La propuesta de integración panamericana que Andrés Manuel López Obrador plantea tiene como modelo a seguir el de la Unión Europea, que se transformó a lo largo de 70 años desde un proyecto económico hasta uno cada vez más político, lo que en sí representa dificultades para poderse replicar en América.
“Tenemos que buscar un acuerdo, como sucedió en Europa, que primero fue la Comunidad Europea y luego la Unión Europea”, dijo el primer mandatario el pasado 3 de marzo, “se ve como algo muy difícil de lograr porque durante 200 años ha habido una política de falta de respeto hacia los países de América y también de mucha desconfianza hacia países fuertes”.
López Obrador ha manifestado una idea de integración para potenciar al continente mediante el comercio, teniendo el T-MEC como estandarte, pero también con la regulación de la migración y siempre defendiendo la soberanía nacional de cada país, para lo que ha tratado de impulsar a la CELAC como un sustituto de la Organización de Estados Americanos.
Sobre estos planteamientos, el doctor Eduardo Rosales Herrera, académico en Relaciones Internacionales de la FES Acatlán de la Universidad Nacional Autónoma de México, comenta que este tipo de factores hacen poco probable que un proceso de integración pueda comenzar a avanzar en la dirección de lo que hoy es la Unión Europea.
“Una integración necesariamente requiere ceder lo que generalmente se le conoce como soberanía y transitar a un concepto de intersoberanía. Aquí, la mayoría, sino es que todos los países, son extremadamente reticentes”, dice al contrastar las posturas vistas en América con el proceso histórico europeo.
“La Unión Europea basó su integración, económicamente hablando, en la teoría de la integración que inició con una zona de preferencias arancelarias, se fue a una zona de libre comercio, luego a unión aduanera, un mercado común, luego una unión monetaria y ya, como último, pudiera ser, no lo sabemos, una unión política”.
En ese sentido, también apunta a la problemática migratoria. Señalando que “ahí hay una profunda polarización y lo que menos quieren es basar una integración en términos de migración, ya que sería abrir las puertas para una movilización masiva hacia el norte, algo que no consienten grandes sectores de la población estadounidense”.
En esto coincide la maestra Raquel Saed, especialista en política y medios estadounidenses, al recalcar que “también tiene que haber una voluntad política por parte de cada uno de los pueblos”, contrastando que no es el caso que se muestra en América, ni siquiera en la región latinoamericana como tal.