Tijuana.- A Lomas Taurinas no viene el candidato del PRI. A pesar de lo que representa el emblemático lugar para el tricolor, Enrique Peña Nieto no hace campaña en esta zona de Tijuana. Nunca ha estado.
Hace 18 años asesinaron a Luis Donaldo Colosio. El crimen nunca se esclareció. Hoy, en esas montañas y cañadas que ahora tienen pavimento, drenaje y agua potable, la gente tiene desesperanza, resignación e indiferencia.
Una campaña presidencial ya no les emociona. Ésta o cualquier otra.
No es fácil, antes estaban entre el lodo y con mucha hambre, y ahora, hay trabajo pero siguen pobres. La promesa no llegó, terminaron con ella de dos tiros.
Tras un sexenio del PRI y dos del PAN, Lomas Taurinas sigue en el olvido. En un recorrido por sus calles, ausentes las promesas de ambos partidos. Aquí no se cristalizan los proyectos ni del municipio ni del estado, y claro, tampoco los del gobierno federal.
Calles sin pavimentar, casas de madera e instalaciones eléctricas improvisadas marcan el panorama de la colonia un día mundialmente famosa. Las cañadas con basura y llantas como muros para evitar que la tierra se desgaje en época de lluvias.
A un par de metros de donde los vecinos aseguran fue asesinado Colosio, está un monumento en su memoria. En la llamada Plaza de la Unidad y la Esperanza, que no tiene nada de diferente a cualquier modesta plaza del país, no hay más que una estatua que intenta proyectar cierto heroísmo.
Ahí juegan los niños y es el atajo de quienes van por los taxis colectivos o a la carnicería. A un lado, está la biblioteca con el nombre del homenajeado, totalmente vacía. El centro comunitario Diana Laura Riojas de Colosio, a un costado del depósito de libros, recibe mantenimiento.
Nada indica que en unas horas estará Enrique Peña Nieto en la ciudad . No hay preparativos, es un sábado normal para todos en la colonia.
Desesperanza
En el cruce de las calles de Mariano Arista y Adolfo López Mateos, que es la esquina de la plaza, una casa sencilla.
Una parte con techo de madera y la otra de cemento. En el patio se alcanzan a ver los contenedores de plástico que usan para lavar la ropa y las sábanas haciendo la labor de cortinas sobre las ventanas.
En la reja, orgullosa, una placa lee: Familia Lepe. La abuela de la casa, María Luisa Soto, fue de las primeras en llegar a Lomas Taurinas y estuvo el día que mataron al candidato del PRI. A ella los años le dan la virtud de hablar sin empacho.
¿Por qué no vienen los candidatos a Lomas Taurinas?
“Por miedo yo pienso. Yo pienso que por miedo no vienen”, asesta la mujer de más de 70 años.
La señora está acostumbrada a hablar de Luís Donaldo Colosio, en los 18 años que lleva de muerto, miles de veces le ha tocado hablar de lo que vio ese día.
Del tema de lo que pasó después, asegura, nadie le pregunta. Y es que luego del asesinato el gobierno de Ernesto Zedillo intentó transformar Lomas Taurinas. Llegaron los servicios básicos, pero pasado el auge del magnicidio, la colonia regresó a su destino.
“Arreglaron y ahí quedó. Ya no volvieron, jamás volvieron. Cada año vienen y le ponen una corona de flores y es todo”, lanza con vehemencia.
La señora Soto tiene algo claro. Los políticos “nomás vienen cuando son las elecciones”,
Pero esta vez, ni los empleados llegaron.
Resignación
Ramón Hernández es de Sinaloa, y a sus más de 20 años de ganar un salario que apenas le alcanza para vivir, tiene que resignarse a seguir siendo vecino de Lomas Taurinas.
Vive en la parte alta de la Colonia. El día que mataron al candidato presidencial fue a trabajar y se enteró hasta llegar a su casa de las versiones. Hoy vive resignado con lo que tiene.
Es cierto que hoy las cosas están mejor que antes en Lomas Taurinas. Aunque toda la colonia no está pavimentada, aunque sólo haya taxis y no camiones de tarifa económica.
“Todo está tranquilo. Y ni modo, qué hacemos más, lo bueno es que ya tenemos pavimento”, confiesa resignado.
Y la verdad, no le importa que Enrique Peña Nieto visite Tijuana, él no tiene ya tiempo para esas cosas, debe trabajar.
“No somos malos”
En Lomas Taurinas los jóvenes no quieren hablar de Colosio. No les interesa Colosio. Parecen sentir una total indiferencia hacia el tema. Al pedirles su opinión se niegan a darla.
Luz Gómez Acosta, dueña de una de las dulcerías de la colonia, accede a dar su opinión. Es económica al hablar.
Con la muerte de Colosio la colonia revivió, precisa, se acabó el vandalismo y llegaron los servicios públicos. Pero luego de unos años todo regresó a ser igual que antes. Cierto, con algunas calles pavimentadas, pero lo mismo.
“Ahorita otra vez está igual, hay robo de coches, pandillerismo”, relata.
Lo importante, dice, es que todos sepan que en Lomas Taurinas no hay gente mala. La señora Luz insiste que el asesino de Colosio, Mario Aburto Martínez, no era de Lomas Taurinas.
“No somos malos”, suelta con una sonrisa.
La frase tiene sentido. Lomas Taurinas está estigmatizada, porque lleva a cuestas la muerte de un candidato que ahora es mártir. Se lleva en las espaldas junto a las carencias y las evidentes precariedades.
Porque los colonos de ese, que antes era un cinturón de miseria en Tijuana, y ahora es una colonia pobre más, perdieron la esperanza de lo que un candidato les propuso. Hoy, su sucesor ni siquiera los visita.