La Copa del Mundo que se celebrará por primera vez en Medio Oriente dejará un legado oscuro, pues ha expuesto las controversias que rodean a la FIFA y al torneo de futbol que se organiza cada cuatro años, sin embargo, no todo es de color negro en Qatar.
“Qatar, como todos los Mundiales, es un escenario político además de deportivo. Uno de los legados que nos deja es verificar si efectivamente las sedes se dan bajo esas condiciones de corrupción.
“Otro problema, lamentable, es que es una nación donde no se respetan los derechos fundamentales de las personas y donde hay una condición de subordinación de las mujeres a los hombres”, explica en entrevista Gerardo Orellana, profesor y experto en sociología del deporte por parte de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Sin embargo, detrás de las críticas políticas y sociales que han enmarcado el proyecto, hay un concepto que podría modificar la creación de infraestructura no solo para los Mundiales, sino para los grandes eventos deportivos de cualquier disciplina.
No todo es cuestionable en la Copa del Mundo que arranca el 20 de noviembre, pues el país está ofreciendo estadios desmontables y de material reciclado. Al término del evento, esos inmuebles van a desaparecer para la creación de otros espacios.
“La FIFA, como otros, son organismos privados que terminan imponiendo condiciones a las naciones y los países tiene que invertir en infraestructura y quedan endeudados como le pasó a Grecia en los Juegos Olímpicos de 2004.
“En ese sentido, los estadios de Qatar son una propuesta de sustentabilidad para que los inmuebles sean de menor costo y evitar que se queden como ‘elefantes blancos’. Tecnológicamente genera un buen antecedente tener un espacio que te sirva para un evento y luego puedas desmontar; te evita costos de mantenimiento”, asegura Orellana.
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