La necesidad de un nuevo sistema educativo en México

México tiene tres grandes retos por resolver: la brecha entre los estudiantes con oportunidades y los desfavorecidos, la carga excesiva de contenidos de los programas de estudio y las malas prácticas docentes que no favorecen el desarrollo de competencias complejas en los estudiantes
Ernesto Santillán Ernesto Santillán Publicado el
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El cierre de escuelas por la pandemia de COVID-19 agravó muchos de los desafíos que las sociedades enfrentan desde hace décadas en materia educativa.

De manera específica, México actualmente tiene tres grandes retos por resolver: la brecha entre los estudiantes con oportunidades de aquellos que provienen de contextos desfavorables, la carga excesiva de contenidos de los programas de estudio y las malas prácticas docentes que no favorecen el desarrollo de competencias complejas en los estudiantes.

Por este motivo, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), señala la necesidad de analizar la actual crisis a partir de lo sucedido con la pandemia, pero considerando características de la coyuntura histórica actual como “el agravamiento de las desigualdades sociales y económicas, el cambio climático, la pérdida de la biodiversidad, el uso de los recursos que sobrepasa los límites planetarios, el retroceso democrático y las tecnologías de automatización disruptivas”.

Regresión histórica

De acuerdo con datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP) a diciembre de 2022, hasta el 29 de marzo del año pasado, habían regresado a clases presenciales 28.9 millones de estudiantes de todos los niveles, lo que equivale al 81.27 por ciento de la matrícula total antes de la crisis sanitaria.

Sin embargo, todavía en mayo de 2022, una proporción de los estudiantes que regresaron a la escuela asistían de forma escalonada —solo dos días a la semana—, alternando con educación a distancia.

Para finales de julio de 2022, el programa Aprende en Casa continuaba vigente y lo hizo hasta que el ciclo escolar terminó, lo que de acuerdo con la propia Secretaría de Educación, “significa que para una parte de los estudiantes que habían regresado a la escuela aún no era posible el restablecimiento regular de las clases, con asistencia diaria y en horario completo”.

Inestabilidad escolar

La falta de una rutina académica para miles de alumnos generó serias pérdidas en los aprendizajes y un elevado índice de deserción escolar, entre otros problemas.

De acuerdo con la UNESCO, la educación a distancia que ofrecieron casi todos los países del mundo sustituyó solo parcialmente el aprendizaje presencial.

“Las pérdidas en los aprendizajes son muy grandes y desiguales y se acentuaron especialmente en las y los niños más pequeños y en aquellos pertenecientes a grupos vulnerables”.

En cuanto a los prolongados cierres de las escuelas, la organización internacional explica que, en general, fue un fenómeno que se dio en países de ingresos bajos y medios, además de que con mayor frecuencia se enfrentaron a múltiples dificultades.

Entre estas destacan el apoyo limitado para que las y los docentes transitaran de la enseñanza presencial a la ofrecida a distancia, lo cual disminuyó sus posibilidades para que se involucraran con los estudiantes y sus cuidadores.

Los menores de edad de hogares en desventaja tuvieron menos probabilidades de participar en la educación a distancia debido a la falta de electricidad, conectividad, equipo y apoyo por parte de sus padres.

Las niñas enfrentaron barreras más graves de lo normal, las cuales obstaculizaron su capacidad para seguir estudiando. Foto: Especial
Las niñas enfrentaron barreras más graves de lo normal, las cuales obstaculizaron su capacidad para seguir estudiando. Foto: Especial

De igual manera, las niñas enfrentaron barreras más graves de lo normal, las cuales obstaculizaron su capacidad para seguir aprendiendo debido a las normas sociales, la limitación en términos de habilidades digitales y la falta de acceso a equipos.

Menos salud y peor alimentación

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), en su estudio titulado “Educación: de la disrupción a la recuperación”, informa que en términos de la alimentación y la salud emocional que les brindaba la escuela a los alumnos, con la cancelación de clases presenciales se vieron muy afectados.

De acuerdo con cifras de la organización internacional, más de 370 millones de niñas y niños en el mundo dejaron de recibir comidas escolares, siendo que para algunos significaba la única fuente confiable de alimentos y nutrición diaria.

Por su parte “la crisis de salud mental entre la gente joven ha alcanzado niveles sin precedentes y los avances en equidad de género se ven amenazados: se estima que en la siguiente década habría 10 millones más de niñas en riesgo de contraer matrimonio temprano y en mayor riesgo de abandonar la escuela” advierte UNICEF.

Camino a seguir

La pandemia reveló el papel fundamental que la educación pública tiene en las sociedades, en las comunidades y en la vida de cada individuo, por lo tanto, es fundamental que los gobiernos de todo el mundo hagan un esfuerzo extra para garantizar este derecho.

Para lograrlo, tanto la UNESCO como UNICEF crearon una serie de propuestas que, de aplicarse responsablemente, no solo ayudarán a revertir el rezago educativo a nivel mundial, sino a crear un mejor sistema para el futuro.

Entre los puntos destacan el mejoramiento en la capacidad de financiamiento y regulación pública de los gobiernos sobre la educación, ampliar el derecho a la educación a fin de que sea permanente y abarque el derecho a la información, la cultura, la ciencia y la conectividad con tecnologías libres y de código abierto a disposición de docentes y estudiantes.

Reconocer a la educación como un baluarte contra las desigualdades, abrir oportunidades educativas significativas y de calidad en todo momento de la vida de las personas, en diferentes entornos culturales y sociales.

Reforzar el aprendizaje a distancia y semipresencial, considerando que la educación no puede prosperar con un contenido preparado de antemano fuera del espacio pedagógico y sin tener en cuenta las relaciones humanas entre docentes y alumnos, ni depender de plataformas digitales controladas por empresas privadas.

Por último, adoptar programas de recuperación del aprendizaje con estrategias adecuadas al contexto, como integrar el plan de estudios, ampliar los horarios de clase, favorecer la educación asistida por compañeros o en pequeños grupos, entre otras.

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