La Línea 1 del Cablebús de la Ciudad de México cumplió un año de funcionamiento; sin embargo, tras el aniversario luce gris ante la baja afluencia que se observa en el sistema de transporte.
El primer teleférico de la capital del país entró en funciones el 11 de julio de 2021 con la promesa de mejorar la calidad de vida y disminuir en 30 por ciento los tiempos de traslado de los habitantes de la alcaldía Gustavo A. Madero.
Además, es uno de los proyectos prioritarios del actual Gobierno de la Ciudad de México para reducir la desigualdad.
A las 8:50 de la mañana de un día entre semana, hora en que el paradero de la estación Indios Verdes del Metro, ubicada casi en el extremo norte de la ciudad, está lleno de personas apuradas que buscan abordar tren, el Metrobús o los camiones que los lleven a sus distintos destinos.
Después de pasar algunos puestos, por la última entrada hacia el paradero, está el acceso a la terminal Indios Verdes del Cablebús, cuya calma contrasta con el bullicio exterior.
Para ingresar a las cabinas no es necesario hacer fila en el andén de lo tranquilo que está el transporte, mientras un trabajador del lugar invita a los usuarios a que aborden.
Después de sentir un empujón (similar a un juego mecánico de la feria), comienza el viaje hacia Cuautepec, una de las zonas más altas de la capital y con poco acceso de transporte público masivo.
Así inicia un recorrido en las alturas, desde donde se ven un sin fin de torres por donde cuelgan esferas de color azul que, en su mayoría, van semivacías: apenas alojan a cuatro o cinco pasajeros, aunque su capacidad máxima es de 10.
El viento provoca que la cabina se mueva levemente de un lado a otro, pero las colinas verdes de la Sierra de Guadalupe y el Cerro del Chiquihuite acaparan la vista y despejan el nerviosismo.
El viaje comienza con la góndola pasando por avenida Ticomán, debajo se ven los autos, el Metrobús y el característico verde del transporte concesionado de la ciudad.
Al llegar a la estación Ticomán el andén se ve vacío, pese a que son las 9:00 de la mañana y a esa hora comúnmente la gente se dirige al trabajo, a dejar a sus hijos a la escuela o a hacer sus actividades cotidianas, porque, aunque la pandemia de COVID-19 aún no ha terminado, los capitalinos ya llevan a cabo su vida de manera regular.
Vuelve a subir la cabina y las antenas que impulsan el cable del sistema de transporte elevan a los pasajeros por encima de un peñasco de piedra, desde ahí, la vista panorámica de la Sierra de Guadalupe es más imponente: se ve el intenso verdor de la vegetación y las manchas grises que conforman sus faldas.
Después, la cabina alenta su paso para permitir el acceso en la estación La Pastora y luego de unos segundos retoma la velocidad y emprende el camino hacia Campos Revolución, aquí la esfera que pende de los cables pasa por encima de escuelas donde se ve a los estudiantes en clase de deportes o a las personas lavando sus patios.
Sin duda, Campos Revolución es la estación con más afluencia de pasajeros: aquí los usuarios corren para abordar las cabinas. Esta parada también funge como servicio de antena, ya que otro cable del sistema de transporte sube hasta la parte más alta del cerro para conectar con la estación Tlalpexco.
De regreso por la misma ruta, se repite la misma tónica: estaciones semivacías, trabajadores del Cablebús tranquilos que pueden invitar a los pasajeros a abordar mientras ven su teléfono celular y cabinas con máximo una quinteta de personas.
Línea 1 del Cablebús, ‘No sube todo’
Jorge Enríquez Méndez vive cerca de la estación Tlalpexco, trabaja como comerciante en un mercado y cree que la afluencia baja se debe a que, a pesar de que el transporte concesionado resulta más caro, sí sube a las partes más altas.
“Hay camiones y taxis que te llevan hasta arriba, el Cablebús no llega hasta allá, solo en Tlalpexco es donde sí te deja arriba, pero las demás no”, indica.
El hombre menciona que lo toma porque es cómodo y está cerca de su casa. Además, es seguro.
“Tiene ventajas y desventajas, así como aquí es más rápido y seguro, no deja a muchos cerca de sus casas, pero en los camiones te expones a que te asalten y pagas más, porque depende donde vivas, hasta tomas dos micros”, comenta.
Las estaciones semivacías y lo que comenta el usuario se confirma con datos obtenidos a través de solicitudes de información tramitadas ante la Plataforma Nacional de Transparencia (PNT): la Línea 1 del Cablebús no ha logrado captar la demanda esperada por las autoridades, indican la Secretaría de Movilidad (Semovi) y la Secretaría de Obras y Servicios (Sobse).
El 11 de julio de 2021, al inaugurar el Cablebús, el Gobierno de la Ciudad de México declaró públicamente que la Línea beneficiaría a 14 millones de personas y transportaría a diario a 50 mil usuarios. Lo anterior, también se encuentra documentado en proyectos y presentaciones ejecutivas del Cablebús Línea 1.
Esto señala que, al mes, la administración que encabeza Claudia Sheinbaum proyectó una afluencia de un millón 500 mil usuarios. No obstante, en un año de funcionamiento, dicha meta no se ha alcanzado y, en el mes de su inauguración, apenas recibió 861 mil 889 pasajeros.
Para agosto de ese año, la demanda creció a un millón 125 mil 500, aún así, faltaron más de 350 mil usuarios para alcanzar la meta esperada. En los meses posteriores, detalla la información obtenida, la demanda se mantuvo entre el millón 100 y un millón 200 mil usuarios.
Mayo de 2022 fue el mes cuando más pasajeros ha tenido el Cablebús Línea 1 con un millón 412 mil 924, pero tampoco se alcanzó la meta propuesta. Sin embargo, para junio y julio la tendencia no se conservó y la demanda se situó entre un millón y un millón 200 mil usuarios.
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