El domingo inicia un Mundial que ha sido cuestionado por cómo se eligió la sede, Qatar, y otros factores que marcarán el evento deportivo más importante del mundo.
El 10 de noviembre de 2001, en su partido homenaje en la Bombonera de Boca Juniors, Diego Armando Maradona profirió una frase icónica, cuyo origen está en los excesos que cometió en su vida personal.
“El futbol es el deporte más lindo y más sano del mundo. De eso que no le quepa la menor duda a nadie. Porque se equivoque uno, no tiene que pagar el futbol. Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha”, dijo conmovido.
Hoy, 21 años después de aquel discurso, en Qatar arranca un Mundial ensombrecido por acusaciones de soborno para su elección como sede y por el costo humano incalculable.
Mientras en Occidente se habla de miles de muertes a consecuencia de la construcción de estadios e infraestructura, cifras oficiales insisten que solo son tres en el caso de los recintos deportivos.
Organizaciones laborales alrededor del mundo cuestionan tal cifra y aseguran que son miles. Basan este argumento en publicaciones como la del diario The Guardian, en 2021, la cual causó revuelo y tuvo que ser precisada una semana después.
En ella se afirmó que “más de 6 mil 500 trabajadores migrantes de India, Pakistán, Nepal, Bangladesh y Sri Lanka han muerto en Qatar desde que ganó el derecho a albergar la Copa del Mundo hace 10 años”.
La interpretación que se le dio es que todos ellos trabajaban en la construcción de los estadios, lo cual fue impreciso y después se informó que habían sido 37 muertes “directamente relacionadas con la construcción de estadios de la Copa del Mundo”.
Más allá de la cifra, lo alarmante radica en que la mayoría de las muertes de trabajadores migrantes han quedado sin explicación.
“Eso es el escándalo”, dice Nick McGeehan, investigador británico y defensor de los derechos de los trabajadores en un reportaje de Yahoo Sports, firmado por Henry Bushnell.
Según cifras oficiales del gobierno de Qatar, más de 17 mil inmigrantes de todas las nacionalidades han muerto en el país desde 2010, aunque la mayor parte no están relacionadas con el Mundial.
Sin embargo, más de la mitad de las muertes de la población trabajadora migrante en Qatar se han atribuido a “causas desconocidas”, “causas naturales” o “enfermedades cardiovasculares”.
Calor extremo, viviendas insalubres a las afuera de la capital Doha, falta de acceso a la atención médica, horarios laborales excesivos y explotación fue la realidad que vivieron miles de inmigrantes que llegaron a Qatar con el sueño de una mejor vida para sus familias.
Víctimas de la esclavitud moderna en Qatar
Al arribar a la rimbombante sede mundialista elegida en 2010, miles de personas se sometieron al sistema kafala, el cual otorga a ciudadanos y empresas privadas control casi absoluto sobre el empleo y el estatus migratorio de los trabajadores extranjeros.
Todo ello, en medio de la confiscación de pasaportes, salarios retenidos y leyes que no permitían a los trabajadores salir del país e incluso cambiar de trabajo sin el permiso de su empleador.
Sin embargo, poco a poco comenzaron las protestas, con ellas las deportaciones y las pésimas condiciones bajo las cuales trabajaban fueron reveladas. Entonces, vino la indignación mundial.
Nueve años después de que Qatar fue elegida como sede mundialista, el gobierno abolió la kafala.
En la actualidad, los trabajadores inmigrantes en Qatar pueden cambiar de trabajo y salir del país sin el permiso del empleador, se establecieron tribunales laborales, se incrementó el salario mínimo (275 dólares) y está prohibido trabajar al aire libre en el verano de 10 de la mañana a 3:30 de la tarde, cuando las temperaturas son más altas.
Incluso, hay un sistema de protección salarial que supervisa los pagos y seguros de los trabajadores, así como un fondo para cuando alguno se lesiona o muere “a causa de un incidente relacionado con el trabajo”.
De acuerdo con información del gobierno de Qatar citada en el reportaje de Yahoo Sports, se han pagado “aproximadamente” 271 millones de dólares a ese fondo.
Así, se habla de una mejora en las condiciones, pero para algunos no a la velocidad que debería.
En el documento se establece que aún pagan “tarifas de contratación”, no reciben salario y que los empleadores inventan reglas y acusan a los empleados de “fuga” para evitar que cambien de trabajo.
También se detalla la muerte de seis trabajadores, cuatro de ellos del sector de la construcción, un guardia de seguridad y un chofer de camión.
“Estamos comprometidos a seguir haciendo cumplir nuestras leyes laborales con tolerancia cero y haciendo que los empleadores sin escrúpulos rindan cuentas, incluso aumentando las sanciones por salarios no pagados y fortaleciendo la capacidad de los inspectores”, respondió el gobierno qatarí.
Sin embargo, para algunos, como May Romanos, investigadora de Amnistía Internacional, “la realidad sobre el terreno es que la kafala sigue ahí”.
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