La pandemia de coronavirus rebasó al sistema de salud mexicano. Diariamente médicos, enfermeras, directivos y recursos son destinados para atender a los pacientes con COVID-19, muchas veces dejando de lado a personas con enfermedades crónicas como cáncer o diabetes.
Durante la pandemia lo vivieron y ahora en la nueva normalidad para estos enfermos se está volviendo cotidiano no recibir atención ni medicamentos, pese a que forman parte de la población de mayor riesgo.
Quienes corren con suerte de acudir a una clínica u hospital muchas veces son mezclados con pacientes sospechosos de COVID-19 ya que no existen protocolos homologados en el sector salud para atender a las personas con enfermedades crónicas.
Ante este escenario, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó que la atención a las personas que padecen enfermedades crónicas se ha visto “gravemente perturbada” desde que comenzó la pandemia en al menos 155 de los países que la integran.
Un ejemplo de esto es que el 42 por ciento de las naciones ha suspendido por completo o parcialmente los tratamientos de cáncer, incluido México.
“Esta situación es muy preocupante porque las personas que viven con estas enfermedades, por lo general crónicas, son quienes tienen mayor riesgo de sufrir padecimientos graves relacionadas con el coronavirus y morir si se contagian.
De acuerdo con los datos presentados por la Organización Mundial de la Salud, el 53 por ciento de los 155 países encuestados han interrumpido parcial o totalmente los servicios de tratamiento de la hipertensión, el 59 por ciento los de la diabetes, el 42 por ciento los de cáncer, el 31 por ciento las emergencias cardiovasculares y los servicios de rehabilitación se han dado de manera intermitente en casi el 63 por ciento.
Advirtieron después de clausurar simbólicamente la entrada principal de la SSa, que no se moverían de allí hasta que los atendiera el secretario de Salud, Jorge Alcocer.
También puedes leer: OMS: se descuidaron otras enfermedades por COVID-19
‘Es inhumano dejar a las personas sufrir con sus enfermedades’
El cáncer de Alejandra lleva en su cuerpo casi el mismo tiempo que el SARS-CoV-2 en el mundo.
A finales del 2019 comenzó con fuertes dolores en el abdomen bajo y vómitos, por lo que tuvo que poner una pausa a la universidad para atender su salud.
Su padre, Carlos Aspeitia, un hombre diabético de edad avanzada ha acompañado en todo el trajín a su hija, sin importarle el COVID-19 ni nada más que el bienestar de ella.
A su paso se han encontrado falta de insumos, negligencia y poca empatía para personas con enfermedades crónicas.
“Mi hija comenzó con dolores muy agudos a finales del año pasado, en el IMSS solo le daban paracetamol para el dolor, fueron muy negligentes en el seguro, nos decían que tenía gastritis, infección en la orina y hasta peritonitis y resulta que no, que tenía cáncer.
“Así se la fueron llevando hasta que mi hija se fue agravando, yo solo veía que se revolcaba en el sillón y en la cama y no dormía, yo la veía tan mal y luego entró el coronavirus y todo se complicó”, narra Carlos a Reporte Índigo.
Cuando entró la pandemia a México, las citas médicas de Alejandra se aplazaron, lo mismo que los estudios clínicos y la entrega de medicinas.
El 17 de marzo fue operada por endometriosis, le habían detectado tejido irregular en el útero, nunca le llamaron para darle a conocer el resultado de la biopsia y a los 4 días de la operación siguió con el dolor y los vómitos.
Endeudándose con familiares, amigos y su patrón, Carlos juntó el dinero para llevar a su hija a un hospital privado, donde le diagnosticaron cáncer y le dieron su primera serie de quimioterapias.
“En el particular nos dijeron que tenía tumores más grandes que los que le quitaron en la operación, la cual nunca debieron de haberle hecho, además nos dijeron que eran cancerígenos y que urgía que mi hija recibiera quimioterapia. Junté el dinero de la tomografía doble y los 60 mil pesos de la quimioterapia y vi algo de mejoría”, agrega.
Hace tres días, la joven de 19 años recibió su segunda quimioterapia, esta vez en el Instituto Mexicano del Seguro Social debido a que sus padres ya no encontraron quien les prestara dinero. Carlos, por su condición de diabético tiene dos meses sin trabajar y por ende de recibir su sueldo completo.
“El lunes llegó el día para la segunda quimioterapia de mi hija, nos dijeron que no había medicamentos y que no estaba registrada, después de media hora la ingresaron y a las dos horas salió.
“Nos dijo el oncólogo que solo le pusieron uno de los tres medicamentos que necesitaba para que el tratamiento fuera completo. Faltó la bleomicina y el cisplatino. No sabemos si esto provoque que se alarguen más las quimioterapias y la enfermedad de mi hija.
“La verdad lo único que puedo decir es que si no pueden mejor que se quiten del puesto y que dejen que otro lo haga, es inhumano que dejen a las personas sufriendo y más con los dolores que provoca el cáncer”, concluye.