La percepción sobre el Regreso a clases y Gas Bienestar
Ambas medidas tomadas por el gobierno para tratar de beneficiar a la población, especialmente a la más necesitada, han sido recibidas por la mayoría con optimismo
Julio RamírezMás de 60 por ciento de los encuestados aprueba el regreso a clases de manera presencial y ello está relacionado con el retorno a los trabajos, afirma Azucena Cháidez, directora asociada de SIMO.
“El que casi seis de cada 10 mexicanos estemos de acuerdo con que es una decisión correcta que los niños regresen a clases de manera presencial corresponde a que los adultos están regresando de manera presencial a trabajar y, como sabemos, el cuidado de los niños se vuelve complicado”, explica.
La especialista considera que reabrir las escuelas para el regreso a clases tiene muchas más aristas que únicamente pensar en que los niños están expuestos al COVID-19.
“Que exista este porcentaje tan elevado que está pensando que es una buena decisión, me parece que nos indica que diferentes sectores poblacionales justamente están empezando a ver estos efectos socioemocionales de que los niños no asistan a la escuela. (…) Tenemos ya esa necesidad de que también los niños vayan retomando poco a poco una normalidad, con todos los cuidados que eso implica, pero que se vayan readaptando a este nuevo ritmo de vida también”, expone Azucena Cháidez.
Estrategia poderosa: Gas Bienestar
La marca Gas Bienestar ha sido una gran estrategia de comunicación por parte del Gobierno federal, pero esto se puede revertir si se incumple con las expectativas del proyecto de la población, considera Daniel Yanes, asociado de SIMO.
“Es la prueba número ya no sé cuál de la excelente comunicación y habilidad de transmitir mensajes que tiene el Gobierno federal. Es decir, un programa que no tiene la misma proyección que otros programas sociales del gobierno, pero 66 por ciento ya declara haber escuchado de este programa, lo cual ya es un porcentaje elevadísimo”, explica Yanes.
Considera que el Gobierno federal está “jugando con fuego” al provocar expectativas tan altas de la población para el proyecto de Gas Bienestar.
“Es un riesgo enorme tener altas expectativas de beneficio, de mejoras, de cambios en tu calidad de vida, que posiblemente o probablemente no se van a ver en el corto plazo o el porcentaje de gente que va a ver un beneficio inmediato es mucho menor al de gente que está esperando y que tiene expectativas de tener un beneficio en lo que paga día día por el gas en su casa”, expone.