Las modificaciones a la Ley de Residuos Sólidos de la Ciudad de México son un buen inicio para evitar la contaminación en los océanos, pero aún quedan pendientes como atacar otros desechos nocivos y, lo más importante, fomentar una cultura que no propicie el uso excesivo de los recursos.
Mientras que los tenedores, cuchillos, cucharas, palitos mezcladores, platos, popotes o pajitas, bastoncillos para hisopos de algodón, varillas para globos, vasos y sus tapas, charolas para transportar alimentos, cápsulas de café y aplicadores de tampones quedarán restringidos a partir de 2021.
Dichas reformas se derivan de la problemática de que ocho millones de toneladas al año de basura van al mar, la mayoría plásticos de un sólo uso.
La concientización es central para que las personas entiendan el daño que se le hace al ambiente al no consumir responsablemente. Por ello, especialistas aseguraron que se debe fomentar otro tipo de cultura basada en el esfuerzo individual y considerando que el planeta es de recursos limitados.
Rivas reconoció que la medida es un buen indicio de lo que la actual administración de la capital pretende en el tema de los residuos.
No obstante, apuntó que el cambio debe venir en sentido cultural para evitar que las personas consuman y desechen cualquier tipo de material, incluidos los plásticos biodegradables, los únicos que se usarán a partir de 2020.
“Con esta medida la presión tal vez se vaya de los océanos, pero se traslada a los bosques y los campos de cultivo cuando el objetivo es disminuir la presión del medio ambiente en general, porque su explotación no cambia si no se deja de pensar que lo desechable existe, hay que entender que estamos en un mundo de recursos finitos”, explicó.
Mientras que la bióloga de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Gabriela Jiménez, señaló que prohibir los plásticos de un sólo uso es bueno, pero se debe convencer a la gente de que el esfuerzo individual es importante.
“Hay otros tipos de contaminantes que también repercuten gravemente al medio ambiente y si la gente no se convence de que lo individual puede generar el cambio, será más complicado”, señaló.
La medida también debería estar aplicada a nivel federal para tener una mayor efectividad y que las legislaciones locales se homologuen, dijo Jiménez.
Mientras que Rivas indicó que una legislación nacional ayudará a que los estados y las autoridades federales vigilen el manejo de los desechos en las entidades donde ya existe una regulación respecto a los plástico de un sólo uso en lugar de que la responsabilidad sea sólo de los municipios.
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Los que se salvaron
A pesar del paso que se dio en pro del medio ambiente, hay otros contaminantes igual de agresivos que los plásticos de un sólo uso sin regulación como las colillas de cigarro, las envolturas de supermercado y los plásticos de juguetes.
De acuerdo con datos de la UNAM, una colilla de cigarro puede contaminar hasta 50 litros de agua y tarda 12 años en degradarse.
La Secretaría de Salud federal alertó en 2016 que al año se tiran 50 mil millones de colillas de cigarro, que no son reciclables y contienen químicos como el alquitrán, sustancia tóxica relacionada con el cáncer en los humanos.
El activista de Greenpeace, Miguel Rivas afirmó que las colillas de cigarro son el segundo contaminante más importante de los mares.
“Nosotros hemos hechos estudios en 42 playas del país en 100 ciudades diferentes y encontramos que después de los plásticos en general, el mayor contaminante son las colillas de cigarro, obviamente aportan más a la contaminación”, señaló Rivas.
Además, refirió que el tema aún no es centro de debate ni tampoco es tomado en cuenta por el poder legislativo local y federal.
La sociedad civil debe movilizarse para exigir una regulación al respecto como en el caso de los plásticos de un solo uso, dijo.
La académica de la UNAM, Gabriela Jiménez, coincidió con Rivas y apuntó que también quedó fuera de las modificaciones a la ley el plástico con el cual se envuelven las verduras y otros comestibles, principalmente en los supermercados, conocido como emplaye.
“Son plásticos no se deben utilizar, no lo han legislado pero si lo prohíben eso, los comerciantes van a protestar, más que ley debería ser cuestión de conciencia”, mencionó.
La especialista añadió que dicho material no es biodegradable y al igual que las bolsas, contamina los océanos.
“Vale la pena pensar en ello, es un material que también contamina mucho porque si se recicla se gasta mucha agua, también se convierte en un daño ecológico”, afirmó.
Jiménez explicó que los juguetes están hechos de un plástico PET 8 que por sus condiciones no se puede usar para el consumo humano y los aditivos que tiene hacen muy difíciles su reutilización.
“Por la cantidad de agua que se necesita no es conveniente reciclarlo y por lo regular termina en la basura, que al final también se va a sumar al problema de contaminación”, mencionó.
La bióloga de la UNAM añadió que el Gobierno tiene que vigilar cómo será el proceso de fabricación de los plásticos biodegradables para que no sean mixtos y terminen agravando el problema.
“Tienen que verificar que los plásticos sean totalmente degradables, si hay mixtos no servirá porque de todos modos tendrán sustancias que no harán que se degraden”, explicó.