Son dos mil 87 mujeres las que se encuentran detrás de los módulos que venden boletos para ingresar a las 12 líneas que conforman el Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro.
Sin embargo, son un sector invisible de este sistema, pues pocas veces se les reconoce el esfuerzo que implica estar en estas áreas de atención al cliente con sueldos que apenas rebasan el salario mínimo.
Las taquilleras del principal transporte público de la Ciudad de México son parte de la columna vertebral del STC, sin ellas no habría personal que venda los boletos o recargue las tarjetas que dan acceso a estas instalaciones.
Taquilleras del Metro se quejan de violencia de usuarios hacia ellas desde que subió la tarifa y por violación a sus derechos laborales.
— PSK Vialidad (@PSK_Vialidad) May 22, 2014
Ellas son las responsables de atender a más de cinco millones de pasajeros que se trasladan por las 12 líneas del Metro en la capital del país, de acuerdo a registros oficiales de este sistema.
No obstante, por años se han enfrentado a situaciones de todo tipo en sus jornadas laborales; desde usuarios agresivos y acoso, hasta problemas de salud mental por el encierro que enfrentan en sus cubículos.
No es una regla escrita, pero saben que no pueden ir al baño durante su jornada laboral.
Las mujeres que optan por ir al baño enfrentan todo tipo de insultos por parte de los usuarios que deben esperar varios minutos para continuar sus recorridos.
¿Trabajo digno?
Una solicitud de acceso a la información elaborada por Reporte Índigo al Sistema de Transporte Colectivo arroja el sueldo exacto que perciben las trabajadoras que se desempeñan en este puesto y las prestaciones que tienen por laborar en dicha área.
La categoría denominada “A”, especifica que dos mil 89 mujeres que se dedican a la venta de boletos, perciben un sueldo de 10 mil 390 pesos mensuales.
También hay hombres que trabajan como taquilleros, aunque son un porcentaje menor.
A diferencia de las mujeres, ellos sí pueden aspirar a ser supervisores u ocupar otro puesto de más alto rango.
Esta plantilla laboral atiende tres turnos. El primero va de las 4:50 de la mañana a las 12:00 horas; mientras que el segundo turno atiende un horario de las 11:45 de la mañana hasta las 19:00 horas. El último turno comprende de las 18:45 a las 00:30 horas.
En caso de que una taquillera no pueda llegar a su turno correspondiente, la trabajadora en funciones tiene que cubrirla inevitablemente, pues no hay quién las supla en estas horas de trabajo.
En estaciones con gran flujo de personas, a veces son apoyadas por auxiliares, pero nada más.
El Sindicato principal del STC, encabezado por Fernando Espino, no dio respuesta a la solicitud de entrevista que hizo Reporte Índigo para conocer las condiciones en las que laboran las taquilleras de todo el Metro.
Por su parte, Comunicación Social de este sistema argumentó que es justamente el Sindicato quien debe otorgar el aval para cualquier pronunciamiento sobre temas de esta índole.
‘Somos indispensables’
Martha Leticia Vázquez es taquillera en el Metro desde hace 32 años. Cuando ingresó al STC las taquillas todavía eran de madera y con el paso del tiempo asegura haber visto de todo.
Acepta que este trabajo que desempeña es solitario; rara vez llegan a interactuar con otras personas más allá de los empleados que se dedican a la limpieza y los mismos usuarios.
Desde el exterior de la estación Deportivo Oceanía, correspondiente a la Línea B del Metro, Martha Leticia relata en entrevista que todos los días se traslada desde los Héroes Tecámac, en el Estado de México, hasta esta línea que cubre desde el año 2001.
Su rutina comienza a la dos de la mañana, cuando se levanta y tiene media hora para alistarse y presentarse puntualmente a las 2:37 am, horario en el que pasa el transporte que dispone el Metro para sus trabajadoras.
Sin falta alguna, Martha Leticia debe estar 10 minutos antes de las 5:00 de la mañana para comenzar su turno en la estación del Metro que le corresponde, pues ella es la responsable de abrir el módulo de la venta de boletos para los primeros usuarios que ingresan a este sistema de transporte.
Una vez dentro del módulo de venta se encierra y pasa siete horas atendiendo a los usuarios.
La comida y las idas al baño son algo complicado para las taquilleras del Metro, reconoce la trabajadora, por lo que se las ingenia para cubrir estas necesidades básicas.
“Si yo quiero salir al baño tengo que avisar y lo tengo que hacer rápido. Al no tener normalmente otra persona que nos auxilie tenemos que ir al sanitario prácticamente corriendo. Esto nos ha provocado infecciones urinarias por aguantarnos”.
Incluso refiere que al no contar con hora de comida, no tienen otra alternativa más que comer en la taquilla, pues no está permitido abrir la puerta por motivos de seguridad. Entonces lo que ingieren en los centros de trabajo que operan debe ser comida fría por cuestiones de higiene.
Sabías qué?
El fondo fijo para dar cambio en #Metro es de $250, por ello hay tanto problema con el cambio.— Taquilleras MetroCDM (@Taquilleras_STC) October 15, 2015
El mito de que están siempre serias
Sobre la pregunta que todos los usuarios se han hecho en algún momento de por qué siempre están en el teléfono las taquilleras, Martha Leticia responde sin titubear que esto se debe a que por este medio tienen que reportar su asistencia, las anomalías que se presentan e incluso hasta pedir permiso para salir al baño. Todo lo tienen que hacer vía telefónica.
“Muchas somos jefas de familia y cargamos, como todas las personas, con problemas y preocupaciones a diario, por eso a veces nos ven así, pero la mayor parte del tiempo somos muy amables. Las personas se enojan demasiado porque no damos cambio y llevan prisa”, sostiene.
Con el traje negro de dos piezas, camisa azul clara y su distintivo logo del Metro a la altura del corazón, Martha dice que el momento más dificil en sus años de trabajo fue cuando un usuario le reclamó airadamente debido a que su tarjeta no cargó correctamente el dinero que había depositado para ingresar al Metro.
#UnDiaSinNosotras Todos los días me encuentro a esta señora en el Metro y a las taquilleras: hoy no están. A lo largo del día iré alimentando este hilo para visibilizar su fuerza. pic.twitter.com/6o15hLk3a5
— Rodrigo Hernández López (@lopezperiodista) March 9, 2020
También se enfrenta constantemente a personas que tienen prisa y arremeten con groserías al no encontrarlas en las taquillas. Los pasajeros se tornan más agresivos cuando vienen con prisa o de malas, reconoce.
“Todos los días nos recuerdan a nuestra mamá, también nos dicen mucho que somos unas gatas, unas muertas de hambre y nos preguntan para qué nos alquilamos; hay de todo. A pesar de esto, tratamos de hacer nuestro trabajo lo mejor posible siempre”.
Las secuelas
Las trabajadoras se encierran en sus pequeños cubículos por horas, en donde repiten una y otra vez la misma dinámica: entregan boletos a los usuarios infinidad de veces. También hacen cortes de caja cada determinado tiempo.
Nada cambia, es la misma rutina los 365 días al año, sin embargo, eso les ha traído problemas de salud mental y varias de las trabajadoras reportan cuadros de ansiedad y dolores físicos en la articulación de la muñeca y los músculos del hombro.
Algunas optan por acudir a terapia o al médico, pero la gran mayoría normaliza estos dolores por años.
Incluso han tenido que ser intervenidas quirúrgicamente por bultos de grasa que se les forman en las manos y el desgaste de los músculos por la rutina que realizan diariamente en el conteo de dinero y corte de boletos.
Si bien este sector de trabajadoras cuenta con prestaciones superiores a la ley como seguro de gastos médicos mayores, aguinaldo, prima vacacional y beneficios económicos, su sueldo mensual pocas veces se incrementa conforme a la inflación y el paso de los años.
Este organismo público brinda transporte a las trabajadoras que se trasladan desde municipios del Estado de México, aunque tomarlo implica levantarse a las 2:00 o 3:00 de la mañana.
Uno de los reclamos de este sector son las pocas oportunidades que se les dan para crecer a otros puestos de mayor jerarquía, a diferencia de los hombres, quienes sí pueden trabajar como supervisores de taquilla o llegar más alto en los tabuladores de puestos.
Víctimas de memes y burlas
La ‘seriedad’ de las taquilleras y el motivo de que se encuentren en el teléfono ha provocado diversos memes de ellas en redes sociales.
En Facebook y Twitter principalmente circulan fotos de las trabajadoras de mal humor con frases que las ridiculizan.
En mayo de este año, dos mujeres encargadas de vender boletos se hicieron virales al protagonizar una pelea dentro de su cubículo.