Era la tarde del 23 de abril de 1989 cuando Claudia Mijangos, a quienes los medios de ese entonces apodaron como “La hiena de Querétaro”, asesinó a sus tres pequeños hijos, los cuales no pasaban de los 12 años de edad.
Debido a que se trató de uno de los eventos más sangrientos de los que se tengan memoria en Querétaro, y a la exigencia de la sociedad civil de justicia, Claudia fue arduamente buscada y detenida casi inmediatamente.
Tras confesar su culpa y pasar 30 años de su vida encerrada en el área de psiquiatría del Penal de Tepepan, en la Ciudad de México, este 24 de abril quedó libre tras concluir su condena.
Tras cometer el crimen y privar de la vida a su hija Claudia, de 11 años; Belén, de 9 años y Alfredo de 6 años, la mujer declaró que lo había hecho por ordenes de un sacerdote llamado Ramón, del cual estaba profundamente enamorada.
Según su versión, el padre de la iglesia de la colonia Jardines de la Hacienda, en Querétaro, lugar donde ella residía, manipuló su mente, ocasionó su divorcio y le ordenó matar a sus hijos.
Tras realizarle estudios clínicos y psiquiátricos, doctores establecieron que su historia pudo ser inventada pues Claudia padecía epilepsia del lóbulo temporal y una perturbación de la personalidad tipo paranoide.
Hoy, que está libre, el Tribunal Superior de Justicia ha ordenado que Claudia permanezca con constante medicación, revisión médica y vigilancia debido a que aún sufre severos daños mentales.
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