Alcalde y Romero, los nuevos liderazgos de los partidos ‘grandes’

Tanto el PAN como Morena comienzan a medir sus fuerzas y agendas con miras a las próximas elecciones de 2027
Carlos Montesinos Carlos Montesinos Publicado el
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A casi dos meses de que Luisa María Alcalde asumió el liderazgo de un Morena reforzado tras las pasadas elecciones, Jorge Romero toma las riendas del Partido Acción Nacional (PAN), por lo que las dos principales fuerzas políticas del país cuentan ahora con equipos y agendas bien definidas para buscar incrementar su militancia, votación y cargos públicos.

La presidenta morenista llegó al cargo luego de pasar el sexenio de Andrés Manuel López Obrador al frente de las secretarías del Trabajo y de Gobernación. Conformando un Comité Ejecutivo Nacional que incluye tanto a colaboradores en estas dependencias como a Andrés López Beltrán, hijo del expresidente vuelto secretario de Organización.

Su homólogo panista pasó los mismos seis años en la Cámara de Diputados, incluso siendo coordinador de su bancada, tras haber consolidado a su grupo en la Ciudad de México. Mismo del cual surgieron perfiles como el del excandidato capitalino Santiago Taboada, quien también se incorporará al CEN.

Estos dirigentes deberán enfrentar el reto que representan los resultados de sus antecesores. El desafío en Morena es continuar con el ímpetu del sexenio pasado cuando la dirigencia de Mario Delgado se apuntó 23 gubernaturas entre 2021 y 2024, 12 de las cuales estarán en disputa en las próximas elecciones de 2027.

Por el contrario, la responsabilidad de Romero es revertir la mala racha de Marko Cortés, cuya dirigencia perdió seis gubernaturas. Además de sortear las dificultades que significan medirse a un Morena con el doble de presupuesto para 2025, de acuerdo al proyecto presentado por el Instituto Nacional Electoral (INE).

Sobre los antecedentes de Alcalde y Romero, el doctor Gustavo López Montiel, profesor de ciencias políticas en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, comenta a Reporte Índigo que “tienen algo en común: son parte de los grupos que ya dominaban antes a las estructuras partidarias”.

Así, recuerda cómo Alcalde recibió el visto bueno de López Obrador para tomar Morena, tras lo cual “todo el mundo se alineó y no hubo problema en ese sentido”. Mientras que con Romero al frente del PAN “prevalece el grupo que ya venía. Un grupo que le ganó en buena medida la estructura a (Felipe) Calderón”.

Ambos dirigentes llegaron al mando de sus partidos con mensajes de unidad y de apegarse a sus principios. Alcalde Luján ha repetido el llamado a mantener a Morena como un “partido-movimiento” y no volverse un partido de Estado. Mientras Romero Herrera puso por delante la doctrina del PAN para negar que se trate de un “club social”.

En Morena y el PAN, como en los demás partidos del país, “una parte importante de las decisiones está centralizada en los propios órganos que dominan estos grupos”, comenta López Montiel. Siendo que no sólo eligen a los dirigentes en turno, sino que también manejan los recursos de los partidos y asignan sus candidaturas.

El reto de aumentar la militancia

Esto a su vez representa otro factor en la gestión de los dirigentes pues, aunque sus facciones son las dominantes en sus respectivas estructuras, también deberán cortejar a otros grupos, tanto al interior como al exterior de los mismos partidos, cuya permanencia o salida dependen tanto de la atención de la dirigencia como de los resultados en la últimas elecciones.

El académico del Tec de Monterrey analiza estas dinámicas al explicar que, debido a sus amplias votaciones, Morena se ha vuelto refugio de grupos con aspiraciones propias. La dirigencia de Alcalde los ha recibido si bien “no tienen, al final de cuentas, lealtad. Más bien tienen una especie de acuerdo a partir de negociación”.

Por el contrario, “como el PAN ha perdido ese potencial electoral, pues entonces muchos grupos se están yendo”. Siendo este un reto doble para la dirigencia de Romero pues, además de la necesidad de un mínimo de militantes para preservar el registro, podría presentarse la creación de un nuevo partido, como ya amagó su excandidata presidencial Xóchitl Gálvez.

En este contexto, las nuevas dirigencias han vuelto la afiliación uno de sus prioridades. Alcalde y López Beltrán fijaron la meta en 10 millones de militantes para finales de 2025. Mientras Romero propuso abrir las puertas del partido, así como regresar a grupos que lo abandonaron por estar en desacuerdo con el curso adoptado en los últimos sexenios.

El doctor López Montiel señala sobre las intenciones de los dirigentes que “la declaración es más bien para mostrar fuerza en el contexto de los que ocurrió en el pasado, fundamentalmente, cómo los partidos era fuertes porque tenían militantes, como era el PRI”. Pues la realidad de los partidos políticos ha cambiado desde la época de los “partidos de masas”

Si bien la lógica a nivel mundial es que los militantes representen recursos para sus partidos, en México la ley electoral limita este tipo de aportaciones. Aunado a que “tener militantes implica trabajo en territorio, lo cual garantiza de alguna manera la movilización de las personas hasta el punto en que las personas tengan recursos para movilizarse”.

Otro posicionamiento es el de las alianzas que encabezan Morena y el PAN. Por un lado, Alcalde se reunió con líderes del Partido Verde para reafirmar la continuidad de la coalición Sigamos Haciendo Historia. Por el otro, Romero planteó en su campaña la idea de dar por terminada la alianza con el PRI.

Esto respondería, contempla el académico, a que el Partido Verde “es un partido que se conoce como partidos bisagra. No se maneja en el discurso así, pero funciona así. Son partidos que, cómo ven su potencial legislativo, entonces comienzan a generar mayores demandas a la alianza que los acoge”.

Respecto al PAN, hace una recapitulación de los resultados de PRI y PAN desde que unieron fuerzas en 2021, pues hubo varias elecciones en las que “ganaron candidatos que puso el PRI en su momento con votos del PAN. Entonces, eso ha venido a plantear dentro del PAN la necesidad, para reasumir identidad, de ir sólo”.

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