapa, anunció su renuncia al PRD para sumarse al Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) al lado de Andrés Manuel López Obrador.
Brugada se va luego de aquel episodio que desencadenó muchas rupturas al interior del PRD, el llamado capítulo “Juanito”, que logró superar con el apoyo de AMLO y Marcelo Ebrard.
En medio de la tormenta que no para al interior del perredismo local, Miguel Ángel Mancera acudió al llamado y concretó la reunión con Peña Nieto. Ya adelantó que también asistirá a la toma de protesta del priista.
Ebrard Casaubón fue el gran ausente de la reunión. ¿No fue convocado? ¿No quiso asistir?, fueron los cuestionamientos que Mancera tuvo que librar ante los medios de comunicación. Pero más tarde, el todavía jefe de gobierno del DF salió a paso de estas especulaciones y explicó que no fue porque “no encontraba motivo para estar”.
Por su parte Mancera dijo que la reunión fue para analizar lo que está por venir en los gobiernos locales y su relación con el federal.
Y ahí, en efecto, Marcelo no cuenta. Su momento ya fue. Ese episodio ya le tocó vivirlo con Felipe Calderón. Lamentable o afortunadamente fue diferente, entrampado, como estuvo, por la sombra de López Obrador.
Quien lo diría, luego de esa relación distante que Marcelo tuvo con el gobierno de Calderón al principio de su administración, hoy el presidente panista es invitado de honor a la inauguración oficial de la Línea 12 del Metro, la llamada “Línea Dorada”.
Mientras Marcelo se prepara para el gran día que habrá de cortar el listón y develar la placa conmemorativa de la mega obra, Mancera sigue en el difícil proyecto de armar a su gabinete.
Por eso es que ante Enrique Peña Nieto no perdió la oportunidad de plantear la importancia que tiene la Ciudad de México en la economía nacional.
Ahí mismo planteó la necesidad de que la capital del país gane autonomía, una clara referencia a la necesidad de aprobar una reforma política para el Distrito Federal.
Otra de las cosas que sin duda llamaron la atención de Enrique Peña, por no resultarle ajenas durante su gestión como gobernador del Estado de México, son los archiconocidos y multimencionados problemas metropolitanos.
La inevitable relación y repercusión entre el DF y el Estado de México en temas-problemas que los llevan de la mano: agua, basura, servicios de salud y transporte.
Como gobernador, Enrique Peña lo supo muy bien: la capital y el Estado de México comparten familias y lo que esto representan para ambas entidades, presupuesto para garantizar su traslado en los municipios que son colindantes con delegaciones de la ciudad.
Queda claro que millones duermen en el Estado de México y vienen a la ciudad a trabajar y eso tiene un costo; situación que ha generado por años una estéril discusión respecto a quién le corresponde hacerle frente.
En este cúmulo de entendidos, de dónde viene cada uno y cómo es que llegaron hasta donde ahora están: Mancera y Peña, van por la libre.