México se está haciendo viejo. El país donde habitan poco más de 129 millones de personas está experimentando un proceso de envejecimiento poblacional que, en los próximos treinta años, cambiará radicalmente la composición social como la conocemos, llegará a la tercera edad.
Esta transformación es vista a nivel internacional como un logro de la humanidad pues, actualmente, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), por primera vez en la historia, la mayor parte de la población tiene una esperanza de vida igual o superior a los 60 años.
No obstante, esta realidad también representa importantes retos para nuestro país, ya que implica crear las condiciones de vida idóneas que contribuyan al desarrollo pleno de las personas mayores, algo que está muy lejos de suceder no sólo en México, sino en el mundo.
Entre 2015 y 2030 se espera que el número de adultos de 60 años o más se incremente sustancialmente en todo el planeta —especialmente en las regiones en vías de desarrollo, como México— y en muchos casos, también los abusos de los que esta población es víctima.
Para el año 2050, la cantidad de personas mayores de 60 años se duplicará llegando a 2 mil millones. De mantenerse el crecimiento de las cifras de abusos, la OMS calcula en 320 millones el número de personas de la tercera edad que se verán afectadas.
En lo que compete específicamente a México, el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), en su apartado ‘Maltrato a Adultos Mayores’, señala que al día de hoy el gobierno no cuenta con las capacidades para atender esta problemática.
“El acelerado crecimiento de la población de adultos mayores representa una problemática para los diferentes sectores gubernamentales, debido a que no se ha desarrollado ni la infraestructura necesaria para garantizar el bienestar de este sector de la población, ni la capacidad humana para atender profesionalmente sus muy diversas demandas”.
“La ayuda del gobierno y la pensión que recibo no me alcanza para cubrir todas mis necesidades. Además requiero de atención constante porque ya no me acuerdo bien de las cosas.
“Mis hijos son los que pagan mi estancia. Y aunque me vienen a visitar y aquí hay muchas personas, me siento sola. Pero no los culpo por no poder tenerme en su casa, ellos están haciendo su vida y eso no es fácil”.
Una promesa por cumplir para la tercera edad
Con la llegada de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) al poder, las personas de la tercera edad en México pensaron que la desfavorable situación en la que muchos de ellos se encuentran mejoraría radicalmente, sin embargo, al día de hoy, siguen a la espera de este cambio.
Desde su campaña a la presidencia de la República, el tabasqueño señaló que de alcanzar su objetivo, una de sus prioridades sería dar atención a los adultos mayores.
Ya en Palacio Nacional y como jefe del Ejecutivo, López Obrador inauguró el 13 de enero de este año, desde el Estado de México, el Programa de Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores, donde indicó que la iniciativa es de carácter universal y constitucional, por lo que se incluye también a pensionados y jubilados que antes no recibían este apoyo.
Además, anunció que en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2019 se destinaron 100 mil millones de pesos a este programa. Sin embargo, los tiempos en los que se dijo se implementaría se extendieron, lo que provocó reclamos entre los beneficiarios.
Ante esta situación, Andrés Manuel López Obrador explicó durante su conferencia matutina del 19 de junio pasado que los retrasos se han debido a que los padrones no están bien regulados, pero que ya se tiene un avance del 90 por ciento.
“Ya está el censo de cuantos son adultos mayores. Estamos halando como de un millón 500 mil asegurados del IMSS, resulta que los padrones no están bien hechos. Llevamos cuatro meses pasando los padrones del seguro al padrón general. Llevamos como el 90 por ciento. En general debemos apoyar a 8 millones 500 mil adultos mayores este año.”
Finalmente dijo que a pesar de los retrasos también se han dado avances, ya que ahora se entrega el doble de dinero que en el sexenio pasado: 2 mil 550 pesos al bimestre, una cantidad que, de acuerdo con la señora Catalina Nava, beneficiaria del programa y residente del asilo Fundación para Ancianos Concepción Béistegui, “ayuda pero no soluciona nada”.
“Es un apoyo porque me permite comprar cosas como pañales o mi leche, pero ya para cosas más serias como medicamentos no me alcanza”.
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El rumbo a seguir
Para que el Estado verdaderamente sea capaz de ver por las personas de la tercera edad se necesita mucho más que la simple creación de programas sociales en los que se entrega dinero a los afectados.
Victor Manuel Ortega Flores, enfermero en la Fundación para Ancianos Concepción Béistegui, considera que en lugar de dar tarjetas o efectivo a los ancianos el gobierno debería invertir en proyectos de infraestructura como asilos gratuitos con personal bien capacitado, ya que por lo menos en la Ciudad de México, la mayoría son de paga y no son baratos.
“Donde estoy ahorita cobran entre 14 y 16 mil pesos mensuales, una cantidad que poca gente puede pagar, por lo que es común que cuando una persona de la tercera edad se convierte en una carga para una familia sin recursos, la persona sea abandonada”.
Por su parte, Sergio Mendez, quien también funge como enfermero dice que a su parecer más que el dinero sea un problema la cuestión es que en México no hay una cultura de respeto hacia los ancianos.
De acuerdo con el Informe Especial sobre la Situación de los Derechos Humanos de las Personas Mayores en México 2019, para poder garantizarle sus derechos durante la última etapa de la vida a una persona se requiere atención en muchas otras áreas a lo largo de la vida de un individuo.
“El objetivo se cumplirá en la medida en que se garantice plenamente la satisfacción de los derechos humanos en forma integral durante todas las etapas del ciclo vital, pues la calidad de vida en la vejez está determinada por las condiciones favorables o desfavorables que enfrentan los individuos desde su nacimiento”.
Además, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), señala al menos tres recomendaciones más para que el gobierno de México pueda atender esta crisis que se avecina.
La primera de ellas explica que se requiere del desarrollo de estrategias con enfoque multidisciplinario y de trabajo coordinado entre el Estado, las familias y la comunidad, “cuyo eje fundamental debe ser la perspectiva de derechos humanos, en la cual se ve implícito el reconocimiento de su carácter de sujetos de derechos, de su dignidad y autonomía, de su capacidad de decisión, participación y actuación en todos los aspectos de su vida en los diferentes ámbitos en que se desenvuelven”.
La segunda dice que es fundamental invertir en la formación de capital humano especializado en la atención de la población mayor de 60 años; en investigación geriátrica, gerontológica y en materia de preparación para la vejez de los sectores más jóvenes de la población para que se pueda asegurar la suficiencia de servicios en el mediano plazo, se cuente con elementos científicos que permitan una mejor planeación estatal y se promueva la responsabilidad individual sobre el propio proceso de envejecimiento y sus consecuencias.
Por último, la CNDH recalca que para asegurar que la transición demográfica se convierta en una oportunidad para alcanzar estabilidad económica y social, y no en una “situación gravosa de inequidad que genere déficit en el bienestar individual y colectivo”, es imprescindible asumir un verdadero compromiso político y social para concretar los programas y proyectos que por diversas causas —incluyendo la presupuestal—, no han logrado consolidarse o aplicarse efectivamente.
La cifra negra de la tercera edad
México carece de estadísticas y datos precisos que permitan conocer la magnitud del problema para poder atender la violencia y las agresiones que sufren las personas de la tercera edad.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), las estadísticas sobre el maltrato en la vejez son datos alejados de la realidad en prácticamente todo el mundo debido a que la mayoría de los adultos mayores que lo viven no lo denuncian.
Una situación que tiene su origen en distintas razones: no aceptan que están siendo maltratados, tienen temor a las represalias, creen que es temporal, no quieren que su familiar o cuidador vaya a la cárcel, desconocen con qué autoridad deben dirigirse, o su condición física o cognitiva no les permiten realizar una denuncia.
Sin denuncias
Las personas de la tercera edad son uno de los grupos más vulnerables, sin embargo, también uno de los que menos da a conocer las agresiones que viven por distintos motivos
> No aceptan que están siendo maltratados
> Tienen temor a las represalias
> Creen que es temporal
> No quieren que su familiar o cuidador vaya a la cárcel
> Desconocen con qué autoridad deben dirigirse
> Su condición física o cognitiva se los impide
Fuente: ONU
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La transformación del siglo
Desde el punto de vista de sus implicaciones económicas y sociales, el envejecimiento demográfico que se está dando en América Latina y el Caribe, es quizás la transformación más importante de esta época, señala el estudio ‘Envejecimiento, personas mayores y Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible Perspectiva regional y de Derechos Humanos’ de la CEPAL.
“América Latina y el Caribe se encuentra en la antesala de un cambio sin precedentes en su historia: en 2037 la proporción de personas mayores sobrepasará a la proporción de menores de 15 años. En valores absolutos, las personas de 60 años y más, compuesta en la actualidad por unos 76 millones de individuos, tendrá un período de amplio incremento que la llevará a alcanzar las cifras de 147 millones de personas en 2037 y 264 millones en 2075”.
Aunado a esto, el aumento de personas de la tercera edad en nuestra región se está dando en paralelo a la estabilización numérica de la población, es decir, que no dejarán de aumentar hasta el año 2060.
“Si bien las proyecciones aún indican un aumento de la población de unos 730 millones de personas en 2050, se prevé que hacia el final del siglo XXI se haya reducido a cerca de 690 millones. A raíz de esta tendencia en la evolución de la población regional, para el 2075, el 8.4 por ciento de la población adulta mayor en el mundo vivirá en esta región”.
Es precisamente por lo que indican estas proyecciones que el Estado debe comenzar a tomar acciones cuanto antes para atender el fenómeno del envejecimiento en México, de lo contrario, en 10 años, el gobierno se verá completamente rebasado e incapacitado para atender a este grupo poblacional conforme lo establecen sus derechos en la Constitución.