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Son “los ojos” de los cárteles de la droga. Afortunadamente ya no están por todos lados rumbo a Tamaulipas y Texas.
Los “radieros” -como se les conoce acá a los halcones- vigilaban las carreteras, caminos y brechas que comunican los municipios del norte de Nuevo León con la “Frontera Chica” tamaulipeca.
Con sus aparatos de radiocomunicación reportaban a sus jefes los movimientos de los convoys del Ejército, la Marina y la Policía Federal, pero también los desplazamientos de los grupos delictivos rivales.
El territorio que controlaban los “radieros” era amplio. Era prácticamente imposible que algo sospechoso pasara desapercibido para la red de vigilantes que operaba en la frontera con Tamaulipas.
Las operaciones de los “radieros” llegaron a ser tan obvias en la región, que incluso algunos de ellos cargaban la batería de sus equipos de comunicación en los edificios municipales.
“Esto era un pinche desmadre”, reconoce una autoridad municipal de la zona norte de Nuevo León.
“Hasta que llegó Fuerza Civil y comenzó a limpiar aquí”.
Lo primero que hizo Fuerza Civil del Estado, hace cinco meses que llegó a la zona de Nuevo León que colinda con Tamaulipas, fue desmantelar la red de vigilantes que usaban los cárteles de la droga para operar en la entidad.
La mayoría de los jóvenes fueron detenidos por los elementos policiacos.
Otros decidieron huir. Y algunos más fueron ejecutados por los mismos cárteles para quienes trabajaban.
“Aquí estaba lleno de radieros. Era como una plaga, pero ya no están”, asegura un habitante de Doctor Coss.
Hoy, los comandos de Los Zetas y del Cártel del Golfo no se mueven con libertad en la zona norte de Nuevo León que limita con el estado de Tamaulipas.
O al menos se mueven, pero a ciegas, sin que nadie les cuide las espaldas.
En enero el Gobierno del Estado abrió un cuartel de Fuerza Civil para reforzar la seguridad en los municipios de General Bravo, China, Doctor Coss y Los Herreras.
La mayoría de los pobladores de estos municipios coincide que desde la llegada de los policías estatales existe más seguridad en la zona.
“Aquí ha sido Fuerza Civil porque aquí siempre ha habido soldados, marinos, federales, y nunca se le había pegado realmente.
“Ellos expurgaron esto. Hay que reconocerlo chueco y derecho”.
La actuación de Fuerza Civil en esta zona colindante con la “Frontera Chica” tamaulipeca también genera controversias.
“Lo malo de Fuerza Civil, es que para ellos todos somos sospechosos y delincuentes”, cuenta un ganadero de General Bravo.
“Si te paran te checan todo, te piden documentos de la camioneta y te interrogan como si fueras un delincuente”.
Un ganadero de Doctor Coss asegura que en la actualidad se percibe más tranquilidad, en comparación al terror que se vivió hasta hace poco en esta zona pegada a Tamaulipas.
“Había tres policías en los tres turnos y de pronto llegaban 10 camionetas con hombres armados y se paraban en medio de la plaza.
“¿Qué hacías? Nomás veía la impotencia”.
Los lugareños aseguran que hoy esas escenas no son tan frecuentes, pero que existe el temor de que regresen por la guerra interna que libra el Cártel del Golfo en Tamaulipas.
“Yo creo que a los de Fuerza Civil sí le sacan”, comenta uno de los lugareños. “Ya no entran como antes”.
Pero tampoco significa que no ocurran en la región sucesos violentos.
Hace poco, un joven que trabajaba como “radiero” para el crimen organizado fue decapitado por el propio cártel para el que trabajaba, por haber fallado en sus tareas.
También, en el municipio de China un comerciante fue privado de su libertad por un grupo delictivo.
“Esto era un desmadre. No sabías cómo ibas a amanecer aquí.
“La verdad perdimos la capacidad de asombro”, cuenta un empresario de General Bravo.
Hoy, los habitantes de estos municipios viven otros peligros por su cercanía con municipios tamaulipecos como Camargo, Miguel Alemán, Díaz Ordaz y Ciudad Mier.
“El riesgo ahorita es que te topes con ellos y que te toque en medio”, cuenta un ganadero.
“O que se dispersen y que tu vayas pasando y te ‘chinguen’ la camioneta”.
Reporte Indigo publicó ayer que el recrudecimiento de la violencia en las ciudades de Tamaulipas revive la amenaza de que la inseguridad se extienda a los municipios de Nuevo León.
Sobre todo del norte del estado, como ocurrió hace cuatro años con la fractura del CDG con Los Zetas.
La ola de violencia que azotó esta región de Nuevo León prácticamente terminó con la actividad comercial y ganadera que existía en los municipios suburbanos.
En General Bravo, por ejemplo, está el caso de una empresa contratista de Pemex que en su mejor época tuvo hasta 500 empleados y hoy está cerrada por la inseguridad.
Todos los días a estos municipios de Nuevo León que son frontera con Tamaulipas llegan noticias, o rumores, de lo que ocurre en las ciudades y comunidades del estado tamaulipeco.
En Reynosa, saben que es un secreto a voces que un cártel de la droga despojó a un regidor de su rancho y que hoy es operado por el crimen organizado.
También saben -porque lo han visto- que en el municipio de Miguel Alemán, en la salida hacia Reynosa, hay una tienda Oxxo donde pistoleros del Cártel del Golfo mantienen un retén para inspeccionar a los autobuses y secuestrar a los migrantes que pretenden cruzar el Río Bravo hacia los Estados Unidos.
“Los secuestran y piden rescate por ellos.
“Eso todos los de aquí lo sabemos, pero parece que las autoridades no”.
Hoy, después de mucho tiempo, hay indicios de recuperación en la región norte de Nuevo León que colinda con Tamaulipas.
La empresa Cemex planea la construcción, en el municipio de General Bravo, del parque eólico Ventika, un proyecto en el que invertirá más de 500 millones de dólares.
También se espera que el próximo año empresas internacionales inicien con la perforación de pozos para extraer gas natural y gas shale, en la Cuenca de Burgos.
Los alcaldes de la zona hacen intentos por volver a conformar sus policías municipales.
En General Bravo asignaron a un excapitán del Ejército como director de la Policía y contrataron a cuatro elementos. Por su parte, los municipios de Los Aldamas, Doctor Coss y Los Herrera, compartirán un grupo de policías.
Un ejemplo de esta recuperación es el restaurante Los Ahijados, ubicado en la Autopista Monterrey-Reynosa, en el municipio de General Bravo.
Los clientes, poco a poco, han regresado a éste, que fue escenario de balaceras durante la peor época de inseguridad que ha vivido Nuevo León.
“Nos pasaron cosas terribles, pero nunca cerramos.
“Hoy los clientes han vuelto”, dice el encargado de Los Ahijados.
> Reporte Indigo publicó ayer que el recrudecimiento de la violencia en las ciudades de Tamaulipas, revive la amenaza de que la inseguridad se extienda a los municipios de Nuevo León, como ocurrió hace cuatro años con la fractura entre el CDG y Los Zetas.