Con las detecciones de COVID-19 en China y la posibilidad de que se desate una nueva variante, las consecuencias económicas y sociales que golpearon al mundo podrían agravarse.
Norma Soto Castañeda, especialista en Relaciones Internacionales de la Facultad de Negocios de la Universidad La Salle, explica que serían las cadenas de suministros las más afectadas, pues China es uno de los mayores proveedores del mundo.
“Si hay un nuevo brote de cualquier enfermedad, ya sea de COVID, de Influenza o de algún otro virus, las cadenas de suministros se verían afectadas porque dejarían de producir de manera regular y de trasladar todas las mercancías como se acostumbraba.
“Si China encierra nuevamente a su población por cuestión de seguridad sanitaria, empezaría a haber implicaciones para el resto de los demás países porque todos tienen al menos un productor chino”, detalla.
De acuerdo con el Observatorio de Complejidad Económica (OEC), tan sólo en 2020, China fue la economía número uno en exportaciones totales y la dos en importaciones, siendo sus principales socios Estados Unidos, Japón, Alemania y Corea del Sur, los cuales se verían afectados económicamente si su principal proveedor pone sus actividades en pausa.
“Como todas las economías están interrelacionadas, unos dependemos de otros, eso genera ciertos desequilibrios muy fuertes por el aspecto económico-social”, detalla Soto Castañeda.
Por otro lado, las inversiones a nivel mundial se verían afectadas ante una nueva ola de contagios, debido a que algunas empresas empezarían a reducir las horas de trabajo de su capital productivo, lo que podría provocar desempleo.
En el primer trimestre de 2021, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) registró que debido a la pandemia por coronavirus, hubo un 23.8 por ciento de desocupación laboral en los jóvenes de entre 15 y 24 años; un aumento de más de tres puntos porcentuales con respecto al nivel previo a la crisis sanitaria.
Además, tan sólo en mayo de 2021, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) destacó que la pandemia empujó a 114 millones 400 mil de personas a la pobreza extrema, convirtiéndose en uno de los mayores retos para los Gobiernos federales de ese entonces.
“Creo que ante las nuevas olas de contagios deben colaborar empresas, gobiernos y la sociedad en su conjunto. Independientemente de si los jefes de Estado se ven autoritarios o no por las medidas que fijen, todo es por la seguridad de su población, por un bien nacional e internacional”, opina la especialista.
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