Los robos radiactivos

En menos de seis meses, dos robos de fuentes radioactivas han alertado a las autoridades nacionales e internacionales. 

El primero en la administración del presidente Enrique Peña Nieto se dio en noviembre del año pasado, cuando un camión que contenía Cobalto 60 fue robado en Hidalgo.

Luego de dos días de búsqueda y de una alerta de “seguridad nacional” que cruzó fronteras –llegó a la Agencia Internacional de Energía Atómica y al gobierno de Estados Unidos- la situación se puso en aparente control por parte de las autoridades.

Rodrigo Villegas Rodrigo Villegas Publicado el
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El vehículo que transportaba residuos radiactivos de Cobalto-60 el año pasado, apareció en la misma zona del hallazgo de el de la semana pasada

En menos de seis meses, dos robos de fuentes radioactivas han alertado a las autoridades nacionales e internacionales. 

El primero en la administración del presidente Enrique Peña Nieto se dio en noviembre del año pasado, cuando un camión que contenía Cobalto 60 fue robado en Hidalgo.

Luego de dos días de búsqueda y de una alerta de “seguridad nacional” que cruzó fronteras –llegó a la Agencia Internacional de Energía Atómica y al gobierno de Estados Unidos- la situación se puso en aparente control por parte de las autoridades.

Sin embargo, el robo del vehículo cargado con material radiactivo, su hallazgo, el paradero de los ladrones y las condiciones de la zona acordonada en la que yace la fuente radioactiva, fueron poco claras.

El segundo atraco se dio hace una semana en Tultitlán, Estado de México. 

El robo no tomó la misma notoriedad que el de hace un año. 

La Agencia Internacional de Energía Atómica no fue notificada, y tampoco el gobierno de Estados Unidos mostró mayor preocupación.

La razón de este desdén fue una mezcla de varias cosas.

Primero, su aparente bajo grado de peligrosidad. Pero también el primer partido de la Selección Mexicana en el Mundial de futbol y el arduo jaloneo en el senado por la reforma energética. 

Aún así, especialistas aseguran que los protocolos de seguridad, transporte y manejo de fuentes radioactivas en el país deberían ser mejor revisados.

El robo sigiloso

El pasado 8 de junio, sujetos armados asaltaron una zona de construcción en la que se encontraba un equipo medidor de compactación de suelos marca CPN International, modelo MC3122, con dos fuentes radioactivas.

Se trata de un aparato radioeléctrico que contiene americio-berilio y cesio, materiales radiactivos de baja intensidad que no representaba riesgo para la población, según Juan Eibenschutz, director general de la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguarda (CNSNS).

El Sistema Nacional de Protección Civil y la CNSNS emitieron una alerta regional a los estados de México, Morelos, Puebla, Tlaxcala , Guerrero, Michoacán, Guanajuato, Querétaro, Hidalgo, Veracruz y Distrito Federal.

Luego de seis días de alerta y búsqueda, el artefacto radiactivo fue localizado por la CNSNS en un lote baldío en el municipio de Tultepec, Estado de México.

El hallazgo se dio luego de que la Policía Municipal recibiera una llamada anónima que alertaba a las autoridades sobre un posible cadáver envuelto en una bolsa negra.

La zona fue acordonada por elementos del Ejército y la Marina, así como por autoridades locales quienes esperaron la llegada del equipo de especialistas de la CNSNS. 

El artefacto fue descubierto en el interior de la bolsa y aunque los primeros reportes indicaron que estaba encendido, la función medidora –que es la que produce ondas radioactivas- aparentemente estaba deshabilitada, según reportó Notimex.

El aparato fue retirado del lugar.

Protocolos en duda

Con este nuevo robo, los protocolos de seguridad y transportación de materiales radiactivos dejan que desear. 

Al parecer algo está fallando en la transportación y cuidado de material riesgoso. 

Aunque a diferencia del robo cobalto 60, en noviembre de 2013, la fuente radiactiva robada la semana pasada era de nivel cuatro, es decir, de baja peligrosidad.

Sin embargo, dicho material sí podría ser manipulado para ser utilizada como una “bomba sucia”.

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