La nueva crisis humanitaria

La indignación del mundo frente a las políticas migratorias de Donald Trump como el programa “Tolerancia Cero” se hizo presente luego de que un video y diversos audios mostraran las violaciones a los derechos humanos que se cometen en la frontera sur de Estados Unidos, donde familias son separadas y los niños encerrados en jaulas metálicas
Imelda García Imelda García Publicado el
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[kaltura-widget uiconfid=”38728022″ entryid=”0_36udn6sw” responsive=”true” hoveringControls=”false” width=”100%” height=”75%” /] El llanto de los niños migrantes separados de sus padres es desgarrador. Las imágenes de los menores acostados en el suelo y encerrados en grandes jaulas provocaron furia e indignación.

“Yo no quiero que paren a mi papá; no quiero que lo deporten”, es la primera frase que se escucha decir entre lágrimas a Alison Jimena Valencia Madrid, una niña de 6 años que fue separada de su mamá la semana pasada y cuya grabación fue dada a conocer por la organización ProPublica.

En dicha grabación se escucha el llanto desgarrador de otros niños, que claman la presencia de su papá o su mamá, o incluso de una pequeña que pide que le llamen a su tía, de quien se sabe su número telefónico, para que vaya a recogerla.

Escuchar a los niños fue la gota que derramó el vaso. En Estados Unidos, el tema ya llevaba varios días siendo objeto de polémica en la prensa y entre políticos demócratas y republicanos; en México, fue este lunes que el tema se hizo viral en redes sociales y hasta ayer el Gobierno mexicano se pronunció al respecto.

La separación de familias comenzó a ocurrir en Estados Unidos hace meses, cuando el presidente Donald Trump decidió endurecer las medidas contra los migrantes indocumentados con un programa llamado “Tolerancia Cero”.

Aunque el tema ya había sido planteado en marzo del 2017, apenas algunas semanas después de que Trump había tomado posesión, empezó a tomar dimensiones importantes hasta este año, cuando las autoridades comenzaron a ser cuestionadas por esa política.

El 7 de mayo pasado, Jeff Sessions, fiscal general de los Estados Unidos, declaró que todas las familias que entren ilegalmente a territorio estadounidense serán separadas.

“No queremos separar familias, pero no queremos que las familias vengan a la frontera ilegalmente (…) si contrabandea un niño, le procesaremos, y el niño será separado de usted como lo requiere la ley”, dijo Sessions en un anuncio oficial.

A partir de entonces, la tensión política por el tema de la migración creció en Estados Unidos.

En México, sin embargo, el tema no fue abordado por ninguna autoridad gubernamental. Las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) se llevaban a cabo normalmente, mientras en la frontera norte niños mexicanos y centroamericanos eran separados de sus familias y encerrados en jaulas. 

La polémica en Estados Unidos

Marco Antonio Muñoz era un hombre de 39 años que intentó cruzar a Estados Unidos junto a su esposa y su hijo de 3 años. Los tres fueron detenidos el 11 de mayo en Texas y, como parte de la política “Tolerancia Cero”, la familia fue separada.

Según las autoridades estadounidenses, Marco comenzó a tener un comportamiento violento, por lo que lo trasladaron a una cárcel en el condado de Starr, en Texas. Dos días después, Marco apareció muerto en su celda; las autoridades migratorias dijeron que se había suicidado.

El caso, conocido semanas después, prendió las alertas sobre lo que ocurría en la frontera sur de Estados Unidos. Reportes periodísticos comenzaron a develar el drama de las familias separadas.

Aunque en la administración del expresidente Barack Obama aumentó el número de detenciones y deportaciones, por lo regular se daba clemencia a las personas que llegaban con menores o a las familias

La postura de la administración de Donald Trump, en cambio, se endureció. Jeff Sessions, fiscal general de los Estados Unidos, incluso dijo que la medida se justificaba con principios bíblicos.

“Venir con niños ya no los hace inmunes al arresto y al proceso legal”, dijo Sessions en un discurso el 15 de junio.

“Citaré al apóstol Pablo en su decreto claro y sabio en la carta a los Romanos, capítulo XIII: Las leyes del gobierno deben obedecerse porque Dios las ha decretado con el propósito del orden”, afirmó el fiscal de Estados Unidos.

Esa declaración provocó que medios críticos del gobierno estadounidense levantaran la voz.

Horas después, Jim Acosta, corresponsal de CNN en la Casa Blanca, cuestionó con dureza a Sarah Sanders, vocera de la Casa Blanca, sobre las declaraciones del fiscal estadounidense.

“No tengo conocimiento de las declaraciones del fiscal; pero lo que sí puedo decir es que es bíblico asegurarse que la ley se cumpla”, le respondió Sanders.

Tras un diálogo tenso, Sanders indicó que la culpa de la separación de las familias es de los demócratas, quienes no han solucionado las fallas y los vacíos que hay en las leyes migratorias.

El fin de semana se permitió que congresistas y medios de comunicación acudieran a los centros de reclusión donde se mantiene a los menores.

La Patrulla Fronteriza reveló imágenes de esa visita y de los centros de reclusión donde se observa a los niños dentro de jaulas. La noche del lunes, la organización ProPublica dio a conocer el audio donde se escuchaba a los niños llorando en los centros de detención

“Los demócratas son el problema. No les importa el crimen y quieren que los inmigrantes ilegales, sin importar qué tan malos sean, derramen e infesten a nuestro país.

Siempre debemos arrestar a las personas que ingresan ilegalmente a nuestro país. De los 12 mil niños, sus padres envían a 10 mil en un viaje muy peligroso, y sólo 2 mil están con sus padres, muchos de los cuales han tratado de ingresar ilegalmente a nuestro país en numerosas ocasiones”, escribió ayer Donald Trump (@ realDonaldTrump) en su cuenta de Twitter.

Desde ahí llamó a los congresistas a cambiar las “ridículas y obsoletas leyes” de migración; en ningún momento reconoció que se trata de una política impulsada por su propio gobierno.

A raíz de las imágenes y los audios, el escándalo creció y alcanzó niveles internacionales.

México reaccionó oficialmente hasta ayer, cuando condenó la separación familiar; pero acotando que el país respeta las decisiones de política migratoria de los Estados Unidos.

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