Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera escuchó las declaraciones del segundo testigo en su contra.
A dos semanas de que el juicio del narcotraficante sinaloense comenzara en la Corte Federal de Brooklyn en Nueva York, le tocó el turno a Miguel Ángel Martínez “El Tololoche”, “El Gordo” o “El Compadre” para testificar contra su exjefe en el grupo criminal.
Ante los cuestionamientos del fiscal Michael Robotti, Martínez relató que de 1986 a 1997 trabajó para el Cártel de Sinaloa, donde en un inicio rendía cuentas a Guzmán Loera, hasta que fue detenido en 1993.
Aseguró que “El Chapo” llegó a pagar millones de sobornos a la policía mexicana para que le permitiera mantener el tráfico de drogas.
Entre los que presuntamente aceptaron sobornos, Martínez identificó a Guillermo González Calderoni, quien tenía a su cargo la oficina de Guadalajara de la dirección general de Seguridad de la Procuraduría General de la República (PGR).
De acuerdo con el testimonio de Miguel Ángel “El Tololoche”, Guzmán Loera le entregó dinero a González Calderoni entre 1987 y 1992, un periodo en el que, dijo Martínez, le dieron dos o tres veces 10 millones de dólares en cada ocasión. Mencionó que el dinero era enviado en aviones del sinaloense.
“El Gordo” explicó que Guzmán Loera y González Calderoni se conocieron en 1987, y que fue el funcionario de la Procuraduría quien le advirtió al capo sinaloense que el gobierno de Estados Unidos había establecido una base para interceptar los aviones que llegaban de Colombia con droga, además de informarle sobre las investigaciones en su contra y ayudarlo a no ser capturado por las autoridades.
González Calderoni fue asesinado en el estado de Texas en febrero de 2003 por un balazo en la cabeza mientras conducía su Mercedes Benz.
Las claves de la operación
Durante el histórico juicio a quien se considera uno de los capos más poderosos del mundo, Miguel Martínez dijo al detallar cómo se traficaban la droga desde Colombia a México para luego enviarla a Estados Unidos, que las pistas de aterrizaje clandestinas estaban en Sonora, Culiacán, Nayarit, Guadalajara y Guanajuato, y que se usaron entre 1990 y 1995.
Explicó que los lugares fueron elegidos por Guzmán Loera porque eran la plazas donde la policía, a los que pagaban sobornos, les permitían trabajar. Agregó que la droga era recibida por él mismo, por Arturo y Héctor Beltrán Leyva, Martín Moreno y otras personas que no conocía.
Además de piloto, Martínez se encargaba de hablar con los cárteles de Colombia para que ellos recibieran la mayor cantidad posible de cocaína, almacenarla y enviarla a Estados Unidos.