Un transporte de primer mundo es la percepción que existe del Cablebús que ahora recorre la sierra de Santa Catarina en Iztapalapa.
Esa visión tiene como antecedente el origen mismo del teleférico: el primero fue creado en el año 1903 y sirvió para que los burgueses de la península ibérica pudieran llegar a la cima del Monte Ulía.
Pero actualmente su vocación es incluyente en la capital del país: la promesa de las autoridades del Gobierno de la Ciudad de México es que el teleférico del oriente va a agilizar los traslados de los iztapalapenses que van hacia el centro a trabajar o incluso más lejos al poniente, pues les facilita el primer tramo de recorrido al conectar con dos líneas del Metro: la 8 y la A.
Sin embargo, también es un beneficio para las personas que tienen que recorrer la misma alcaldía para sus necesidades cotidianas.
Antes de que se inaugurara la segunda Línea del Cablebús de Iztapalapa, Silvia Linares hacía una hora de Metro UAM-I al Hospital José María Morelos del Instituto del Seguro Social al Servicio de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) en Santa Martha Acatitla, clínica de la que es derechohabiente y a la que va por el oxígeno de su papá quien tuvo COVID-19.
Actualmente, el mismo tramo lo recorre en menos de 40 minutos. “Se siente muy emocionante, estoy un poco nerviosa pero vengo contenta”, menciona Linares. Esa mejoría de 20 minutos es la misma que todos los usuarios perciben al completar los 10 kilómetros de trayecto que mide el teleférico más grande de Latinoamérica.
Como habitante de Iztapalapa, la mujer de 56 años nunca se había subido a un teleférico y para hacer sus labores cotidianas solo había tomado microbuses, el Metro y el Metrobús. Por lo que considera que el teleférico es de primer mundo.
Además, cuenta la mujer de oficio secretaria, que nunca ha viajado a tanta distancia del piso.
“Es la primera vez que me subo tan alto, es lo más alto que he estado (…) Probablemente eleve la calidad de vida”, menciona.
Según datos de las autoridades, las 59 torres del Cablebús Línea 2 miden entre 30 y 40 metros de altura.
A esa distancia, quienes se suben al nuevo medio de transporte, pueden observar el Cerro de la Estrella, las Minas de Tezontle que son características por su marrón intenso y la Sierra de Santa Catarina.
El transporte también cruza una de las colonias con mayor índice delictivo de la capital: Desarrollo Urbano Quetzalcóatl, donde también se encuentra una de las siete estaciones del sistema, la que lleva por nombre Quetzalcóatl.
Linares, en este sentido, menciona que sus viajes de ahora en adelante, serán más seguros.
“Las combis hacen muchas paradas y no es tan seguro, las asaltan mucho”, relata.
Fachadas se iluminan
El Cablebús no es la única mejora reciente que ha tenido la zona de sierra de Iztapalapa, ya que a la par de la construcción de la obra, se emprendió un proyecto de la alcaldía para pintar las fachadas de las casas.
Al voltear a ver hacia abajo, la mayoría de los hogares se ven de color gris, con tinacos negros y en muchas hay perros en las azoteas. No obstante, en algunas se comienza a ver el cambio: hay casas multicolores y paredes con murales.
La demarcación territorial informó que a través del programa Iztapalapa Mural se han pintado alrededor de 40 murales por parte de más de 100 artistas en todo el trayecto del Cablebús que abarca desde Constitución de 1917 hasta Santa Martha Acatitla.
A lo largo del recorrido también se pueden observar mantas en los techos con la leyenda “Iztapalapa Renace”.
Cablebús, Transporte de aproximación
La Línea 2 del Cablebús es la más grande de Latinoamérica al medir 10 kilómetros; sin embargo, lo más importante es que aproxima a los habitantes de la zona alta de la demarcación a los medios de transporte estructurados y evita obstáculos en movilidad, dice Víctor Alvarado, gerente de Movilidad Eficiente y Cambio Climático del Poder del Consumidor.
En Iztapalapa ya había medios de traslado como microbuses, vagonetas e incluso la Red de Transporte de Pasajeros (RTP), pero ninguno es tan cómodo, seguro y rápido como el Cablebús, dice.
El teleférico de la alcaldía opera con cabinas que tienen una capacidad máxima de 10 personas, pero por la contingencia solo pueden ir 8 y nadie puede ir de pie, en cambio, en los camiones la cantidad de personas que va sentada es inferior a los que van de pie.
Asimismo, señala, el Cablebús es un medio de movilidad con una tarifa accesible: cobra 7 pesos, es dos pesos más barato que el Mexicable del Estado de México y solo es un peso más caro que el Metrobús de la ciudad.
Por otra parte, menciona, la demarcación es de las que carece de una planeación urbana adecuada y existen “barreras” como calles angostas u obstruidas por domicilios que dificultan los traslados de sus habitantes.
“Es la principal relevancia, tener un sistema de transporte que les brinda mayor aproximación tanto en seguridad como en comodidad y a una tarifa accesible”, considera.
El Gobierno de la ciudad ha informado que en total serán 300 mil personas las que se verán beneficiadas por el Cablebús.
Dichos beneficios también llegarán a Tlalpan y a Magdalena Contreras: la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, ha dicho que la Línea 3 del Cablebús en dichas demarcaciones iniciará en el año 2022.