La promesa de Bitcoin

Las criptomonedas auguran un futuro con una divisa global que no dependerá de un sistema financiero con autoridades locales y centralizadas. Estos activos tienen el potencial de transformar radicalmente la economía del siglo XXI, sin embargo su volatilidad aún genera mucha incertidumbre entre los inversionistas
Rodrigo Carbajal Rodrigo Carbajal Publicado el
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[kaltura-widget uiconfid=”38045831″ entryid=”1_8kakdd0w” responsive=”true” hoveringControls=”true” width=”100%” height=”75%” /] Bitcoin, Ethereum y Ripple representan la promesa de una divisa digital global que no depende de un sistema financiero con autoridades estatales y centralizadas. También representan la eventual aplicación de una tecnología de validación autónoma que tiene el potencial de transformar industrias completas e incluso la manera en que entendemos los contratos y las transacciones financieras cotidianas.

 La revolución de las criptomonedas es, en la visión libertaria de Silicon Valley, el primer paso hacia un mundo en el que el gobierno dejará de tener el monopolio del dinero. La descentralización y el anonimato, características centrales de las divisas digitales, plantean efectos disruptivos para el sistema financiero internacional y para la capacidad fiscal del Estado. Un gobierno incapaz de recaudar impuestos y una estructura bancaria completamente descapitalizada suponen consecuencias fatalistas para el capitalismo como lo conocemos. La economía del siglo XXI tendría que replantearse completamente en un sistema dominado por las criptomonedas.

Sin embargo, ese futuro todavía parece distante. En el 2013, Hal Varian, economista en jefe de Google, dijo en una conferencia: “Ciertamente, una tecnología como ésta será preponderante en el futuro, pero no soy particularmente optimista respecto a Bitcoin porque es el primero en esta área y siempre puedes decir que los pioneros son los que tienen los errores en sus cuentas”.

Cinco años después, desarrolladores como los hermanos Winklevoss, célebres por haber llegado a un acuerdo extrajudicial con Mark Zuckerberg por la autoría intelectual de Facebook, afirman que el tiempo de las criptomonedas ha llegado. Argumentan que ésta es la razón por la cual Bitcoin, la divisa digital de mayor operación y mayor valor de capitalización de mercado (168 mil millones de dólares), tuvo un rendimiento de más de 1300 por ciento durante el 2017.

 El efecto disruptivo de las criptomonedas es de una relevancia tal, que el G-20 discutirá el tema durante su reunión de marzo en Argentina.

A pesar de ello, el debate sobre las consecuencias estructurales que tendría la implementación de las divisas digitales a gran escala ha pasado a segundo plano. El centro de la discusión está en la valuación de corto plazo de estos activos. Es decir, en la especulación financiera inherente a una clase de activos cuya característica principal es el alto nivel de volatilidad.

60%
Del auge de las divisas digitales se debe a la tecnología

La pregunta recurrente en relación a Bitcoin es si se trata de una burbuja financiera. Una respuesta parcial podría encontrarse en la idea de que la motivación detrás del auge de las criptomonedas se explica “en un 20 por ciento por la ideología, 60 por ciento por la tecnología y 100 por ciento por el dinero”. Las palabras de Jeremy Gardner, convertido en multimillonario gracias a la oferta monetaria inicial de la divisa digital Augur, revelan que el interés en el tema está concentrado en el crecimiento exponencial del valor de activos como Bitcoin, Ripple y Ethereum en el último año.

Los escépticos

Para los grandes nombres de Wall Street, las divisas digitales representan la clásica burbuja de activos. El escepticismo alcanza a Jamie Dimon, director general y presidente de JP Morgan, el mayor banco por activos en Estados Unidos. Aunque después dijo estar arrepentido por expresarse en esos términos, Dimon se refirió a Bitcoin como “un fraude”.  Más recientemente, Dick Kovacevich, ex director general del banco Wells Fargo, dijo que Bitcoin representa un “esquema piramidal que no tiene sentido”.

Credit Suisse, el banco de inversión, publicó un documento reciente en el que advierte a sus clientes que el 97 por ciento de las unidades de Bitcoin están concentradas en cuatro direcciones electrónicas. “La concentración de riqueza en un número pequeño de direcciones, sean individuos o centros de intercambio, significa que un número reducido de jugadores clave pueden tener una influencia masiva en el mercado del Bitcoin”, explica el documento.

97%
De las unidades del Bitcoin están concentradas en 4 direcciones electrónicas

En la academia económica tradicional también prevalece un clima de duda en relación a las criptomonedas. Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001, ha sido una de las voces más críticas al respecto. En noviembre, en una entrevista para Bloomberg News, Stiglitz dijo que el Bitcoin debería de ser prohibido por los reguladores del sistema financiero.

 Nouriel Roubini, presidente de la firma Roubini Macro Associates y célebre profesor de economía de la Universidad de Nueva York, publicó en Twitter que Bitcoin es “la madre de todas las burbujas” y que está comenzando a reventarse. El tono pesimista de esta percepción es particularmente relevante porque Roubini es conocido por ser uno de los economistas que advirtió sobre la naturaleza cataclísmica de la crisis financiera de 2008.

¿Es una burbuja?

A mediados de diciembre, el precio del Bitcoin rebasó momentáneamente los 20 mil dólares. Actualmente, su valor se encuentra debajo de los 10 mil dólares. En un lapso de un mes, el precio se desplomó más de 50 por ciento, lo que equivale, según el centro de intercambio que se tome como referencia, a una pérdida en valor de capitalización de mercado de alrededor de 170 mil millones de dólares.

168,000
Millones de dólares es la capitalización de mercado del Bitcoin

Éste es un fenómeno extendido a prácticamente todas las divisas digitales con una operación relevante. El martes, 94 de las 100 criptomonedas con mayor valor de capitalización de mercado presentaron pérdidas porcentuales de dos dígitos. Las pérdidas se agravaron durante la jornada del jueves. Los medios especializados refirieron este episodio como “el segundo día de un baño de sangre para las criptodivisas”.

En las últimas 24 horas, el valor del Bitcoin ha caído 13.76 por ciento; el de Ethereum, 18.41 por ciento; y el de Ripple, 21.18 por ciento.  Esto ha reforzado el argumento de los escépticos de que no existen fundamentos sólidos que soporten el nivel de crecimiento del valor de las divisas digitales.

1,300%
Rendimiento del Bitcoin durante 2017

Siguiendo la tesis de burbujas financieras diseñada y desarrollada por los economistas Hyman Minsky y Charles Kindleberger, voces de autoridad como el semanario The Economist consideran que el ciclo psicológico de este mercado está entrando a la cuarta fase de un modelo de cinco etapas: desplazamiento tecnológico, boom, euforia, estrés financiero y revulsión.

Criptomoneda vs reguladores

En cierto sentido, Hal Varian fue profético. La fragilidad de Bitcoin y del resto de las criptomonedas quedó de relieve en el reciente episodio de depreciación. La sangría financiera derivó, no de una política pública concreta, sino de una declaración.

El consenso de analistas sugiere que en el corto plazo el precio de Bitcoin, Ripple y Ethereum está a merced de los reguladores financieros alrededor del mundo

En un programa de radio, el ministro de finanzas de Corea del Sur, considerado como el tercer mayor mercado de Bitcoin por volumen de operación, dijo que el gobierno está considerando cerrar todos los centros de intercambio de divisas digitales en el país. Sus palabras crearon caos en la comunidad de las criptomonedas.

“Hay mucho pánico en el mercado. La gente está vendiendo para tratar de salirse. Hay más incertidumbre regulatoria y estas caídas generarán otras” dijo a la agencia Reuters Charles Hayter, fundador de Cryptocompare.

El consenso de analistas sugiere que, en el corto plazo, el precio de Bitcoin, Ripple y Ethereum está a merced de los reguladores financieros alrededor del mundo, quienes aún no han encontrado una política pública óptima para controlar la operación de estos activos.

Salvo el caso de China, que ha declarado ilegales los centros de intercambio de criptodivisas, el resto de las agencias regulatorias en el mundo se han limitado a realizar recomendaciones de cautela al público inversionista.

Para los reguladores, las divisas digitales representan un problema pequeño en términos de la liquidez y el sentimiento de los mercados financieros en primera instancia.

Los reguladores financieros alrededor del mundo no han sido capaces de generar una serie de políticas públicas óptimas para controlar la operación de las monedas digitales

En segunda instancia, significan un reto que amenaza la viabilidad misma del Estado y del sistema bancario. El anonimato total de los flujos financieros inhibiría la capacidad fiscalizadora de los gobiernos. Asimismo, el hecho de que todos los usuarios de las criptomonedas tengan acceso a una cuenta digital protegida por la tecnología del blockchain implicaría que mucha gente no vería necesidad en tener sus ahorros en el banco, lo que dejaría sin capital a las instituciones financieras, ocasionando un colapso del crédito que eventualmente derivaría en una recesión económica.

No obstante, los gobiernos consideran que es poco probable que se consolide esta amenaza para su tenencia del monopolio del dinero. El sistema monetario está cimentado, en última instancia, en la confianza que le tienen los agentes económicos. Y esta confianza está construida sobre una costosa y compleja estructura de leyes, regulaciones y entidades de procesamiento financiero.

El sistema monetario está cimentado, en última instancia, en la confianza que le tienen los agentes económicos. Y esta confianza está construida sobre una compleja estructura de leyes y regulaciones

La sustitución del dinero gubernamental por las criptodivisas es poco probable que ocurra en el corto plazo. La volatilidad de estos activos no les permite ser un depósito de valor ni un medio de intercambio.

En el mejor de los casos, sugieren los escépticos, a Bitcoin le queda ser una suerte de oro digital, un commodity a partir del cual los inversionistas pueden destinar parte de su portafolio para la especulación financiera.

A pesar de todo esto, es innegable que el auge de las criptodivisas ocurre en un momento en el que emerge la desconfianza hacia las instituciones financieras tradicionales, el proceso democrático y la legitimidad gubernamental. El deseo de anonimato y descentralización es latente en tiempos de Donald Trump y de los movimientos populistas del siglo XXI.

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