Horarios extendidos, compra de sus propios equipos de protección, jornadas extenuantes de trabajo y riesgo de agresiones en las calles son parte de la nueva realidad que enfrentan los médicos y enfermeras del país.
Aunado a esto, México ya es el décimo lugar en muertes en el mundo y las cifras están lejos de descender; mientras tanto la gente ya comienza a retomar sus actividades.
La pediatra Lorena Bolaños trabaja en un hospital del Estado de México que prefiere no mencionar, pero cuenta que los trabajadores de primera línea contra el COVID-19 tienen pesadillas y algunas noches es imposible conciliar el sueño.
“Una vez que entras al área COVID te das cuenta de la realidad. Uno sufre insomnio. Te puedes despertar a medianoche con pesadillas o imaginas que eres tú mismo el de los síntomas, pero te das cuenta que no es cierto”, relata la pediatra que ahora fue dirigida a la atención de adultos.
Es evidente la falta de personal de médicos y enfermeras y las jornadas laborales se sienten mucho más extenuantes, asegura.
Si bien se les han respetado sus horarios y sus días de descanso, es agotador el incremento de trabajo con la llegada de pacientes en estado crítico.
“Yo siento que es doblemente agotador estar trabajando en área COVID tanto física como mentalmente”, narra la especialista.
La pandemia debe traer para el país un cambio en la manera de alimentarnos y tener mejores hábitos. Esta es la razón por la que los países europeos que tienen un estilo de vida más saludable han logrado mantenerse con cifras más esperanzadoras.
“Yo espero que esto sí genere un cambio radical a nivel nacional, sobre todo en nuestro estilo de vida, México es el país número uno en obesidad y esto está trayendo más consecuencias graves con el COVID-19 a diferencia de otros países, como los europeos, que llevan otro estilo de vida”, explica la doctora Lorena Bolaños.
Por su parte, la enfermera Guadalupe Arias trabaja en un hospital del ISSSTE en Morelia, Michoacán, y está acostumbrada a tratar con varias infecciones fuertes y contagiosas, pero esto ha rebasado todo lo que ha visto.
“Sí nos ha cambiado bastante el panorama de cómo antes usábamos nuestra protección a la de ahora.
“A demás de ser molesto, a nosotras como enfermeras lo que más nos ha afectado son los goggles. Hemos tratado de comprar los que más nos funcionen, porque los que nos da la institución no son buenos. Hemos tratado de cambiar porque es muy molesto que se te empañen y no veas”, expresa Guadalupe Arias.
La enfermera de terapia crítica del ISSSTE cuenta que lo que más le perjudica a las enfermeras son las gafas de protección, ya que les dejan marcas en la cara, por ello han tenido que comprar equipo más cómodo con su dinero.
“Es como si trabajáramos en una jornada doble, aparte te deshidratas, porque salimos empapadas del uniforme, salimos con dolor de cabeza, las marcas en la cara, dolor de oído, con las marcas en los ojos y te arden”, explica.
La semana pasada en México se contabilizaron 111 muertes de personal de salud, de ellos 46 fueron de enfermería, quienes atienden a los pacientes contagiados por COVID-19 de manera directa
“Nosotros estamos en el primer contacto. Recibimos las indicaciones de los médicos. Los doctores entran a evaluar a los pacientes pero ellos pueden salir, ven sus indicaciones afuera, nosotros tenemos que checar los signos vitales, checar cómo están sus infusiones”, detalla.
Todos los días, Guadalupe tiene contacto con los pacientes y les suministra medicamentos.
La enfermera pide conciencia sobre la enfermedad, ya que los pacientes que llegan a este sitio ya no pueden entablar comunicación con su familia, pues se cancelaron las horas de visita.
“Cuiden mucho a sus hijos, que esto es la realidad, nosotros la estamos viviendo. Es una tristeza que quien tiene un paciente con este padecimiento, desde el momento en que se interna ya no lo puede ver”, cuenta.