La seducción de ‘El Chapo’
La segunda captura de Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, parece tener más melodrama del que tuvo en su momento “La Reina del Sur”, la serie que lanzó a la fama internacional a la actriz Kate del Castillo.
“Se trata de una comedia en donde una pareja que pretende servir al mal (Del Castillo y Penn), termina sirviendo al bien”, definió atinadamente Roberto Campa, subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación.
Imelda Garcíahttps://www.youtube.com/watch?v=1MLCsJm75S4
La segunda captura de Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, parece tener más melodrama del que tuvo en su momento “La Reina del Sur”, la serie que lanzó a la fama internacional a la actriz Kate del Castillo.
“Se trata de una comedia en donde una pareja que pretende servir al mal (Del Castillo y Penn), termina sirviendo al bien”, definió atinadamente Roberto Campa, subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación.
Con una estrategia mediática que incluía la entrevista –hoy pública-, la edición de un libro y la filmación de una película, “El Chapo” pretendía buscar la redención pública.
Al igual que otros criminales, como Rafael Caro Quintero o Servando Gómez Martínez “La Tuta”, Guzmán Loera buscaba hacer llegar un mensaje a la sociedad para justificar sus conductas delictivas.
El narcotraficante quería consolidar la percepción que muchos tienen de él como un “bandido generoso” e intentar convencer de que es un buen hombre, como quiere ser recordado.
“El Chapo” busca que la gente olvide que es la cabeza del Cártel de Sinaloa, la organización delictiva más poderosa de América, responsable de la muerte de miles de personas y el tráfico de miles de toneladas de estupefacientes.
La entrevista que Guzmán Loera dio a Sean Penn, en un acto de vanidad y para que se supiera su punto de vista de algunos temas, podría hundirlo más en prisión.
Las respuestas que el capo da al actor echan por tierra la propia declaración que “El Chapo” hizo a las autoridades en el 2014, cuando dijo que él se dedicaba a la agricultura y no pertenecía al crimen organizado.
El propio capo acabó con esa historia: públicamente ya admitió que forma parte del narcotráfico. La entrevista se convirtió en una confesión de viva voz.
La guerra mediática
Entre la gente de a pie, trabajadores, amas de casa o adultos mayores, es común escuchar comentarios sobre “el bien” que ha hecho “El Chapo” en las comunidades que supuestamente protege.
“Pobrecito, no se hubiera dejado agarrar”, dijo un ama de casa en la Ciudad de México cuando se enteró de la noticia de la segunda captura del delincuente más buscado del país.
En Sinaloa, la tierra natal del capo, el sentimiento es más profundo.
La cadena Univisión publicó en su portal de internet una nota donde deja entrever el sentimiento de la gente de la ciudad de Los Mochis hacia “El Chapo”.
“Si la mayoría de la gente en Los Mochis hubiera sabido que aquí estaba, no lo agarran (…) Quien tuviera la oportunidad de tenerlo, lo resguarda”, cita Univisión a una mujer que identifica como Karina, empleada de una farmacia.
Esta percepción contrasta totalmente con el perfil que la Procuraduría General de la República ha hecho de Guzmán Loera.
“Es considerado un individuo de alta peligrosidad, que define claramente sus metas y la forma de alcanzarlas, utilizando sus habilidades de planeación, organización, negociación y proyección del futuro, siendo él mismo responsable directo de la planeación y seguimiento de sus acciones para concretar exitosamente sus objetivos.
“En su realidad interna no existe la culpa; se reconoce a sí mismo como un líder con buenos sentimientos; su rol en la organización criminal se perfila como autor intelectual, pero sin necesidad de la operación directa”, expone la PGR en el perfil criminológico de “El Chapo”.
La PGR señala que el capo no duda en crear redes de apoyo para su conveniencia, con gente que pueda protegerlo a él o a su familia.
Además de la guerra legal contra “El Chapo”, las autoridades mexicanas deben librar también la batalla mediática y de percepción, esa que el capo quería ganar a como dé lugar.
“Me da mucha ilusión poder verte a los ojos”
Pasaron pocas horas entre que Arely Gómez González, Procuradora General de la República, habló sobre la intención de “El Chapo” de filmar una película autobiográfica, y se supo que fueron los actores Sean Penn y Kate del Castillo quienes se reunieron con el delincuente.
El intercambio de mensajes entre la actriz Kate del Castillo y Joaquín Guzmán Loera refleja una mutua admiración y hasta afecto entre ambos personajes.
El diario Milenio dio a conocer la conversación que ambos sostuvieron por medio de un chat.
Conforme avanza la conversación a lo largo de poco más de un mes, el tono de los mensajes va subiendo.
“Amiga, entonces si tú traes el vino, yo tomaré también del tuyo, ya que a mí me gusta el tequila y el Bucana, pero tomaré el tequila que traerás y champaña. Te cuento que no soy tomador, pero como tu presencia va a ser algo hermoso, ya que tengo muchas ganas de conocerte y llegar a ser muy buenos amigos. Eres lo mejor de este mundo. Seremos muy buenos amigos (…) Yo te tendré súper todo para que no vayas a tener ningún detalle, que me sentiría muy mal. Ten fe en que estarás a gusto. Te cuidaré más que a mis ojos”, le escribe Guzmán Loera a Del Castillo.
“Me mueve demasiado que me digas que me cuidas, jamás nadie me ha cuidado, ¡gracias! ¡Y tengo libre el siguiente fin de semana!”, contesta la actriz.
“Voy a conocerte, y no sabes la emoción que siento. Gracias por tu confianza. He estado tratando de hacer un equipo importante con gente real, respetada en Hollywood. Quiero que los escuches… Pero independientemente de nuestro proyecto, me da mucho ilusión poder verte a los ojos, en persona”, le escribió la actriz en otro momento de la conversación.
¿Entrevista o confesión?
La entrevista, que el capo dio como un acto de vanidad, podría revertirse y tener un impacto directo en su proceso judicial.
Más que una entrevista, lo dicho por “El Chapo” podría ser visto como su propia confesión.
En su texto, Sean Penn escribe que Guzmán Loera le comentó que tenía una gran capacidad para el comercio de drogas.
“Yo distribuyo más heroína, metanfetaminas, cocaína y mariguana que nadie en el mundo. Tengo una flota de submarinos, aviones, camiones y barcos”, escribió Penn.
Esta declaración, empero, no se escucha en el video que el capo envió a sus entrevistadores y que se hizo público esta semana.
Juan Pablo Badillo, abogado de Guzmán Loera, declaró este miércoles a la agencia Reuters que lo escrito por Penn puede complicar la defensa del capo, pues en esa frase sobre su poder de tráfico, acepta su responsabilidad en el narcotráfico.
“Es una soberana mentira, una especulación absurda del señor Penn. Él (Guzmán Loera) no pudo hacer semejantes revelaciones (…) Eso, yo se lo garantizo, es una falsedad”, cita Reuters a Badillo.
Badillo olvida que, de acuerdo con una nota del editor de la revista Rolling Stone, el propio Guzmán Loera revisó el artículo antes de ser publicado. No pidió cambio alguno.
En febrero del 2014, luego de que fue aprehendido en el edificio Miramar en la ciudad de Mazatlán, Sinaloa, Guzmán Loera declaró que no tenía nada que ver con el narcotráfico.
“El Chapo” dijo ser agricultor y sembrar maíz, sorgo y cártamo; tener un ingreso mensual de 20 mil pesos; no pertenecer a ningún cártel; y no conocer a nadie del crimen organizado, según información de las autoridades.
Esta declaración ahora es insostenible.
En la entrevista que dio a Sean Penn, el propio delincuente aniquiló el argumento de que solo se dedica a la agricultura.
“¿Cómo empezó a estar en contacto con las drogas?”, se le cuestiona al capo.
“Bueno, a la edad de 15 años en adelante, de donde yo soy –que es el municipio de Badiraguato, yo me crié en un rancho que se llama La Tuna-, por allá hasta la fecha no hay fuentes de trabajo. La manera de tener para comprar la comida, para sobrevivir, es sembrar amapola, mariguana.
“Y yo a esa edad comencé a cultivarla, a cosecharla y venderla. Eso es lo que le puedo comentar”, responde “El Chapo”.
“¿Y salió de ahí? ¿Cómo fue que creció todo”, se le pregunta.
“Yo de ahí, de mi rancho, comencé a salir a la edad de 18 años a Culiacán, luego después a Guadalajara, sin dejar de visitar mi rancho”, explicó Guzmán Loera.
“¿Usted cree que sea cierto que usted sea el culpable de que haya tanta drogadicción y de que haya tantas drogas en el mundo?”, se le inquiere.
“No, eso es falso, porque el día que yo no exista no va a mermar lo que es nada el tráfico de drogas. Eso es falso”, sentencia el capo.
“Cuando usted no ha estado libre, cuando ha pasado algunos años detenido, ¿ha visto que subiera o bajara su actividad?”, continúa la entrevista.
“Pues, para lo que yo veo y sé, es que todo sigue igual, no ha mermado, no ha subido”, se escucha al narcotraficante.
“El Chapo” también habla de la violencia en el negocio, diciendo que se debe a gente que ya trae problemas previos, por envidias o por información que se tenga contra una persona y da muchas más opiniones de cómo es “la actividad” en la actualidad.
En busca de la redención
Al igual que “El Chapo”, otros delincuentes han tenido arranques de vanidad o han buscado la redención popular, hecho que los ha llevado a encontrarse con los medios de comunicación y dar entrevistas para tratar de limpiar su imagen.
Uno de los primeros testimonios documentados es el de Manuel Salcido Uzeta, “El Cochiloco”, un narcotraficante que operaba en Sinaloa en los años 80 y que fuera asesinado en 1991.
Luis Astorga, académico de la UNAM, documenta en su libro “Mitología del narcotraficante en México” (Plaza y Valdés, 1995) que Salcido era proclive a tener encuentros con reporteros para hablar de su vida, pero nunca refiriéndose a sí mismo como traficante de drogas.
“Trataba de mejorar su imagen diciendo que en un principio se vio obligado a la violencia porque le mataron a familiares, pero que en ese momento estaba dedicado a sus negocios legítimos (…) Comentaba incluso la atracción que sentía por una actriz costarricense que acababa de ver en una película mexicana. La actitud de los asistentes era deferente.
“Habían quienes pensaban que conociendo la egolatría de Salcido era probable que éste aceptara algunas –si alguien se animaba- con miras a la publicación de su biografía”, escribió Astorga.
Caso distinto fue el de Rafael Caro Quintero, otro narcotraficante originario de Badiraguato, Sinaloa –de donde es “El Chapo”-, quien en diversas entrevistas que dio a medios de comunicación sí reconocía que se dedicaba al narcotráfico.
De Caro Quintero fue recordado el mito de que, en alguna ocasión, declaró al propio presidente de la República que si se le dejaba libre, podría pagar la deuda externa.
En su libro “Los Malditos” (Grijalbo, 2013), Jesús Lemus narró que en un encuentro con Caro Quintero en el penal de Puente Grande, donde ambos estaban presos, el narcotraficante desmintió el mito.
“Esos son inventos de la gente, eso salió de una plática que sostuve, ya estando detenido, con un agente del Ministerio Público, que me preguntaba por mis propiedades y yo, por salir del paso, le dije que tenía hasta para pagar la deuda externa”, citó Lemus a Caro Quintero.
En una entrevista, publicada por Julio Scherer en su libro “Máxima Seguridad. Almoloya y Puente Grande” (DeBolsillo, 2012), Caro Quintero intenta justificar sus crímenes.
“No le voy a decir que era inocente. Tenía veintitantos años. La necesidad y la falta de estudios me hicieron meterme. Era y soy muy pobre. A estas alturas ya está uno acabado. Ahora ya no somos las personas que caímos”, dijo Caro Quintero.
Servando Gómez “La Tuta”, quien fuera líder de Los Caballeros Templarios, es otro delincuente que también buscó tener resonancia en los medios de comunicación.
El canal estadounidense de noticias MundoFox y el canal británico Channel 4 News acudieron a Michoacán a entrevistar al bandido cuando se encontraba en pleno el conflicto en esa entidad.
Además, “La Tuta” dio a conocer múltiples mensajes grabados en los que enviaba mensajes a la población del país.
“No pido clemencia ni benevolencia para mi persona; soy un delincuente, reconozco, me equivoqué. Tendré que pagar en su momento; no pienso pagarle a las autoridades en este modo terrenal (…) Sí soy un delincuente; me equivoqué por pendejo.
“Utilicen sus institutos, no sé… el CISEN, la SEIDO, Inteligencia Militar, la Marina, los institutos que ustedes tengan y capturen a los que deben capturarnos, a los que sí somos delincuentes. Yo soy un delincuente señores, porque cometí muchos crímenes. Ya lo dije, arrepentido estoy, por pendejo, y a mi Dios, Padre, Todo Poderoso se lo voy a pagar, a Él es al que le voy a rendir cuentas”, dijo “La Tuta” en un mensaje dado a conocer por internet en octubre del 2014.
Servando Gómez reconoció que sí se robaba el acero que salía por el puerto de Lázaro Cárdenas, pero se jactó de nunca haber secuestrado, robado a alguien sus propiedades o haber asesinado a un inocente.
Así es como los delincuentes han buscado la simpatía del público para obtener el perdón popular.
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