Es un secreto a voces, confirmarlo es prácticamente imposible, pero en las calles se les ve con su ropa de gimnasio, e incluso, cargando su proteína recién comprada en tarros que sobrepasan el kilo. Las iglesias están suspendidas por la pandemia de Covid-19, sean católicas o cristianas, pero los ritos se siguen celebrando vía Internet o a puerta cerrada, y por las tardes se les escucha cantar a todo pulmón sus alabanzas al Nuevo testamento.
En Naucalpan de Juárez, Estado de México, todavía hasta el 26 de marzo, un grupo de jóvenes entrenaba en un espacio al aire libre, muestra de ello es un video en YouTube.
Quien lo graba dice tras de cámaras: “¡Casa llena! ¡Cáiganle banda! ¡Aquí no se descansa! ¡Aprovechando la cuarentena!” mientras describe uno a uno a sus compañeros para al final rematar con “Cáiganle ¡Aquí no se va a cerrar!”.
Todavía el 14 de abril, desde una página de Facebook que cuenta con más de 500 mil likes, se observaba a los hombres en un parque, en una unidad habitacional y en el espacio anteriormente mencionado, con el propósito de hacer ejercicio en plena situación de crisis sanitaria fuera de sus casas, ninguno tiene protección o utiliza guantes, los videos tienen miles de reacciones.
Así como este grupo denominado Barras Praderas, existen otros que de manera clandestina siguen reuniéndose con tal de mantener el físico de sus cuerpos, ellos lo único que desean es permanecer con su entrenamiento.
Justo como en la película de 1999, El club de la pelea, esta sociedad secreta de atletas, repite constantemente la primera y segunda regla “La primera regla del Club de la pelea, es que no se habla del Club de la pelea”, el clandestinaje es clave para mantener sus rutinas y su vida diaria a pesar de las medidas tomadas por el Covid-19.
“Son personas que llevan toda su vida entrenando y no los puedes frenar tan fácil, siempre van a buscar una manera de entrenar, un día en un gimnasio, otro día en otro, porque en el gremio de esto que es las pesas y el fisicoculturismo, hay mucha gente que se apoya”, dice ‘Tuareg’, quien también practica esta disciplina.
Pero las reuniones clandestinas no se limitan solo a quienes practican deporte, también están quienes se encuentran preocupados por mantener su fe en momentos de cononavirus Covid-19 para seguir adelante los días que queden de aislamiento.
‘Te va a cargar la chingada
Desde el 17 de marzo pasado comenzó la suspensión paulatina de actividades por el Covid-19 en Querétaro debido a la contingencia sanitaria, fue por ello que ‘Tuareg’, dueño de un gimnasio, decidió mantenerlo cerrado.
Nueve días después, el lugar es visitado por inspectores gubernamentales de la entidad, al interior se encontraban cinco personas en un espacio de 570 metros cuadrados, tres ejercitándose y dos empleados, ‘Tuareg’ justo se había retirado, pero los funcionarios públicos amenazaron a Álvaro, quien les abrió la puerta.
“Abre y se quieren meter estas personas y no sabía quiénes eran, y dicen que son de inspección, que si no van a hacer uso de la fuerza pública y que se lo va a cargar la chingada”, narra ‘Tuareg’.
El también atleta profesional menciona que ese mismo día se aplicó la suspensión a su local, afirma que los dependientes gubernamentales actuaron despóticamente, ‘Tuareg’ se vio forzado a pagar una multa y se retiraron los sellos, el lugar permanece cerrado hasta nuevo aviso y le siguen cobrando servicios y renta.
Además ‘Tuareg’ tiene invertido un millón y medio de pesos en mobiliario, augura que de no poder abrir sus instalaciones en los próximos tres meses, tendría que clausurar definitivamente y empezar a vender sus aparatos.