Es la hora de las definiciones. Ya pasaron los primeros tres años de la administración de Enrique Peña Nieto y las organizaciones políticas están reagrupando sus fuerzas con miras a la recta final.
El 2018 suena lejos, pero no para los partidos, quienes afinan su puntería para no quedarse fuera de la jugada electoral. Y para eso hay que ajustarse a los nuevos tiempos.
El PAN decidió desmarcarse del maderismo al nombrar a Marko Cortés como líder de su bancada. El PRD quiere dejar atrás el estigma del poderío de “Los Chuchos” y eligió un caballo negro para San Lázaro.
El PRI tomó otro camino. Lejos de desmarcarse de Los Pinos se acercó al Presidente para apuntalar su proyecto de gobierno.
Movimiento Ciudadano se apegó a la fórmula del éxito de las últimas elecciones y se acercó a los independientes. Y aunque es una organización que recibe recursos del erario, en su discurso busca quitarse la etiqueta de partido político.
Por su parte el Partido Verde con sus 47 sillas en el Congreso seguirá en su papel de “bisagra” con su aliado natural el PRI. Lo mismo hará el Nueva Alianza, quien cuenta con 11 curules, pero sabe que si se une a los otros dos logran la mayoría simple.
Finalmente está Morena que sigue fiel a la figura de Andrés Manuel López Obrador, quien en las últimas elecciones les resultó en dividendos históricos.
A la mitad del sexenio, las fuerzas políticas se reagrupan y redefinen estrategias. El tiempo dirá si fueron las correctas.
PAN: Anaya se desmarca
Con la designación de Marko Cortés, como su coordinador de bancada, el presidente del PAN, Ricardo Anaya, decidió desmarcarse de todo lo que huela a maderismo.
Y es que la crisis que vivió el blanquiazul en las urnas las pasadas elecciones, fue atribuida a la decisión de Gustavo Madero de firmar el Pacto por México.
Incluso, el mismo exdirigente nacional del PAN, lo reconoció la semana pasada.
“Nos costó”, dijo, “nos salió caro el chistecito”.
Y aunque por la cercanía de Cortés con Madero muchos dudan que la designación sea una resolución de fondo, pero al menos las formas pesaron.
Tanto, que en sus primera declaraciones tras quedar fuera de la foto, el exlíder nacional blanquiazul aseguró que Anaya le impuso “un veto” para ser coordinador del grupo parlamentario en San Lázaro.
En su discurso durante una reunión privada en Tijuana, Madero señaló que fue el propio Anaya quien ofreció la coordinación.
“Yo fui generoso en rechazar la coordinación, y al día siguiente de que lo anuncié, tú me fuiste a pedir que reconsiderara y tú me ofreciste la coordinación.
“Lo que pasó es que me perjudicaron (…) cuando ya todo mundo creía que íbamos a ser (coordinador de bancada) me dicen: no vas. Fue un manotazo, a uno le roban la generosidad”, dijo Madero.
Pero las dudas sobre la autenticidad de este desmarque del PAN y el maderismo tienen su fundamento en la relación política de Madero y su nuevo coordinador de los diputados en San Lázaro.
En 2014, Cortés Mendoza fue coordinador nacional de campaña de Madero, cuando este buscaba la dirigencia nacional del blanquiazul.
Por eso, el líder de la próxima bancada panista tuvo que salir a negar que su nombramiento sea parte de la puesta de un escenario en el que operará detrás Madero.
“No se trata ni de una farsa ni de una puesta en escena”, enfatizó.
También Madero sacó la cara por el partido y recalcó que, a pesar de haber quedado fuera de la coordinación, no abonará a la discordia, sino que será un factor de unidad desde donde le toque jugar.
Esta no es la primera vez que Anaya se deslinda del chihuahuense. Cuando fue elegido presidente del partido, también sintió la necesidad de explicar que entre él y su antecesor no había ningún compromiso pendiente.
Un día después de los comicios internos, el queretano aseguró no tiene dueño y que ejercería su cargo con independencia.
“Lo digo con toda claridad: seré un presidente con la independencia necesaria, para decidir lo correcto para el PAN y para México. Que de eso no haya duda”, remarcó.
PRD: Desdén a ‘Los Chuchos’
Con miras al 2018, el PRD busca la renovación de un partido que ha sido golpeado por los escándalos y las grillas internas. El partido del sol azteca borrar el estigma del poderío de “Los Chuchos” y lo dejó claro de manera contundente… y muy académica.
Para dirigir al partido eligieron a Agustín Basave, egresado del Tecnológico de Monterrey y con un doctorado en ciencia política en la Universidad de Oxford. Y para San Lázaro se decidieron por el exrector de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO), Francisco Martínez Neri, a quien nombraron coordinador “de unidad”.
Fue quizá esa la señal más fuerte de sus intenciones de desmarcarse de la poderosa corriente de la Nueva Izquierda, la cual desde que llegó a la presidencia nacional del PRD en 2008, ha sido acusada de convertir al partido en un “satélite” del PRI, lo que incluso provocó una desbandada de líderes de peso y de ser la responsable del fracaso en las pasadas elecciones.
Quizá una de sus peores decisiones políticas fue la firma del Pacto por México que secundó las reformas estructurales de Enrique Peña Nieto.
Y aunque Jesús Zambrano se retiró antes de la contienda para dirigir la bancada en la Cámara de Diputados, la designación de Martínez Neri podría marcar el principio del fin de esa influyente tribu perredista.
Aunque Zambrano no piense igual.
“El peso nuestro como equipo político, como corriente política dentro del PRD ahí está y es indiscutible, y lo vamos a hacer valer para construir”, aseguró el perredista.
Además, explicó que no claudicó en sus aspiraciones para liderar la bancada en San Lázaro, si no que se retiró para abonar a la unidad, transformación y relanzamiento del partido.
“No claudique, quiero en primer lugar dejarlo muy claro que no es el término acertado para mi decisión de no inscribirme, porque quise contribuir convencidamente, por decisión propia y libre, a que construyéramos un ambiente de unidad en el partido”, dijo.
Pero su idea de construir la unidad no está peleada con sus intenciones de presidir la Mesa Directiva de San Lázaro en el primer año de la Legislatura que comienza el martes 1 de septiembre.
“Un servidor puede ser una figura, un diputado de consenso para que sea la propuesta del PRD para la presidencia de la Cámara de Diputados”, dijo.
Movimiento Ciudadano: No quieren ser un partido
Movimiento Ciudadano se apegó a la fórmula del éxito de las últimas elecciones y se acercó a los ciudadanos haciéndole ojitos a los independientes. Y aunque es un partido político, en su discurso busca desmarcarse de esa etiqueta.
Y aunque quitarse esa etiqueta no es sencillo –para empezar, porque esta fuerza política es dirigida por un expriista, el veracruzano Dante Delgado Rannauro– el Movimiento ha sabido aprovechar el envión del furor independiente de las elecciones pasadas, en las que participaron 125 candidatos sin partido, además de las victorias de sus propios aspirantes.
En los comicios del 7 de junio, el porcentaje de votación de Movimiento Ciudadano pasó del 3.23 por ciento que tuvo en las elecciones de 2009 y 2012, a 6.10 por ciento.
La decisión de proclamarse como el partido ciudadano y acercarse a los liderazgos independientes le generó dividendos, a pesar de las especulaciones que había antes de las campañas sobre la posible pérdida de su registro, pues sorprendió al alcanzar, por sí solo, una votación federal de alrededor del 7 por ciento.
Además, en una votación histórica, el partido rompió el bipartidismo en Jalisco al posicionar a su candidato Enrique Alfaro como nuevo alcalde de Guadalajara.
La “ola naranja” también sumó triunfos en 24 alcaldías más.
Con esto, el partido abrió una vía estratégica para las elecciones del 2018.
Morena: AMLO sigue dando color
Con el resultado de las elecciones pasadas, en las que se inauguró pisando fuerte, Morena logró meter casi 40 diputados en el Congreso, lo que le da un peso histórico.
Incluso el investigador Alejandro Hope, calificó a esta organización como el mejor partido primerizo desde el Frente Democrático Nacional en 1988.
Morena logró capitalizar el voto de castigo que la ciudadanía emitió a las facciones del Pacto por México y propuso un cauce institucional a los descontentos sociales acaparando votos a su favor.
Y es que el partido ha sabido aprovechar a su activo más importante: su líder, Andrés Manuel López Obrador, quien incluso en algunas encuestas de salida ya se perfila entre los principales candidatos para ganar la presidencia en el 2018.
Por si fuera poco, con Morena, la izquierda junta acumulará 31 por ciento del total del voto federal, lo cual es un número similar al del PRI. Sin embargo, sus pasado con el PRD lo fragmenta ese voto y limita la capacidad política para construir una gran coalición.
La posibilidad de una alianza choca con un profundo resentimiento y desconfianza, pero de no llegar unidas, estas fuerzas políticas su victoria en el 2018 son prácticamente nulas.
Pero la posibilidad está ahí.
Verde y Nueva Alianza: Las bisagras de siempre
La chiquillada, por su parte, sabe que ahora tienen mucho más poder que antes.
El Verde, por ejemplo, no se movió y sigue con su aliado natural, pero emergió una palanca que será necesaria para que el PRI logre mayoría: Nueva Alianza.
En alianza, de esas tres fuerzas políticas suman 260 de los 500 espacios en la Cámara de Diputados lo que les alcanzaría para aprobar reformas legales sin el voto de otras fuerzas políticas, pero no para modificaciones constitucionales.