La última cena
La invitación exigió mucha discreción a los convocados. La responsable de la organización fue la secretaria de Cultura capitalina, Nina Serratos Zavala, quien reunió a cerca de 200 invitados especiales en el Museo de la Ciudad de México con un solo objetivo: decirle adiós a Marcelo Ebrard Casaubón.
La cena para despedir al jefe de gobierno se llevó a cabo el pasado viernes 30 de noviembre, unas horas antes de las manifestaciones de protesta contra Enrique Peña Nieto que pusieron en jaque a la Ciudad de México.
Icela LagunasLa invitación exigió mucha discreción a los convocados. La responsable de la organización fue la secretaria de Cultura capitalina, Nina Serratos Zavala, quien reunió a cerca de 200 invitados especiales en el Museo de la Ciudad de México con un solo objetivo: decirle adiós a Marcelo Ebrard Casaubón.
La cena para despedir al jefe de gobierno se llevó a cabo el pasado viernes 30 de noviembre, unas horas antes de las manifestaciones de protesta contra Enrique Peña Nieto que pusieron en jaque a la Ciudad de México.
Con puntualidad acudieron los funcionarios amigos que acompañaron a Marcelo Ebrard a lo largo de estos seis años de gobierno.
Del círculo más cercano: José Ángel Ávila, ex secretario de Gobierno y ahora diputado federal; Mario Delgado, ex titular de Finanzas y Educación, ahora senador de la República; Jesús Valencia, delegado en Iztapalapa; René Cervera; Adrián Michel, Héctor Serrano y Martha Delgado, del llamado grupo compacto cercano a Ebrard.
“Estuvieron muchos de los que realmente estiman a Marcelo más allá de los cargos”, detalló uno de los invitados a la cena del adiós.
Algunos de los invitados que asistieron aún acompañan a Marcelo en los últimos días del gabinete y otros estuvieron con él en otros cargos que ha ocupado a lo largo de su trayectoria política.
Esa noche Marcelo Ebrard, acompañado de su esposa Rosalinda Bueso, fue el centro de mensajes de agradecimientos, pero también de los mejores deseos para la etapa que viene, con miras al 2018 y sus aspiraciones por alcanzar la Presidencia de la República.
La cita fue a las ocho de la noche. Hubo cena, vino y una música agradable que ambientó la velada que terminó antes de la medianoche.
El adiós de Marcelo y su gabinete se siente desde hace algunos meses, pero en los últimos días, el proceso de entrega-recepción y la presencia de los colaboradores de Miguel Ángel Mancera arrecia la nostalgia.
Mondragón: el gran ausente
De los funcionarios de primer nivel que aún gobiernan el Distrito Federal casi todos asistieron a la cena para despedir a Ebrard, con excepción de uno, que por años fue catalogado como parte de sus incondicionales.
El gran ausente de esa noche fue Manuel Mondragón y Kalb, quien dejó el cargo de secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal las horas previas para sumarse al gabinete del priista Enrique Peña Nieto.
Los asistentes evitaron preguntar por él, pero el rumor de su ausencia fue comentado a discreción entre algunos de los invitados.
El miércoles 28 de noviembre, Manuel Mondragón y Kalb todavía asistió a la reunión de gabinete en el Centro Histórico como titular de la SSPDF.
Para ese día algunas columnas periodísticas manejaron el nombre de Mondragón como uno de los probables integrantes del gabinete federal, que aún no se daba a conocer de manera oficial.
Por esa razón, al término de la reunión de gabinete, algunos de sus compañeros en el GDF se acercaron a felicitarlo abiertamente por su incorporación al gabinete de Peña Nieto.
Mondragón agradeció las felicitaciones, pero no buscó un acercamiento con Marcelo. Se levantó de la mesa y salió de las oficinas.
Marcelo lo contaba entre los suyos, por eso es que la salida de Mondragón y Kalb de la SSPDF no fue tersa. El viernes 30, pese a todo, el todavía jefe de gobierno le deseó “el mayor de los éxitos”.
Lo que pasó después es público. El operativo que el mismo Mondragón y Kalb diseñó para vigilar y controlar las manifestaciones y protestas del 1 de diciembre con motivo de la toma de Enrique Peña Nieto se salió de control, pero el doctor ya no estaba para responder por las fallas.
En la cena del adiós se evitó su nombre. Para esa noche, el ex secretario ya rendía cuentas a su nuevo jefe.