¿La solución? ¡Copiar!
Por todos es sabido que la política es un vertedero de inmundicias, estercoleros en donde se exhiben a todo esplendor las miserias humanas y se trafica en forma abierta o encubierta con los bienes de la “patria” de acuerdo a los intereses de los legisladores.
“Con las leyes pasa como con las salchichas, es mejor no ver como se hacen…”, decía Otto von Bismarck con su conocido sentido del humor prusiano.
Francisco Martín MorenoPor todos es sabido que la política es un vertedero de inmundicias, estercoleros en donde se exhiben a todo esplendor las miserias humanas y se trafica en forma abierta o encubierta con los bienes de la “patria” de acuerdo a los intereses de los legisladores.
“Con las leyes pasa como con las salchichas, es mejor no ver como se hacen…”, decía Otto von Bismarck con su conocido sentido del humor prusiano.
La política es un estercolero, un pudridero, una cloaca en donde se intercambian principios, se compran valores, se negocian objetivos como fichas a cambio de otros haberes sin que los escrúpulos influyan en modo alguno. Bien decía Gonzalo N. Santos, el Alazán Tostado, que “la moral es un árbol que da moras…”
Sí, en efecto, la política puede reducirse a lo establecido en los párrafos anteriores, sin embargo, es un mal necesario en una sociedad. ¿Cómo ponernos de acuerdo, a título de ejemplo, para redactar las leyes más convenientes de cara a la apertura petrolera?
No perdamos de vista que durante la administración de Zedillo los priistas estaban de acuerdo en ejecutar una reforma petrolera y los panistas se opusieron. Acto seguido Calderón intentó llevar a cabo dicha reforma y fueron entonces los priistas quienes le negaron al michoacano semejante crédito histórico. ¿Y la patria? ¿No que “La patria era primero” y bla y bla y bla…?
La primera parte de la reforma energética se concretó cuando se elevaron a rango constitucional los cambios más trascendentes, solo que falta emitir las leyes secundarias. Existe una justificada preocupación de que dicha apertura permita la repetición de procesos de corrupción padecidos durante las escandalosas privatizaciones durante la administración de Salinas, o bien que las grandes compañías petroleras extranjeras abusen de los vacíos que pudieran llegar existir en la futura legislación energética mexicana.
¿Soluciones? ¡Copiar! Si los noruegos tuvieron éxitos notables al explotar sus manantiales llenos de oro negro en el Mar del Norte y en la actualidad cuentan en sus reservas monetarias la cantidad de 900 mil millones de dólares, por qué no les copiamos lo mejor de su legislación petrolera? Aprovechemos la experiencia ajena que bien debe contener las prevenciones para evitar los abusos de las devastadoras transnacionales energéticas que devoran cuanto encuentran a su paso.
Me parece imperativo también copiar la legislación petrolera brasileña porque nadie puede discutir los triunfos económicos del presidente Lula que se tradujeron en beneficios sociales como el rescate en ocho años de 30 millones de brasileños sepultados en la miseria.
No creo que los legisladores mexicanos tengan que inventar el hilo negro ni el agua tibia. Claro que los noruegos no se parecen a nosotros ni remotamente en lo que hace a las prácticas corruptas, pero para ello existe una buena diversidad de partidos políticos en nuestro congreso que bien podrían incrustar las cuñas y los filtros para garantizar la gigantesca canalización de recursos a los cuellos de botella que tienen asfixiada a la nación.
Cuidar las manos de las Seven Sisters, entre otras más, y cuidar las manos de los políticos venales mexicanos no es una tarea fácil, pero si otros ya lo lograron, los mexicanos también podremos. Por lo pronto copiemos…