¿Las mamás son culpables de los hijos machistas? Esa es la percepción que todavía existe al intentar encontrar el origen de prácticas sexistas que hasta la fecha se siguen replicando en una sociedad como la mexicana. Las mamás y los papás o quienes estén a cargo del hijo tienen la capacidad de elección entre repetir el legado de sus antecesores para la crianza, o dejar de lado los estereotipos y patrones del “deber hacer” como niños y niñas.
Stephanye es una madre soltera joven que se dedica a criar a su hijo de 4 años de edad; está separada del padre de su hijo que es un “macho orgulloso que odia las feministas”. Ella se declaró feminista y con ello, busca educar a su hijo de esa manera para que no replique las prácticas con estereotipos que la sociedad mexicana normalizó hasta hace pocas décadas.
Sin embargo, no depende totalmente de ella que el menor crezca sin los estereotipos y los estigmas que persiguen a la sociedad mexicana cuya paridad de género está rezagada por 80 años, según la ONUMujeres.
“Lo siento pero machismo no se escribe con m de mamá, se escribe con todas las letras empezando por m, pero de mujer, construida para ‘buscar marido’ construida para ‘tener hijos’ construida para no decidir sobre su cuerpo. ¿Dónde está el padre? allí donde la decisión de la maternidad no es de dos, es de ‘uno que pide y otra que se deja’ porque él no tiene la responsabilidad”, escribió también Patricia Cortez Bendfeldt, columnista de Guatemala ante la acusación hacia las madres.
De acuerdo con especialistas, se busca culpar a las madres de la educación “machista”, porque ellas son las visibles en el espacio del hogar y lo familiar, adjudicada culturalmente con la tarea de la crianza de los hijos mientras el padre está ausente en el espacio público.
“Los padres también están educando con su ausencia, socialmente se vincula a la figura masculina con el poder y el éxito, son dueños de los espacios públicos y de formas conscientes e inconscientes están mostrando prácticas y reforzando conductas que mantienen esos estereotipos de género”, dijo en entrevista la psicóloga Bianca Pérez Reyes, especialista en perspectiva de género.
Stephanye, por ejemplo, notó que comenzó a replicar las tradiciones machistas “hasta en lo más mínimo como comprar ropa de colores específicos para niño”, pero con el tiempo construyó con su hijo un crecimiento que fuera sano y libre de usanzas que estereotiparan.
“Por parte de su papá biológico, el padre le reitera cuando convive con él que ‘las viejas deben recoger los platos y lavar’ o que si llora ‘es una niñita’. Afortunadamente, la crianza positiva ha logrado que mi hijo tenga comunicación con él y le explique que sus comentarios son misóginos y violentos”, contó Stephanye, quien vive con una pareja a quien llama “aliado feminista”.
¿Por qué se replican estas formas de educación?
Las mamás no operan descontextualizadas de la cultura, poner que es un gran marco cultural en donde estas mamás a su vez son entrenadas, adiestradas y condicionadas.
“No es que se tenga en las habilidades del maternaje como una práctica sino que está absolutamente inmersa en un marco cultural”, explicó la doctora en Educación por la Universidad Marista y terapeuta en lo familiar y de pareja, Mónica Peralta Macedo.
El maternaje es un concepto que se deriva de “mater” y que se trata de una construcción histórica y sociocultural que denomina el “deber ser de toda mujer”, según plasmó la autora Vietnina Echeverría en un ensayo publicado en una revista por la UNAM.
“Creo que esta especie de imaginario social de que las mamás tienen una suerte de poderes mágicos como para hacer hombres de hierro pues no es una práctica solitaria, culturalmente se dan relaciones de poder en donde condiciona de alguna manera que las madres saquen en la crianza prácticas que pueden ser consideradas como adecuadas”, comentó Peralta Macedo.
¿A quién más señalar?
Hay corresponsabilidad que tiene que ver con el entorno cultural, las prácticas sociales en donde el uso del poder está marcado y favorecedor hacia los hombres, comentó la doctora.
Asimismo, la estructura histórica y universal replican estos mensajes con todas sus instituciones, como la familia, el Estado, la iglesia, el sistema educativo, los medios de comunicación e incluso dispositivos como la pornografía comercial que implementan estereotipos de formas muy violentas, analizó Bianca Pérez.
Stephanye contó que las maestras de la escuela a la que acude su hijo en un inicio únicamente se referían a “los niños” para hablar de toda la comunidad estudiantil o seccionaban los juegos “de niñas y de niños” y señalaban que las niñas no podían participar en juegos “rudos”.
Cuando se dio cuenta de esta situación, ella se involucró más para señalar estas objetivaciones que sólo fomentaban la segregación y repetición de patrones.
¿Cómo cambiar los métodos de crianza de la vieja escuela?
Es posible hacer cambios desde la empatía y la escucha activa, opina la especialista Bianca Pérez; desde la empatía enseñando a no discriminar y así permitir expresiones diferentes de sexualidad y género; y desde la escucha de las necesidades de los propios niños.
“Porque cuando les educamos les transmitimos los estereotipos a través de la prohibición y muchas veces nos muestran que les interesa poder usar los juguetes o ropa del otro género sin ningún problema porque no han adquirido la carga social de hacerlo”, refirió la también representante legal del grupo de psicólogos Reconstruyendo el Género.
Usar el lenguaje incluyente, su integración a las tareas de casa, erradicando los roles de género en la educación y fomentando los juegos y actividades donde se relacione con niñas y niños, son algunas de las actividades cotidianas que Stephanye hace con su hijo.
Y a los niños..
Así como Stephanye está consciente de que las madres y padres de los niños que acuden a la misma escuela que su hijo sí replican acciones machistas, y que por lo mismo no podrá proteger siempre a su pequeño del entorno, es importante explicarle a los menores que ciertos discursos que escuchen a lo largo de su vida no son verdades absoluta.
Para ello es importante acercarle a prácticas y modelos diferentes, a través de lecturas infantiles, talleres y películas o medios con enfoque de género o feministas.
Así lo aconsejó la especialista Bianca Pérez, “si respetamos sus decisiones y elecciones sin hacer diferencias en cuanto al género, estamos enseñando que éste es una construcción cultural que no tiene que ser tan rígida, que es una categoría que responde a otros intereses”.