La vida es un meme, Bellos Memes del INBM

Desde el Instituto Nacional de Bellos Memes, Eduardo Salvatori crea ilustraciones que apelan a la comicidad en estos tiempos de pandemia, ya que el humor, opina, es básico para hacer catarsis. Aunque su familia ha sido afectada por la enfermedad de COVID-19, él persiste ante la adversidad desde su trinchera
Hidalgo Neira Hidalgo Neira Publicado el
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Lejos de los barrios hipsters de la Ciudad de México, a más de 40 kilómetros de distancia, en el Estado de México se erige no un monumento, tampoco un inmueble titánico, pero sí un templo del saber de la comedia, el humor y sobre todo, la irreverencia. En Cuautitlán, en la calle Privada de Guadalupe, existe un local sin nombre, apenas equipado con tres computadoras, un sillón de descanso y un escritorio “privado” para su fundador, es la sede del Instituto Nacional de Bellos Memes (INBM).

Dicho espacio pequeño, que para nada representa el enorme alcance virtual que Eduardo Salvatori ha creado desde 2017 y en el que ha dado una segunda vida a obras de arte de todos los movimientos y artistas, pero con una peculiaridad, las ha convertido en memes.

El INBM tiene dos trincheras principales, la más aguerrida y la de mayor difusión es Facebook, aunque según Salvatori, está en peligro de extinción –como el humor políticamente incorrecto– justo por señalar, decir y poner los puntos sobre las íes, porque sus imágenes manipuladas causan escozor en la red social de Mark Zuckerberg.

La otra es desde su portal web, Hereje. mx, donde se puede conocer la historia a profundidad de esta comunidad mayormente virtual, ya que su “consejo intergaláctico” apenas consta de una novena de miembros, ni siquiera llegando al quórum solicitado del apostolado del mesías de Jerusalén.

Salvatori, quien se inició en las “enseñanzas memísticas”, según él, en 2012, recuerda que fue haciendo sorna de Edgar Allan Poe, justo con el pasaje más conocido de este romántico, citando al ave nocturna al postrarse sobre el busto de Palas Atenea y su eterno “nevermore”, para aludir a un día después del after, borrachera y resaca insaciable, a la que hay un eterno retorno en la mayoría de los mexicanos.

“Yo le di una recontextualización, porque soy alcohólico y cuando nos pasa que ingerimos un buen de esta sustancia los fines de semana, al otro día en la cruda siempre decimos que ‘nevermore’, que nunca lo vamos a volver a hacer, pero así se cumple su círculo vicioso, vuelve a pasar otro fin de semana y llega el ‘no lo vuelvo a hacer’, el nunca más”, recuerda de este incidente, el fundador del INBM.

Después de pasar por Memes Literarios y la revista Marabunta, creó en Facebook el grupo Literatos Memeros Libres, que evolucionó a Escuela Nacional de Artes Memísticas para posteriormente renombrarse como el Instituto Nacional de Bellos Memes, actualmente tienen en Facebook más de medio millón de likes y seguidores.

Durante esta pandemia por COVID-19, el INBM ha dado pláticas en línea y continúa sacando ilustraciones irreverentes, como una en la que se muestra al subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, en una pintura de Botero diciendo “estas curvas sí las aplano”, mientras abraza a una mujer desnuda.

La imagen, cuenta Eduardo, fue ampliamente criticada en Facebook, al grado de que tuvieron que bajarla de la red social, porque criticaron al INBM de gordofobia y misoginia.

A pesar de la tragedia sigue el INBM

Eduardo Salvatori, quien en su día a día administra y hace gráficos para el Club de Futbol Atlante, porque de hacer memes no se vive, ha sido uno de los afectados directamente por la pandemia, ya que uno de sus hermanos falleció a causa del COVID-19.

Sin embargo, lo anterior no ha detenido su labor humorística en el INBM, porque considera que los memes son fundamentales para poder traer alivio y risa catártica en un momento tan difícil.

“En el INBM nos sentíamos como en la ópera de Pagliacci, cuando le dicen al payaso que tiene que salir a escena después de que su mujer lo acaba de engañar, en este caso tenemos muchas tragedias y muchas muertes, pero hay que salir al ruedo. Lo inevitable no tiene solución y hay que aceptarlo y darle, la verdad reírnos un poquito de nuestra realidad y de nosotros mismos; esto es un ejercicio bien chido”, comparte el también monero.

El consejo intergaláctico del INBM está conformado por José Alonso Morales Colín, a quien Salvatori lo considera su maestro y quien tiene la columna Tacos de albañil; Paola Fiori, quien se dedica a la docencia y tiene el programa Caleidoscopio; Juan Pérez, quien salió del Museo Nacional de San Carlos e irónicamente fue despedido por publicar un meme; Isaac Virueña, quien es artista 3D, y Jesús González Mendoza, escritor de cuentos reconocido a nivel nacional.

Entre sus planes a futuro, comparte el joven ilustrador, está el de implementar memes el 28 de diciembre, el Día de los Santos Inocentes, con una fundación de la Ciudad de México; tener una ponencia el 12 de enero en la FES-Acatlán; talleres que se reactivarán en febrero y se anunciarán próximamente; abrir su canal de YouTube y sumar contenidos como lo que ya transmiten en Facebook.

Salvatori reflexiona del futuro de los memes, de cómo ahora se lincha a diestra y siniestra cada vez más por ser políticamente incorrectos, por lo que invita a que se deje atrás este tipo de comentarios, y mejor elevar el discurso a otro nivel.

Por respeto a Dios

Aunque saben que pueden rayar en lo sacrílego, en un principio el INBM hacía memes de Cristo o alusivos al personaje, pero ahora hay un cábala que impusieron, el dejar en paz de una vez por todas al hijo de Dios, porque él siente que algo sale mal cada que se publica una imagen alterada del mesías.

“Tuve mi etapa atea, pero ya creo otra vez en Diosito, con el perdón de Carl Sagan, pero bueno, nos hemos dado cuenta que cada que subimos un meme de Cristo, sea cual sea, nos pasa algo malo ese día, y no lo creíamos, mi sugestión está tan cabrona que lo comprobamos y ya nadie quiere hacerlos, pero es como reírnos hasta de nuestras propias creencias, si las tomamos en serio, pero un poquito de autocrítica, es un ejercicio súperchingón”, puntualiza, entre risas, Eduardo Salvatori.

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