Llega la factura educativa, rezago y deficiencias

Factores como la pandemia de COVID-19, la falta de presupuesto y apoyo por parte de las autoridades de los tres niveles de gobierno, han agudizado el rezago y las deficiencias educativas entre los estudiantes menores de 15 años
Elizabeth González-Manrique y Rubén Zermeño Elizabeth González-Manrique y Rubén Zermeño Publicado el
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En vez de avanzar, los niveles educativos en México retroceden, ocasionando que nos encontremos lejos de que la educación se convierta en un motor para el desarrollo, para combatir las desigualdades y darle una mejor vida en el futuro a nuestras infancias.

La responsabilidad de este fracaso educativo es compartida entre autoridades de los tres niveles de gobierno, directivos e incluso docentes.

Tras más de 20 años de aplicación en México del examen del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) de la Organización para la Cooperación y del Desarrollo Económica (OCDE), los alumnos del país retrocedieron al nivel educativo de 2003, es decir, casi desde que comenzó este examen.

Cada tres años, la OCDE aplica la prueba PISA con el objetivo de evaluar los conocimientos y habilidades intelectuales adquiridas por los adolescentes quienes continúan en la escuela y cuentan con la edad normativa (15 años de edad), para concluir la educación básica.

Durante 15 años, los porcentajes de los alumnos que obtenían niveles bajos de desempeño en rubros como Lectura y Ciencias se mantuvieron sin cambios significativos, presentándose una leve mejoría de 11 puntos entre 2003 y 2012, sin embargo, tras la última aplicación de la prueba, en 2022, se reportó una regresión a rangos similares a los de 2003.

Fue precisamente entre 2021 y 2022 cuando se restableció la asistencia regular a los centros educativos después de la pandemia de COVID-19.

Debido a que la asistencia a centros educativos se ha incrementado hasta en un 45 por ciento entre 2000 y 2022, la cantidad de alumnos que han obtenido resultados bajos en Matemáticas y Lectura se ha incrementado de manera significativa, en tanto en el caso de Ciencias se reportó una disminución no significativa.

Los resultados de la última prueba PISA demuestran que los estudiantes mexicanos presentan severas deficiencias en materias básicas.

Aunado a las deficiencias en los aprendizajes, el problema se agrava por los niños que no están inscritos en la escuela, los cuales son alrededor de medio millón de menores de edad.

“De manera consistente, los resultados de PISA indican deficiencias en los aprendizajes fundamentales de gran parte de los estudiantes mexicanos. Si a ello se suma que persiste un número importante de personas de 15 años no inscritas en la escuela —que hipotéticamente tienen altas probabilidades de carecer de los conocimientos y habilidades intelectuales que evalúa PISA— el porcentaje de jóvenes de 15 años con carencias severas en su educación se incrementa considerablemente”, señala un estudio sobre los resultados de la prueba elaborado por el Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República.

Debido a esta situación, el estudio sobre  PISA concluye que la hipótesis de que los jóvenes no han logrado desarrollar las habilidades intelectuales que evalúan las pruebas es acertada.

“Quienes se ubican en los niveles bajos de desempeño en PISA, conforman un extenso grupo de personas que —en mayor o menor medida— experimentarán dificultades para insertarse en su futura vida laboral y social”, agrega el estudio.

Peligra PISA de 2025

El próximo año se aplicará la prueba PISA para evaluar a los estudiantes de 15 años en lengua extranjera, aprendizaje en el mundo digital, conocimientos en cambio climático y medio ambiente, sin embargo, la OCDE reveló que nuestro país no ha cumplido con los requisitos para poder aplicar el examen, entre los que se encuentra la prueba piloto y pagar las cuotas para realizar la prueba.

“La participación de México en la próxima ronda PISA 2025 está actualmente en riesgo, ya que tengo entendido que los preparativos necesarios para implementar el estudio se han suspendido”, escribió Andreas Schleicher, director de Educación y Competencias de la OCDE, en una carta dirigida a la presidenta de la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación, Silvia Valle Tépatl.

Debido a esta situación, la organización civil Educación con Rumbo (ECR) obtuvo un amparo del juez de Distrito en Materia Administrativa de la Ciudad de México, que obliga a la Secretaría de Educación Pública (SEP) y a la a Comisión Nacional para la Mejora Continua a realizar las gestiones y trámites ante la OCDE para garantizar que la evaluación de PISA se realice el próximo año para garantizar el derecho humano de la niñez a la educación.

Apenas hace una semana el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró que “sin ningún problema” se aplicará la prueba.

“Todo lo que tenga que ver con la educación se apoya, he estado viendo eso, de que hablan de que no vamos a participar, pero sí, no sé en qué consiste”, dijo.

Las causas

El Centro de Estudios Espinosa Yglesias, asociación civil cuya misión es generar investigación especializada para conformar directrices de políticas públicas y acciones que impulsen la movilidad social en México, realizó un análisis de la educación en México, encontrando que el bajo nivel de la educación se debe a varios factores, entre ellos, la baja inversión en el rubro.

El gasto por estudiante se ha reducido en los últimos años al 3 por ciento del Producto Interno Bruto, cuando lo recomendable, según organizaciones internacionales, es que abarque el 5 por ciento del PIB.

De acuerdo con esta organización, aunque entre 2018 y 2023 se ha impulsado un cambio narrativo en torno a la educación, como el cambio radical en contenidos y métodos de enseñanza, esto podría constituir una medida tardía.

Aunado a ello, las debilidades en la formulación de los programas podrían poner en riesgo la adquisición de aprendizajes, al igual que la falta de diagnósticos y medidas para revertir el rezago educativo provocado por la larga ausencia en las aulas debido a la pandemia de COVID-19.

El rezago educativo en México tiene muchas caras, entre ellas, la de la pandemia de COVID-19 que mantuvo a los menores de edad lejos de las aulas poco más de dos años. Foto: Especial

Rosa Romero, profesora con 40 años de experiencia en el sector público y privado y quien actualmente imparte clases a niños de tercero y cuarto año de primaria, concuerda en que gran parte del “nuevo” atraso escolar, acusado por organizaciones como el CEEY o evidenciado por la prueba PISA, se debe a la emergencia sanitaria, sin embargo, también reconoce otros factores.

Romero, quien durante la pandemia dejó de laborar incluso en línea, asegura notar una diferencia significativa entre los alumnos que tuvo antes y después de la pandemia, pues varios de los estudiantes que ahora atiende en cuarto de primaria, cursaron los primeros años de este nivel educativo a través de plataformas digitales, lo que, en muchas ocasiones, dificultó el aprendizaje óptimo en materias básicas como matemáticas y español.

“La pandemia no solamente ha traído una condición de atraso académico, sino que también ha provocado en los niños daño psicológico. Respecto a los conocimientos, muchos de ellos se encuentran atrasados, hay niños que no comprenden definitivamente lo que es el pensamiento lógico matemático, les cuesta mucho trabajo saber discernir, por ejemplo, con qué operación u operaciones se resuelven los problemas matemáticos.

“Tampoco se saben las tablas de multiplicar, que son la base para resolución de varios problemas matemáticos, no saben trazar ni usar el juego geométrico, no saben tampoco algo importante como lo es el vocabulario para saber exactamente qué cosa es lo que les preguntan, no conocen la palabra agregar, disminuir, lo que es aumentar, lo que es quitar, no tienen asociación de esas palabras con las operaciones fundamentales”, explica Romero.

Respecto a la lectura, la profesora considera que el panorama es igual o incluso más difícil que en el área matemática.

En el caso de la lectura no leen correctamente, no tienen acentuación, no tienen buena dicción, no hay entonación, todo lo leen de corrido. Entonces cuando se les pregunta en lectura de comprensión, de qué trató el texto, son pocos los que te saben contestar, precisamente por la falta de vocabulario”, afirma.

Además de la emergencia sanitaria, Romero asegura que los cambios que se han dado en la sociedad en los últimos años y el ritmo de trabajo de la mayoría de los padres, no permite que los pequeños tengan el apoyo necesario en casa para practicar la lectura con la ayuda de un adulto, pues la mayoría de ellos se encuentran a cargo de cuidadores o, incluso, permanecen solos durante largas horas.

Educación, factor de movilidad social

La profesora Rosa Romero considera que una de las causas de que algunos niños se encuentren más atrasados con respecto a otros se debe a la desigualdad entre ellos.

“El atraso tan grande respecto a conocimientos es causa, sí, de la pandemia, pero sobretodo se debe a que no es lo mismo estar presente en el aula que estar a través de una computadora, a muchos niños, incluso, les costó tanto trabajo poder aprender que sus padres les daban los resultados de los ejercicios que se estaban haciendo y eso pues en lugar de ayudarlos, los atrasó, ya de por sí tenemos un rezago educativo fuerte con la pandemia aumentó todavía más.

“Ahora, muchos alumnos durante la pandemia pudieron conectarse vía Zoom, o Google Meet o Classroom, a las clases, mientras que los que no tenían dispositivos para poderlo hacer se conectaban, cuando podían, a  través de algún dispositivo de familiares o amigos y usaban el internet que da el gobierno, que la señal es fatal, la verdad. Además, en muchas ciudades de la República Mexicana hubo niños que, pues, desertaron debido a que ya nunca pudieron volver a regresar a la escuela”, explica Romero.

Al respecto, en su documento Políticas Educativas y Movilidad Social en México, el Centro de Estudios Espinosa Yglesias, indica que la ausencia de programas para la primera infancia y la reducción en el tiempo efectivo dedicado a la educación básica se traducen en que el proceso de enseñanza-aprendizaje se inicie con una gran desigualdad de oportunidades.

Por ejemplo, según el CEEY, con base en las condiciones actuales, sólo el 5 por ciento de los jóvenes cuyos padres no cuentan con una licenciatura, podrán acceder a la Educación Superior, algo en lo que Romero concuerda.

“Cuando los padres, desafortunadamente, no han ido a la escuela todavía es más difícil que puedan ayudar a sus hijos, por muchas razones, aunque, varias veces la condición de contar con estudios tampoco es una garantía de que les ayudarán a alcanzar un mejor potencial educativo”, menciona la profesora.

Para reducir esta brecha, el CEEY propone varios ejes al momento de construir políticas públicas en torno a la educación, entre ellos, implementar un programa de atención integral a la infancia, dentro de un Sistema Nacional de Cuidados, priorizando a los grupos más vulnerables.

Esta organización también señala que el Gobierno deberá convertir en política de Estado la mejora y mantenimiento de la infraestructura educativa en los niveles básicos, así como la ampliación de la jornada escolar. Enfocar los planes y programas en los aprendizajes de las áreas básicas de conocimiento como son matemáticas, lenguaje y ciencias, así como establecer un enfoque progresivo con criterio de movilidad social en las transferencias directas a los alumnos, son otras de las propuestas del CEEY para mejorar el panorama educativo en México.

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