La industria de la publicidad exterior y los anuncios espectaculares está en crisis por la pandemia de Covid-19: los ingresos de las empresas han caído 50 por ciento, según datos de la Fundación Por el Rescate y Recuperación del Paisaje Urbano (FRRPU).
Además, el 60 por ciento de los espacios publicitarios están disponibles y sin ocupar, derivado de la crisis económica que atraviesa la Ciudad de México.
Jorge Carlos Negrete Vázquez, presidente de la FRRPU, considera que esta situación provocada por la suspensión de actividades comerciales no esenciales es una oportunidad para que el gremio se reinvente.
El activista señala que se puede convertir en una actividad sustentable que no contamine visualmente y no represente un riesgo de protección civil para la ciudadanía, como los espectaculares en azoteas.
“Este trimestre ha sido malo para la industria y algunos de los actores me han dicho que hasta finales de año podrán empezar a recuperarse. Además, los microempresarios que tenían un anuncio o dos no podrán sobrevivir a la contingencia, entonces podría ser un espacio ideal para que la industria se transforme”, detalla.
La crisis económica, que también se ha visto reflejada en la publicidad, ha costado 100 mil empleos en la ciudad, según datos dados a conocer el 11 de mayo pasado por la Secretaría del Trabajo y Fomento al Empleo.
De acuerdo con el Padrón de Publicidad Exterior de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi) del 2015, año en que se hizo la última actualización, existen 4 mil 160 espacios publicitarios en la ciudad.
En consecuencia, según la cifra estimada por la FRRPU de anuncios desocupados por la pandemia y la del padrón, son aproximadamente 2 mil 496 espacios que están sin ningún anuncio.
Pantallas reguladas, una opción
El activista explica que un modelo de publicidad que puede ser más amable con el entorno urbano e incluso generaría más utilidades para las empresas, son las pantallas electrónicas.
Si se regula de manera adecuada, este esquema puede servir para transformar a la industria de la publicidad exterior en un gremio amable y menos riesgoso.
“Los espacios que queden tras la pandemia pueden generar para las empresas beneficios adicionales, porque van a ser los únicos disponibles y sus utilidades van a ser mayores. Si se transforma la industria a las pantallas electrónicas, va a ser más rentable”, señala.
Negrete Vázquez menciona que una marquesina tradicional requiere más personal para su mantenimiento, mínimo un equipo de dos personas, mientras que la electrónica solo una.
Añade que aunque la inversión inicial y el pago de energía eléctrica es elevado (entre 25 mil y 35 mil pesos mensuales), más productos pueden anunciarse en un mismo periodo de tiempo.
“Se pueden vender mucho más que una marquesina tradicional, ahí un anuncio se puede quedar una semana, un mes. En cambio en una pantalla electrónica tiene la capacidad para vender ocho espacios y alternar los anuncios en un periodo de tiempo. También se reduce el mantenimiento continuo a la marquesina”, señala.
No obstante, antes de apostar por esta forma de publicidad, se debe regular de manera correcta, advierte.
“Se tiene que controlar la luminosidad después de las 6 de la tarde hasta las 6 de la mañana para que no deslumbre. Tiene que prohibirse que se utilicen luces blancas y medir la distancia de luminosidad. También evitar que en las zonas habitacionales se coloquen y generen molestias a los vecinos”, señala.
Tampoco tienen que estar en azoteas y sus medidas no deben sobrepasar los 3 metros de altura por 5 de ancho, como lo estipula la Ley de Publicidad Exterior.
Actualmente, hay entre 200 y 300 pantallas en la ciudad, cuya única regulación, de acuerdo con la Ley de Publicidad Exterior, es que no rebasen los 325 nits de luminosidad entre entre las 18:00 y las 6:00 horas.
“Si se logra una regulación adecuada, vamos a tener una ciudad con una contaminación visual reducida y menos problemas de protección civil”, afirma.
El reordenamiento de la publicidad exterior
Negrete Vázquez considera que la contingencia también da la oportunidad a las autoridades de hacer un reordenamiento integral de los espectaculares, que ha estado pendiente desde el año 2017 cuando se anunció, tras el sismo del 19 de septiembre, que todos los anuncios en azoteas y unipolares iban a ser retirados.
En ese año, el entonces jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, explicó que todos los espectaculares en azoteas iban a ser retirados después de que se demostrara que fueron un factor que influyó en el colapso de dos edificios.
Mientras que en julio de 2019, después de que un anuncio espectacular cayera en Iztapalapa por las lluvias y lesionara a cuatro personas, la actual administración capitalina reiteró la intención de quitar todos los espectaculares en azoteas.
Desde entonces, de acuerdo con información disponible en el portal electrónico del Instituto de Verificación Administrativa (INVEA), se han retirado 42 anuncios con factor de riesgo.
Sin embargo, el Portal de Datos Abiertos de la Ciudad de México señala que aún hay mil 166 espectaculares sobre edificios que no han sido retirados.
“Se tiene que aprovechar que no están ocupados para hacer el retiro y la revisión de los permisos”, señala el activista.