[kaltura-widget uiconfid=”38045831″ entryid=”0_r4c4lbpg” responsive=”true” hoveringControls=”true” width=”100%” height=”75%” /] A nivel nacional todos los candidatos presidenciables hacen cuentas alegres sobre los resultados de la próxima elección, sin embargo, en el seno de muchas comunidades indígenas, bajo el convencimiento de que el sistema de partidos no ha sido capaz de resolver sus necesidades más apremiantes, se bulle la intención de no participar en la jornada electoral del próximo primero de julio.
Decenas de comunidades indígenas, principalmente de Michoacán, ya han anunciado su decisión de no permitir siquiera la instalación de casillas electorales dentro de sus territorios, mientras que en otras, ubicados en Chiapas, aún se valora la posibilidad de la no participación electoral al no contar con una opción política viable para sus intereses.
De acuerdo con el doctor en etnología e investigador de la Escuela Nacional de Antropología (ENA), Carlos Hernández Dávila, el fenómeno de la negativa de muchos pueblos indígenas de participar en las próximas elecciones, no sólo está fundado en el hecho histórico del abandono social del que estas comunidades han sido objeto por parte de gobiernos locales y federales.
De hecho, él considera que esta manifestación de abstencionismo electoral por parte de algunos pueblos indígenas, es resultado del modelo de nación que ha prevalecido en nuestro país, donde la coincidencia histórica revela que este modelo “nunca estuvo interesado en el reconocimiento de los diverso y lo plural”, lo que hace que los pueblos indígenas no estén incluidos en el modelo de nación.
En esta visión también coincide la investigadora del Colegio de Antropología Social de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), Celina Guzmán, la que refiere que la distancia electoral que los pueblos indígenas intentan tomar es parte de la falta de empatía de intereses entre el gobierno y los pueblos indígenas.
Consideró que mientras los gobiernos emanados de partidos políticos tratan de asumir la autoridad por intereses particulares, los pueblos indígenas ven en la condición de gobierno una oportunidad de mejora colectiva, en la cual se afianza la posibilidad de integración comunitaria y del fortalecimiento de la identidad como pueblos.
Esa tesis la sustenta bien la postura del Concejo Indígena de Cherán, encabezado por Mario López Hernández, quien dice que la negativa de esa comunidad para participar en las próximas elecciones se debe a “la incapacidad del Estado mexicano para resolver las condiciones de pobreza, marginación e inseguridad de las comunidades indígenas”.
Cabe recordar que la elección del próximo 1 de julio, la cual es considerada como el ejercicio democrático más importante de la historia del país por la cantidad de cargos de elección popular que estarán en disputa, no será la primera elección en donde el voto indígena se manifieste con su ausencia. En las elecciones federales de 2015 fueron dos pueblos indígenas, los de Cherán y Santa Cruz Tanaco en Michoacán, los que no aceptaron siquiera la instalación de casillas en sus territorios.
Rebeldía en los estados
En el caso de Michoacán, donde a la par de la elección federal también se llevará a cabo la renovación de 112 alcaldías, las comunidades de Nurio, Quinceo, Urapicho, Santa Cruz Tanaco, Pichataro, San Felipe de los Herreros, Cherato, Cheratillo, Uruscato, 18 de marzo, Ahuirán, Aranza y Casimiro Leco, se han acogido a su derecho de no votar por ningún partido político, siguiendo el ejemplo de autonomía emanado de la comunidad de Cherán.
En estas localidades, de acuerdo a la postura oficial del Consejo Supremo Indígena de Michoacán, se ha establecido la condición de veto a los próximos comicios por considerar que históricamente “los gobiernos emanados de los partidos políticos no han respondido a las demandas de mejoras de los pueblos que siguen sumidos en la pobreza”, dijo uno de sus integrantes.
De acuerdo al Consejo Supremo Indígena de Michoacán, las 14 comunidades arriba mencionadas, no serían las únicas que han rechazado a la fecha la posibilidad de que dentro de sus territorios se lleve a cabo la jornada electoral próxima, “son en total 30 comunidades de la meseta purépecha, las que han dicho no a las elecciones”.
Tan es así el veto indígena impuesto para los próximos comicios, que ninguno de los candidatos a las alcaldías de los municipios asentados en la zona de la Meseta Purépecha, en pleno corazón de Michoacán, han podido ingresar a comunidades de Aranza, Zopoco, Santa Fe de la Laguna, Sevina, Urapicho, San Felipe de los Herreros y San Benito, donde se ha vedado toda actividad de los partidos políticos.
A esa postura se ha sumado también la manifestada en el municipio de Ayutla de los Libres, en el estado de Guerrero, que será el primero de esta entidad en decir no a un proceso electoral formal luego que Manuel Vázquez Quintero, asesor jurídico de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG), anunció que ya se organizan elecciones por usos y costumbres para la próxima autoridad municipal.
En Guerrero, los comicios federales del 1 de julio van de la mano con la elección de 56 diputados locales y 80 ayuntamientos, pero en Ayutla de Los Libres no habrá elección, al menos para alcalde, porque ésta se tiene programada para celebrarse en una asamblea a “mano alzada” quince días después de la elección federal.
En Oaxaca, de acuerdo a la versión oficial del Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana (IEEPCO), hasta el momento se tienen conocimiento de la insistencia de dos comunidades indígenas que se niegan a la posibilidad de que en sus territorios se lleven a cabo los próximos comicios, se trata de las localidades de las comunidades de Mixistlán de la Reforma y San Dionisio del Mar.
De darse la amenaza de no permitir la instalación de casillas en esas dos localidades, esta no sería la primera ocasión en que durante un proceso electoral en Oaxaca se registra esta situación, ya en el 2016, según Alejandro Carrasco, titular de Comunicación Social del IEEPCO, se documentó la negativa para la instalación de 10 casillas en los municipios indígenas de Juchitán de Zaragoza, San Juan Cotzocón y Santiago Choapam.
La razón de los pueblos originarios
Para el investigador etnográfico, Carlos Hernández Dávila, la razón de la abstinencia electoral indígena tiene una mayor profundidad, va más allá del malestar social atribuible a las condiciones de pobreza y abandono de esas localidades: “en muchas comunidades, la dimensión de la participación política rebasa por mucho el nivel electoral”.
La figura de las asambleas populares, sostenidas por el uso y las costumbres de los pueblos indígenas, dijo, es más representativa para ellos que los procesos electorales, porque “está basada en el prestigio comunitario, donde la lógica electoral no dice nada”.
Ejemplificó al señalar que elegir a un diputado, a la gente no le dice nada, en términos de la vida ordinaria en la comunidad, pero elegir a una autoridad en una asamblea popular, eso representa prestigio no sólo para el elegido, sino para la comunidad en su conjunto.
Además, indicó, que en esta abstinencia electoral mucho ha tenido que ver el problema de cómo los partidos políticos han sido factores de división entre las comunidades: “por un lado por la propia división de los partidos y, por otro lado, la división generada por las iglesias no católicas”, que han terminado por enfrentar a las comunidades.
Ante estos fenómenos de división que han acarreado la confrontación en la lucha por los escasos recursos, es que los pueblos indígenas se van decidiendo por el abandono de la práctica electoral; un ejemplo de esa confrontación, dijo, “es el reparto de despensas, que se convierte en un bien preciado, el que se logra afiliándose a un partido político, que a su vez significa tener acceso a recursos que de otra manera no llegan, si no es por la vía del corporativismo”.
Frente a esta situación, bajo el principio de que “los partidos parten y las uniones unen”, dijo el investigador, es que muchas comunidades indígenas han optado por lógicas viejas, como las asambleas comunitarias, que hoy se planean como nuevas formas de gobierno en suplencia del modelo de gobierno de los partidos políticos.
Recordó que desde la visión indígena, el modelo de las asambleas comunales ha prevalecido, porque “en una elección, gana el que tenga más votos, y el resto de los contendientes son desechados, no son incluidos, hay perdedores y ganadores. Pero en una asamblea se incluye, no gana el que tenga más votos, sino el que tenga más consensos. En una asamblea, el que gana incluye, se supera el modelo donde los que no ganan no existen”.
Mujeres indígenas, invisibles
A la no participación electoral indígena que por razones de convicción ya se ha manifestado en 14 comunidades de Michoacán y una de Guerrero, se suma la que por razones de usos y costumbres se esboza en 417 comunidades indígenas del estado de Oaxaca, en donde las mujeres no ejercen sus derecho al voto, en donde sólo basta el voto del jefe de familia para cumplir con este derecho-obligación.
Este fenómeno, que se acentúa en el estado de Oaxaca, dijo la investigadora Celina Guzmán, se manifiesta también en el resto de las comunidades indígenas del país, “donde todavía la participación electoral de la mujer no es observada con visión de género, lo que acarrea dos consecuencias: primero la dificultad de las mujeres para acceder a cargos de elección, y segundo, que el resultado electoral sea definido sólo por los hombres”.
La no participación electoral de las mujeres indígenas, por razones de usos y costumbres, dijo Guzmán, sin duda habrá de impactar en los resultados finales de la elección, “no en cuanto a quién resulte o no ganador de las elecciones, sino en la cantidad de votos indígenas emitidos finalmente”, pues consideró que el 10 por ciento de los sufragios totales del país son aportados por los indígenas, y de esos menos del 20 por ciento son emitidos por mujeres.
La escasa participación de las mujeres indígenas en la próxima jornada electoral en todo el país, no sólo se evidenciará en una posible reducción de votos indígenas; según Celina Guzmán, esa escasa participación también afectara en cuanto al diseño de políticas con visión de género, principalmente en el ámbito local, donde las autoridades serán votadas en su mayoría por electores hombres.
La Zona Zapatista, “En Veremos”
Mientras que las 14 comunidades indígenas de Michoacán y otra más de Guerrero, han dado un no definitivo a la celebración de elecciones tradicionales dentro del proceso federal venidero en sus territorios, en la zona zapatista de Chiapas, donde no se concretó la candidatura de la representante indígena María de Jesús Patricio Martínez, aún se revisa la posibilidad de no participación en los comicios.
En Chiapas, dependiendo de la valoración que realice en los próximos días el Congreso Nacional Indígena (CNI), podrían ser al menos 72 localidades indí- genas las que estarían dando la espalda a las elecciones convocadas por el Instituto Nacional Electoral (INE), al considerar que aun cuando no se logró el registro de su candidata, “debemos seguir en nuestro camino buscando otras formas, métodos y modos, con ingenio, creatividad y audacia, para conseguir lo que queremos”.
De acuerdo a un comunicado oficial de la CNI, tras la negativa de registro como candidata presidencial de la representante indígena, la batalla sigue. La diferencia es que ahora son más pueblos originarios caminando juntos.
Por esa razón, la organización indígena en Chiapas considera que, a fin de continuar en la lucha para alcanzar la visibilidad de los pueblos naturales y sus necesidades, ahora “se impone un análisis y una valoración que, como lo fue el proceso entero (de recabar firmas para el registro de su candidata ante el Instituto Nacional Electoral), sea colectivo, participativo, incluyente, honesto y veraz”.
Bajo ese principio se ha lanzado una convocatoria a todos los pueblos indígenas, a personas y organizaciones afines a ellos para que se valoren las acciones a realizar “para darle seguimiento a esta lucha que, lo sabemos, apenas empieza”, toda vez que “nuestro horizonte no termina el 1 de julio del 2018”, ni se circunscribe sólo a México.
“La resistencia, la rebeldía y el empeño de construir un mundo donde quepan muchos mundos es internacional y no se limita ni por los calendarios ni por las geografías de quienes allá arriba nos explotan, nos desprecian, nos roban y nos destruyen”, concluye el comunicado.
El Voto de Resistencia
Para el activista de derechos humanos Martín Barrios Hernández, Integrante de la Comisión de Derechos Humanos del Valle de Tehuacán, la decisión de decenas de comunidades indígenas de no participar en las próximas elecciones, lleva implícita la denuncia en silencio para protestar por la devastación que se está haciendo en los territorios indígenas.
“Esta es una forma de denunciar de que no vamos por el camino correcto, y la única forma (de estos pueblos) de hacer escuchar sus voz es mediante el silencio de su voto, lo que además podría ser válido, al considerar que de todas las propuestas presidenciales que se presentan al momento, ninguna empata con los intereses de los pueblos indígenas”, dijo el activista.
Consideró que a la lista actual de comunidades indígenas que se niegan a la instalación de casillas electorales en su territorio, “en las próximas semanas se podrían sumar decenas más en todo el país, las que están siendo actualmente sometidas y arrebatadas de sus territorios, bosques y aguas, para dar paso a grandes proyectos extractivos”.
Además, dijo que otra de las razones por las que se está dando la negativa electoral en los pueblos indígenas, “es porque no se observa que el sistema de partidos sea una salida viable a sus reclamos de justicia social, además de que las propuestas entre los candidatos no ofrecen cambios sustanciales que pudieran echar atrás los planes privatizadores de recursos que plantean modelos como el de la Reforma Energética”.
Decisión Divina
De acuerdo a la investigadora del Colegio de Antropología Social de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), Celina Guzmán, a la lista de comunidades que por razones políticas no participarán en la jornada electoral próxima, “también se incluyen al menos la comunidad indígena de La Nueva Jerusalén, en Michoacán, donde no habrá elecciones por razones religiosas”.
En esta localidad, dijo la investigadora, se observa la posibilidad de que la mayoría de los votantes no acudan a las urnas, o si lo hacen lo harán movidos por razones religiosas, dado que su sistema de gobierno es prácticamente teocrático, y en consecuencia la participación cívica-electoral no les representa ningún aliciente para una mejor forma de vida.
En la Nueva Jerusalén, explicó, será finalmente la Virgen del Rosario la que “determine” si se permite o no la instalación de casillas, y si es así, será la misma deidad la que establezca, por medio de su vidente, cuál será la intención del voto, lo que en términos reales equivale a una ausencia de decisión personal para emitir un sufragio.